Un nuevo estudio ha dado respuesta al hambre y la saciedad con una dieta alta en grasas poliinsaturadas. O lo que es lo mismo, nos ha dado la llave de la vida para cerrar para siempre la nevera (bueno, sólo entre horas) y cambiar las patatas fritas por otros fichajes que harán que no las echemos de menos.

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La investigación (Hunger and satiety responses to high-fat meals after a high polyunsaturated fat diet: A randomized trial), publicada en 'Nutrition', evaluó las respuestas fisiológicas de 26 hombres y mujeres con edades comprendidas entre los 18 y los 35 años a quienes se les asignó una dieta rica en "PUFAS", es decir, basada en alimentos capaces de provocar cambios favorables en las hormonas del apetito, aumentando la sensación de saciedad durante más tiempo.

Esta dieta incluía alimentos como nueces, salmón, atún, aceite de linaza, aceite de uva, aceite de canola y suplementos de aceite de pescado.

Los participantes que consumieron una dieta rica en estas grasas tuvieron una disminución significativa de la hormona que aumenta el hambre y aumentaron significativamente la sensación de saciedad.

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Los investigadores observaron estas respuestas mediante la medición de cambios hormonales además de analizar las calificaciones objetivas de los participantes, a los que pidieron que indicaran en una escala cuánto hambre tenían o cómo de llenos se sentían y cuánto pensaban que podían comer.

Aquellos que tuvieron una dieta rica en PUFAs disminuyeron significativamente la hormona grelina, responsable de aumentar la sensación de hambre, además de aumentar el péptido YY (PYY), encargado de aumentar la sensación de plenitud y saciedad. Aquellos que registraron incrementos en PYY, lo hicieron durante el ayuno y después de una comida. El grupo de control siguió una dieta basada en el patrón de comida típica americana.

Las dos dietas contenían el mismo número de calorías y el mismo porcentaje de calorías derivadas de la grasa pero diferían en los tipos de grasa. La dieta de control se componía de un 7% de grasas poliinsaturadas, un 15% de grasa monoinsaturada y un 13% de grasa saturada mientras que la dieta rica en PUFAs se componía de un 21% de grasas poliinsaturadas, un 9% de grasa monoinsaturada y un 5% de grasa saturada.

Con la llegada del verano, 7 de cada 10 españoles se someten a algún tipo de dieta y el 53% de la población que hace dieta, muestra síntomas de ansiedad. Este estudio arroja luz para terminar con la ansiedad por hambre porque, según asegura Jamie A. Cooper, profesora de la Universidad de Georgia e investigadora principal del estudio, "consumir alimentos ricos en PUFAs (grasas poliinsaturadas) podrían cambiar favorablemente las hormonas del apetito por lo que podríamos sentirnos más saciados durante más tiempo".

La investigación sobre los beneficios para la salud de los alimentos ricos en PUFAs sigue evolucionando. Las últimas directrices dietéticas para 2015-2020 recomiendan consumir este tipo de grasas en lugar de las saturadas. Una asignatura pendiente, especialmente, para los americanos. Del mismo modo, las guías alimentarias españolas recomiendan este tipo de grasas en el segundo nivel de la nueva pirámide saludable de alimentación.

Venga, olvídate de la pizza, que es por tu bien.

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