A mí un aborto me salvó la vida. Empecemos por ahí. «Me cansé de los discursos categóricos y cerrados sobre las razones por las cuales las mujeres deberían recurrir a él y sobre lo que deberían sentir o no en ese momento. Me cansé y me entraron ganas de escuchar a algunas de esas mujeres, de que me contasen lo que habían vivido; me negué a aceptar que otros hablaran por ellas». Este es un fragmento del ensayo Interrupción, de Sandra Vizzavona, que tiene unos meses más que la derogación de la ley del aborto en Estados Unidos. Ahora, no se me ocurre nada mejor que leer la voz de otras mujeres sobre por qué y cómo abortaron, pero sobre todo, cómo se sintieron.

Tránsito Interrupción

Interrupción

Tránsito Interrupción

Comprar en Amazon

Vizzavona reúne sus historias a las que suma la suya personal: abortó dos veces en la adolescencia y a los 24 años. «Soy la prueba de que un aborto puede provocar indiferencia o un estallido. Soy la prueba de que un mismo cuerpo puede vivir en dos ocasiones ese mismo acontecimiento y movilizar de forma totalmente diferente la cabeza que lo corona o las emociones que lo habitan. Soy la prueba de que puede ocupar veinte años o solamente las semanas necesarias para llevarlo a cabo».

En mi caso, un embrión, deseado y querido, se agarró a mi trompa de Falopio y empezó a crecer. Sin yo saberlo, según crecía estaba más cerca de una hemorragia. El ginecólogo me lo dijo sin florituras: «Estás embarazada en el sitio equivocado. Hay que abortar». Se llama embarazo ectópico y nunca acaba bien. No me puedo ni imaginar que se sumara ni un solo «pero» a todo lo que vino después, incluidos los seis años intentando ser madre. Dice Vizzavona: «Se trata de un derecho frágil, y su historia va acompañada del canto lancinante de una vuelta atrás que siempre es posible. La redacción de esta obra me ha convencido, sin embargo, de que nunca dejará de serlo si no nos comprometemos a recurrir a él como mejor nos parezca, si pensamos que una forma de protegerlo es pasar desapercibidas y permitir que, por el camino, algunos profesionales de la salud nos traten con desconsideración»