Lo primero que hemos de tener en cuenta es que es habitual que cuando una película cuenta con un elenco eminentemente femenino, tendemos a etiquetar inmediatamente a la misma como feminista, cuando en realidad, poco o nada tiene que ver que las protagonistas sean mujeres para afirmar tal cosa. También tendemos a exigirle al cine precisamente esa mirada feminista, cuando lo cierto es que el cine funciona en muchos casos como un reflejo de la realidad, esa que lamentablemente, aunque algunas desde nuestra burbuja así lo creamos (o queramos creer así), no es en absoluto feminista.

"Mostrar las diferentes vertientes del feminismo enriquece un discurso carente de uniformidad"

Por eso cuando se estrenó 'Pobres Criaturas', que había sido anunciada como una revisión feminista de Frankenstein (chupito cada vez que escriba "feminista" en el texto, por cierto) en la que el personaje de Bella Baxter es en realidad un experimento fruto de su creador, el Dr. Godwin Baxter (Willem Dafoe), las escenas de sexo, la búsqueda de la libertad y la prostitución como herramienta empoderadora hicieron a muchos preguntarse si realmente podemos hablar de una película feminista. ¿Y sabéis qué? Cada uno puede tener su opinión al respecto, pero de lo que no cabe duda es de que Yorgos Lanthimos ha conseguido abrir un debate en el que diferentes vertientes del feminismo muestran opiniones encontradas, algo que lejos de ser nocivo, no hace más que enriquecer un discurso en el que la uniformidad no tiene cabida.

"Bella se amolda al sistema patriarcal y hace de su capital erótico su arma de salida"

Los paralelismos que se trazan entre 'Barbie', 'Frankenstein' y 'Pobres Criaturas' son constantes, aunque las diferencias vitales entre la que hoy nos ocupa y las anteriores podrían ser dos. Barbie quiere rebelarse contra ese mundo patriarcal ante el que se topa, mientras que Bella se amolda al sistema y hace de su capital erótico su arma de salida. En Frankenstein, el personaje encarna el rechazo absoluto, mientras que aquí Bella aboga por descubrir al mundo y a sí misma. Podríamos hablar entonces del feminismo de la diferencia, en el que las mujeres, conscientes de su capital erótico, lo explotan como un valor que hay que aprovechar.

La agencia femenina

"Muchas personas se han preguntado dónde queda la agencia femenina siendo el director y el guionista figuras masculinas, cuando al mismo tiempo, la productora soy yo. Esta es la historia que queríamos contar y esta es la manera en la que queríamos contarla. Por eso para mí era raro ponerme a actuar como si no fuera una voz importante allí, porque sientes que te están diciendo como actriz lo que hacer, pero aunque soy consciente de que esto pasa y es parte de un problema sistémico, quiero aclarar que no es para nada lo que ocurrió aquí”, le explica Emma Stone a Olivia Coleman, con quien compartió cartel en la anterior película de Yorgos Lanthimos, ‘La Favorita’, para hablar de su papel en ‘Pobres criaturas’.

"Vemos una idealización de una falsa libertad sexual"

Aunque la interpretación de Stone ha sido alabada con unanimidad, como señalábamos el hecho de que la prostitución se vincule con el abrazo a la libertad ha sido motivo de alarma. Júlia Salander, que pronto lanzará ‘’Tu argumentario feminista en datos’, habla al respecto en un vídeo en el que se pregunta si la película es feminista. “No vemos una crítica, vemos una idealización de una falsa libertad sexual. El sexo nunca se plantea desde su placer, sino como una moneda de cambio para que los hombres le enseñen el mundo”, explica. “La prostitución se presenta como un puente para que Bella se empodere y libere. Bella nunca llega a ser libre; siempre depende de un hombre. Nos presentan una dicotomía: Bella buscando la libertad de forma obsesiva y todos los hombres que pasan por su camino intentando encerrarla”, asegura.

pobres criaturas
Cortesía
¿Es ’Pobres criaturas’ feminista?

Mientras tanto Paula Sánchez, autora de ‘Crítica de la Razón Puta’, hizo una interesante reflexión en sus redes sociales acerca de la película. “Es curioso e interesado el empleo de la palabra "apología". Al igual que se cree que una persona gorda existiendo es igual a hacer apología de la obesidad, el hecho de que Bella se prostituya lleva necesariamente a defenderla. Sin embargo, no se dice que haga apología de la experimentación animal o con cadáveres tampoco de leer a Goethe o de disparar a tu marido en el pie. Obvian todo su camino hacia la emancipación (conocer sus límites escaparse, el desarrollo de la empatía, el interés por la filosofía el conocimiento de su cuerpo, reconstruir su pasado…) para reducirlo todo al sexo, que no les ha gustado porque se desarrolla en una estructura patriarcal. Vamos, como la de todas nosotras", escribe la autora.

"Las lecturas del tipo “no me ha gustado porque va de que se empodera/libera prostituyéndose” me parece que hablan más de sus propios resortes que de la película que han visto. En un momento dado la madame nos lo da masticado: tienes que experimentarlo todo, desde lo más degradante hasta lo más brillante. Y de eso va, sin drama ni romanticismo; lo hace para pasar pantalla, por supervivencia y porque no le otorga peso psicológico, lo que según mi experiencia, es la realidad de muchas prostitutas, les guste oírlo a las que salen del cine o no”, señala.

Decido llamar a María Castejón Leorza, autora de 'Rebeldes y peligrosas de cine', para saber su opinión al respecto. “A mí el fragmento de la prostitución se me hizo durísimo, y creo para nada la romantiza. Es crudo lo que pasa, porque está usando el capital de su cuerpo y no se idealiza", opina antes de aclarar que el personaje al que da vida Emma Stone no sólo no es tonta, sino que en realidad tiene dinero y decide dárselo al personaje de Mark Ruffalo, que en la cinta funciona como el Ken de la trama, ese hombre bobalicón que cree tener el poder cuando en realidad, es el paria del argumento.

"Para entrar en el sex work tienes que tener una capacidad de gestión emocional muy grande"

Hace algunas semanas, al hablar con Erika Lust, la directora de cine adulto feminista, me contó que la sociedad patriarcal no quiere que las mujeres se adueñen de su deseo y sean capaces de emanciparse y ganar dinero con su cuerpo. Sus palabras pueden resultar dañinas para muchas y sin duda, son controvertidas, y llamo a Anarella Martinez, coordinadora de intimidad del cine de Lust, para saber qué le parece la forma en la que la película hace que la prostitución sea la aliada libertadora de Bella. “Para mí la prostitución es un trabajo como otro cualquiera, siempre y cuando creas que lo puedes hacer sabiendo todos los contras y los pros, conociendo el estigma de cómo se va a tratar, teniendo en mente cómo quieres hacerlo… Para entrar en el sex work tienes que tener una capacidad de gestión emocional muy grande, tienes que conocerte muy bien, saber qué límites tienes y hasta dónde quieres llegar, porque se pueden cruzar líneas muy rápido. Yo soy muy pro sex work: me parece genial que alguien quiera prostituirse para ser independiente”, dice Martinez, que quiere aclarar que es consciente de que decir vagamente que la prostitución empodera, cuando hay tantas personas que lo hacen por supervivencia y no por elección, es delicado.

"Si eres prostituta por motivos de supervivencia, necesitas ayuda psicológica"

“Si es por supervivencia, has de tener ayuda psicológica, pero la psicología es un lujo. Por eso me pregunto cómo puedo hacer para sus garantizar derechos, ofrecer espacios seguros con psicólogos, enseñar a las performers a que hagan facturas… Creo que hay que legalizar, profesionalizar y descrimilizar el trabajo sexual”, opina.


¿Es el personaje de Bella un ejemplo de mujer que se enfrenta a las normas de la sociedad patriarcal o volvemos a enfrentarnos a una historia filtrada por la mirada masculina? ¿Romantiza la película la prostitución o como dice Paula Sánchez, quien así lo cree en realidad está diciendo más de sí mismo que de la película? Contadnos lo que opináis al respecto, y mientras tanto, no dejemos de leer este extracto de 'Una habitación propia', de Virgina Wolf.

"En realidad, si la mujer no tuviera existencia salvo en la ficción que han escrito los hombres, uno se la imaginaría como una persona de la mayor importancia, muy heterogénea, heroica y mezquina, espléndida y sórdida, infinitamente hermosa y extremadamente horrible, tan grande como el hombre, más grande según algunos. Pero esa es la mujer en la ficción. En la realidad, como señala el profesor Trevelyan, la encerraban, la golpeaban y la zamarreaban por el cuarto".

Lo sabemos: sus palabras despiertan dudas, abren debates y no dejan a nadie indiferente, y esa es en realidad la magia del feminismo. Que enfada, pero libera.