¿Qué responderías si te dijéramos que los cereales integrales no son tan perfectos como creías? Ahora que se habían ganado un contrato fijo en nuestra despensa por ser los prometedores de un nuevo mundo saludable, llega la proliferación bacteriana para desmontarlos. Ah, lo sentimos pero los refrescos 'light' también están en el saco.

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Cuando se trata de adelgazar, a veces creemos que todo vale. Hay quien ha probado el encaje de bolillos en su cocina para bajar esos kilos de más y en una de esas malabares, ha optado por apuntarse a la dieta FODMAP sin pasar por el médico. Como quien decide hacerse vegetariano sin saber lo que es el seitán o quien para comer sano decide multiplicar la ingesta de alimentos integrales sin saber que eso podría estar dañando su intestino.

Belinda Santos Alba, especialista en Nutrición y Dietética en Centros Alba, nos ha contado en qué consiste la famosa dieta FODMAP de la que todo el mundo habla… y de la que pocos saben lo que es.

La dieta FODMAP elimina o limita los lácteos, polialcoholes y alimentos vegetales como las legumbres, algunas frutas y verduras, cereales y frutos secos. "Todos ellos tienen en común un alto contenido en hidratos de carbono susceptibles de ser fermentados en el intestino por algunas familias de bacterias que las usan como su alimento", nos cuenta Belinda.

Este tipo de dieta entra en las indicaciones de aquellas personas que tienen una excesiva proliferación de bacterias en el intestino delgado, lugar en el que no deberían estar puesto que estas bacterias se encuentran de forma habitual en el colon. Allí se alimentan de las cosas que comemos, transformándolo en sus nutrientes mediante procesos de fermentación. En estos procesos es en los que se produce gas que hincha el abdomen, provocando dolor y malestar.

Y según nos cuenta la nutricionista, aunque es normal tener estas bacterias en el colon, la dieta FODMAP también está indicada para personas diagnosticadas con colon irritable, ya que se ha demostrado la mejora de la sintomatología con este tipo de alimentación.

Ahora bien, ¿puede seguir esta dieta cualquier persona?

Belinda Santos lo tiene claro: "No es una dieta enfocada para que cualquier persona la pueda hacer y menos, a largo plazo, ya que se restringen bastantes alimentos. Mantenida en el tiempo y sin supervisión, puede llevar a desajustes nutricionales".

Continúa asegurando que esta dieta, que tiene como objetivo modificar la microbiota, sin tener ningún síntoma o razón para seguirla puede ser perjudicial ya que disminuye otras familias de bacterias beneficiosas que habitan en el colon y que también se alimentan de los restos de estos hidratos de carbono fermentables que llegan al último tramo del intestino sin haber sido digeridos. Y sin ellas, nosotros no podríamos digerir determinados compuestos ya que no tenemos todas las enzimas necesarias para asimilar componentes como la lignina, las celulosas u otros tipos de hidratos que llegan al intestino grueso sin haberse asimilado.

El origen de la proliferación bacteriana

Para entender la dieta, hay que entender el origen de esta proliferación bacteriana que, aunque no es nueva, actualmente ha desarrollado un boom de casos asociado muchas veces al consumo generalizado de productos y refrescos light cargados de polialcoholes, lácteos y zumos azucados, alimentos integrales (con salvado añadido) y dulces elaborados con fructosa añadida por considerarse más saludables. Al ingerirse en más cantidad de lo que podemos metabolizar, se produce una absorción intestinal incompleta y el resto es alimento para las bacterias.

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Por supuesto no es el único origen y también puede venir dada por otras patologías de base como la deficiencia de enzimas, enfermedades inflamatorias intestinales, divertículos, intestino o colon irritable o alteraciones de la motilidad intestinal, del sistema inmune o la toma de medicamentos como los antibióticos o los protectores de estómago, tal y como explica la nutricionista.

Estos últimos modifican el PH para mejorar la digestión del paciente y evitan el dolor pero esa modificación también influye en el equilibrio de la flora intestinal.

Todo ello va generando cambios en la flora y provoca la proliferación bacteriana. Además, la descomposición de los nutrientes por estas familias también puede causar daño en la pared intestinal y generar malabsorción por parte del cuerpo, afectando a la nutrición y pudiendo causar déficit de vitaminas y minerales.

Aunque la proliferación bacteriana no es algo nuevo, es posible que actualmente el querer adoptar hábitos saludables o la presión por mantener un peso bajo sea el origen de una sobre ingesta de polialcoholes y fructosa usados como edulcorantes y fibras no digestibles que se añaden a muchos productos integrales.

No a largo plazo

Tal y como nos cuenta Belinda, esta dieta no puede enfocarse a largo plazo ya que el objetivo es tratar de reequilibrar la microbiota intestinal. De hecho, en ocasiones se recomienda como alternativa al tratamiento medicamentoso. Suprimiendo el alimento de las bacterias, estas disminuirán en número ya que al no tener sustrato, mueren por competencia y los síntomas desaparecen o se mitigan.

Es entonces cuando sería el momento de integrar de nuevo los alimentos eliminados, de uno en uno y en cantidades controladas.

¿Cuáles son las opciones alimentarias en una dieta tan restrictiva?

Belinda asegura que aunque es necesario eliminar las legumbres y no hay sustituto de este grupo de alimentos, no son imprescindibles. Para aportar más variedad y como alimento similar aunque no sea una legumbre, se puede incluir la quinoa combinada con carnes y pescados o algunas de las verduras toleradas en esta dieta.

Respecto a los cereales, pueden utilizarse el maíz, la avena con moderación y el arroz, siempre y cuando no sea integral.

Sobre carnes y pescados no hay restricción siempre que no sean procesados.

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Y en cuanto a los lácteos, ya que su consumo está totalmente contraindicado al ser un disacárido fermentable, la nutricionista recomienda leches sin lactosa o quesos curados donde la lactosa ha sido ya transformada en el proceso de elaboración. La leche de arroz y de avena son otras opciones de las que tomar nota.