Una vez superada la Feria de abril, con los termómetros atrincherados en temperaturas relativamente suaves y la embriaguez de la primavera latente, esta es una las épocas más acertadas del año para descubrir la grandeza de Sevilla.

El piropo no es nuestro: Lonely Planet la ha elegido mejor ciudad del mundo para visitar en 2018. El ‘timing’ tampoco ha sido casualidad: la capital se encuentra volcada con su puesta de largo ahora que se celebran 400 años del nacimiento de Murillo. Y eso sin contar que su patrimonio apabulla, su oferta gastronómica asombra y la calidez de su gente será capaz de hacernos sentir como en casa.

TARDE

Con un amplio abanico de vuelos nacionales e internacionales así como una línea de alta velocidad que conecta con Madrid, Barcelona y Valencia, la capital andaluza es una cómoda opción de fin de semana. Además, su tamaño la convierte en una ciudad manejable a pie, donde sólo necesitaremos del ocasional autobús o tranvía para llegar hasta sus principales atractivos.

La primera toma de contacto será para dejar que su ambiente cale en nosotros, adentrándonos en su centro y con la vista puesta en su particular faro, su Giralda. Tomando la peatonal Avenida de la Constitución como referente, dejaremos a nuestro paso edificios tan emblemáticos como el Archivo de Indias o la colosal Catedral, una maravilla arquitectónica de bóvedas góticas y vistosa iconografía, famosa por su torre campanario y su Patio de los Naranjos.

Catedral de Sevillapinterest
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Continuaremos por la avenida, admirando cada detalle, cada fachada, como los azulejos que visten La Adriática, el edificio circular que nos marcará el giro hasta la Plaza Nueva. Aquí descansa el ayuntamiento de la ciudad y se desata un entramado de callejuelas donde los amantes de las compras encontrarán todo tipo de tentaciones: desde un ejército de firmas ‘low cost’ a pequeños comercios tradicionales y firmas para invitadas que buscan ese ansiado acento andaluz, como Cherubina o Roberto Diz. ¿Toca hacer parada técnica? El mítico Robles Laredo es una opción insuperable.

Llega el momento de reivindicar el tapeo así que nos acercaremos hasta la Calle Mateos Gago, hogar de la Bodega Santa Cruz "Las Columnas". En este peso pesado sevillano el montadito de pringá es algo parecido a una religión, por lo que no deberá faltar nunca en nuestra comanda. Otros dos nombres propios completan la ruta: La Sacristía y Álvaro Peregil. Y para rematar, una copa en la azotea del Hotel Eme, la única capaz de ponernos a la altura de la Giralda.

MAÑANA

Agradeceremos haber reservado fuerzas para la jornada de hoy. Si nuestro presupuesto no nos ha permitido alojarnos en una suite del hotel Alfonso XIII –uno de los cinco estrellas más prestigiosos del mundo– podremos saciar nuestra hambre de lujo desayunando en su interior, rodeados de una opulenta estética neomudejar.

Y para cuando queramos darnos cuenta, habremos traspasado las murallas del Real Alcázar, –uno de los imprescindibles de esta escapada– para deleitarnos entre patios, jardines y palacios dispuestos a transportarnos a otra época.

Alcázar de Sevillapinterest
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Siguiente parada: descifrar las callejuelas que mantienen con pulso el pintoresco barrio de Santa Cruz. Así que toca adentrarse en la Plaza de Refinadores –donde todavía late el romance entre Don Juan Tenorio y Doña Inés–, cobijarnos bajo los naranjos de la Plaza de Doña Elvira y continuar por la calle Judería, que se estrecha bajo la atenta mirada de la Giralda para escoltarnos en una entrada triunfal hasta el Patio de Banderas. Prohibido marcharse sin antes recrearnos en los Jardines de Murillo y rendirle una visita al Hospital de los Venerables.

Barrio Santa Cruz Sevillapinterest
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A continuación, nos dejaremos llevar por el goteo de turistas hasta uno de los lugares más fotografiados de Sevilla. Hablamos de Plaza España o ese “abrazo” semicircular empastado en los aledaños del frondoso Parque María Luisa que fue erigido con motivo de la Exposición Iberoamericana de 1929. Demostrar nuestra destreza a golpe de remo en su canal y fotografiarnos frente al azulejo que homenajee nuestra provincia estará entre las obligaciones del turista primerizo.

Plaza España Sevillapinterest
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TARDE

Con la vista puesta en el Guadalquivir cruzaremos al barrio de Triana, un cóctel de color, flamenco, desparpajo y buenos lugares para calmar el hambre. Si quieres ir sobre seguro, apunta: Blanca Paloma. Aquí también disfrutaremos de la arquitectura regionalista que caracteriza a Sevilla, con la Capilla del Carmen como escaparate, acompañada de las buenas costumbres y la exquisita materia prima del Mercado de Triana y de una cuidada tradición alfarera. El Centro Cerámica Triana nos brindará un acercamiento didáctico a este oficio mientras que en la Calle Alfarería comprobaremos que todavía resisten antiguos talleres y comercios dispuestos a mantener el legado –a veces bajo el nombre de ‘souvenir’– vivo.

Pero si hay un lugar que sin duda distingue a Triana es la Calle Betis, paseo que bordea el Guadalquivir resguardado por coloridas fachadas y salpicado con terrazas desde donde disfrutaremos de un perfil igualmente bello de la ciudad completado con otras señas de identidad como la Torre del Oro o la Plaza de Toros de La Maestranza.

Triana Sevillapinterest
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Desde la Plaza de Altozano tardaremos apenas 15 minutos en plantarnos frente a una de las más destacadas pinacotecas a nivel nacional. Hablamos del Museo de Bellas Artes, donde las pinceladas de El Greco, Murillo, Velázquez y Zurbarán pondrán el broche a una tarde perfecta.

De vuelta a los animados alrededores de la Catedral, es hora de decidir dónde cenar. Aquí van unas sugerencias: Restaurante Seis en Plaza Nueva o los cercanos Ovejas Negras y Umami.

MAÑANA

Invertiremos la mañana en descubrir la zona más septentrional del casco antiguo. Comenzando por la fusión mudéjar y gótica con toques renacentistas que resulta en uno de los más fieles ejemplares de palacio andaluz, Casa de Pilatos. Lo mismo sucede con el Palacio de las Dueñas, joya de la Casa de Alba que además atrae a curiosos por ser el lugar de nacimiento del poeta Antonio Machado. Si buscamos el efecto sorpresa, las sinuosas formas de las Setas de Sevilla (Metropol Parasol) nos esperan. La parada merecerá la pena ya que desde el mirador de este alarde de vanguardia disfrutaremos de una envidiable vista de la Sevilla monumental.

Setas Sevillapinterest
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Y mientras nos acercamos a la vasta muralla que una vez cercó la ciudad, divisaremos la Basílica de la Macarena recibiéndonos junto a la Puerta de la Macarena, siempre vestida de su característico amarillo albero.

Basílica de la Macarenapinterest
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Se acerca la agridulce despedida pero no nos marcharemos sin antes invitar a unas rondas y degustar unas chacinas en El rinconcillo, el bar con categoría de templo más antiguo de la ciudad. Ahora sí, ya podemos salir a hombros de estas 48 horas con acento andaluz.