Del dulzor de sus naranjas al ardor de su ‘cassalla’, Valencia es una ciudad de contrastes. De las que han sabido encontrar el equilibrio entre clasicismo y vanguardia para que catedrales y oceanográficos convivan en sintonía. Empeñada en demostrar que es mucho más que las dos “pes” que siempre la acompañan –paella y petardos–, la capital del Turia se ha convertido en un hervidero cultural y de ocio donde todo es posible –nos hicieron creer que hasta un circuito urbano de Fórmula 1– con el atractivo añadido que desprende todo aquello que es bañado por aguas del Mediterráneo.

TARDE VIERNES

En general, cuando uno no sabe por dónde empezar, lo mejor es no cegarse con las abrumadoras propuestas y apuntar directamente a la esencia. En Valencia este ADN se conoce como Barrio del Carmen. El núcleo histórico de la ciudad invita a ser pateado, saboreado y fotografiado desde infinitas perspectivas. Comenzando, por qué no, al atravesar las Torres de Serrano –a uno no le pueden ofrecer mejor recibimiento– para así escurrirnos entre sus callejones medievales y contemplar los murales que adornan la Calle Moret, rebautizada como Calle de los colores, hasta llegar a la Plaza del Carmen.

instagramView full post on Instagram

No muy lejos de aquí se alza el Instituto Valenciano de Arte Moderno que los viernes extiende su horario hasta las 21:00 h. ¿Nuestra sugerencia? No olvides consultar la programación de exposiciones temporales.

Volveremos a adentrarnos en el laberinto de calles para pasar bajo el arco del Portal de la Valldigna y, al tomar la esquina, quedar impresionados con la altura de la Torre de San Bartolomé Apóstol. A escasos 200 metros nos esperan los frescos y el exceso bañado en oro de la Iglesia de San Nicolás de Bari y San Pedro Mártir, un escaparate que algunos se han atrevido a tildar de "Capilla Sixtina valenciana".

Como no se nos ocurre razón alguna por la que alguien querría saltarse este ritual, el siguiente paso será tomar una jarra bien fría de Agua de Valencia en la terraza del Café Sant Jaume –todo un clásico– antes de continuar zigzagueando hasta las imponentes Torres de Quart que ayudan a delimitar este barrio. Hemos querido ponértelo fácil seleccionando los restaurantes de moda de Valencia pero lo que nunca te faltará en el Carmen son locales en los que tapear y tomar una copa así que ahí va una propuesta: improvisa.

MAÑANA

Con el objetivo de amanecer entre monumentos pondremos rumbo al Mercado Central, donde desde hace décadas sus más de 300 puestos inundan todo de aromas y sabores de la tierra. Una experiencia sensorial que merecerá la pena aunque no tengas en mente hacer la compra: lo suplen su imponente fachada y el borboteo de curiosos.

Mercado Central de Valenciapinterest
Cortesía Ricard Camarena / Ver campo texto
Mercado Central Valencia

A escasos metros encontramos la Lonja de la Seda, uno de los edificios más bonitos de Valencia –si no el que más– gracias a sus columnas y bóvedas de arquitectura gótica. La confirmación llega con el Patio de los Naranjos, que fácilmente es uno de los lugares que más paz desprende de toda la ciudad.

Cruzaremos automáticamente al barrio de la Seu para incurrir de nuevo en un ritual de clásicos, esta vez en Santa Catalina, donde se degusta una de las mejores horchatas de la ciudad –siempre empapada en un esponjoso fartón, claro está–.

Ya con las pilas cargadas continuaremos hasta llegar a la Catedral de Valencia, tomándonos nuestro tiempo para contemplar su icónica Torre del Miguelete y deleitarnos con la sucesión de arcos que culminan en una detallada puerta principal. El interior tampoco defrauda: una amplia colección de arte sacro da vida a un museo listo para ser explorado.

Catedral de Valencia pinterest
Eleanor Scriven
Catedral de Valencia

¿Alguien ha dicho hambre? Proponemos abrir el apetito dando un paseo hasta el Mercado de Colón y detenernos en alguno de sus variopintos restaurantes y cafés. Los sabores asiáticos de Ma Khin Café –que, por cierto, tiene una de las mejores 'cheesecakes' que hemos probado nunca– y el Central Bar by Ricardo Carmena para reinventar el "tapeo gourmet" entre el bullicio, son nuestros favoritos.

TARDE

Cambiamos el ladrillo por la naturaleza en los Jardines del Turia, cinturón verde que se despliega por el antiguo cauce del río para dar lugar al mayor jardín urbano de España. Un ligero paseo de apenas 40 minutos nos separan del vanguardista coloso de Calatrava aunque, antes, una actividad imprescindible si viajas con niños –o adultos de espíritu joven– el Parque Gulliver. Hablamos de un entresijo de toboganes que adoptan la forma del gigante del cuento infantil al que resultará muy difícil resistirse.

Ahora sí, si continuamos y dejamos las gárgolas del Pont del Regne atrás, veremos cómo las dimensiones de la Ciudad de las Artes y las Ciencias se expanden ante nosotros. El Palacio de las Artes Reina Sofía, el Museo de las Ciencias Príncipe Felipe, el Hemisférico –obra del hijo tan predilecto como polémico de Valencia, Santiago Calatrava– junto con el Oceanográfico de Félix Candela son una maravilla arquitectónica que merece la pena incluso si no se planea comprar entrar.

Ciudad de las artes y las ciencias Valenciapinterest
omersukrugoksu//Getty Images
Ciudad de las artes y las ciencias de Valencia

Si al caer la noche queremos conocer la cara más nocturna de Valencia, la terraza Umbracle, “columna vertebral” de este complejo arquitectónico, es un planazo de vistas inmejorables. Y si no, siempre puedes dejarte caer por el barrio de Ruzafa –lleva años revalidando el título de Soho valenciano– para probar algunos de los nombres que más suenan como Nozomi Sushi Bar o Canalla Bistro.

MAÑANA

Precisamente con un desayuno en Ruzafa arranca nuestro último día en Valencia. La más bonita se ha convertido en la última debilidad de los 'foodies' e instagramers de la zona gracias a una variedad de desayunos que van desde lo 'healthy' a lo pecaminoso, tortitas y frappé incluidos.

¡No te olvides el bañador! Con 300 días de sol de media anual ya sería mala suerte que nos hiciera un día de perros. Por eso iremos directos a la emblemática Malvarrosa que, con su holgura, su arena fina y su agua clara, se ha convertido en una de las playas más queridas del país.

a00557841 1783pinterest
Cortesía Turismo de Valencia / Ver campo texto
Playa de la Malvarrosa

¿Pensando dónde comer? No, por supuesto que no íbamos a dejar que te despidieras de la ciudad sin probar una auténtica paella valenciana. Será por las batallitas que todavía cuelgan de sus paredes –Ernest Hemingway le dedicó unas líneas en su obra 'Un verano peligroso'–, por las vistas que ofrece o simplemente porque saben preparar el arroz como nadie, nosotras siempre acabamos volviendo a La Pepica.

Llega la hora de decir adiós y no hay mayor colofón que pasear por su puerto hasta llegar al mirador y hacernos una foto con las luces del atardecer. Bueno sí, rematar la faena con un copazo en las tumbonas del Marina Beach Club mientras decides a dónde escaparte el próximo fin de semana.