Muchos han asegurado que el 2023 va a ser un gran año al haberse despedido el 2022 con la noticia de que la policía de Rumanía ha detenido al ex boxeador y ‘streamer’ Andrew Tate y a su hermano Tristan, investigados por presuntos delitos como la constitución de un grupo delictivo organizado, la trata de personas y la violación, gracias a Greta Thunberg. El británico se burló de la joven activista en Twitter en unas imágenes en las que aparecía rodeado de cajas de pizza de una conocida pizzería a domicilio de Bucarest, un detalle que al parecer, fue clave para que las autoridades policiales dieran con su paradero. “Esto es lo que pasa cuando no reciclas tus cajas de pizza”, respondió con sorna y muy mala leche (de avena, suponemos) Thunberg. Lo sabemos: a estas alturas es muy posible que ya supieras esta noticia, pero lo que hoy queremos analizar es cómo las redes sociales se han convertido en una suerte de Cluedo.

"A veces me pregunto si no estamos siendo aleccionados para cometer el crimen sin cabos sueltos…"

En el documental de Mark Lewis, ‘Don’T Fuck With Cats’, un grupo de detectives amateur de internet unieron sus fuerzas (y su obsesión) para dar con un asesino de gatos que comenzó compartiendo en vídeos sus atrocidades hasta terminar por matar a una persona. Al parecer, los criminales también ansían sus 15 minutos de fama en la actualidad, mientras que antaño por motivos evidentes, preferían actuar en las sombras... Este documental demostró que cualquier vídeo o imagen subida a las redes puede servir para desmantelar crímenes, y por eso hoy asistimos al auge de los podcast de true crimes, una tendencia que supone el punto de partida de ‘Only murders in the building’, la serie de Selena Gomez que explora desde la comedia cómo cada uno de nosotros nos estamos convirtiendo en detectives privados. Estamos hablando de un fenómeno que en realidad, tiene poco de innovador. Al fin y al cabo, llevamos tanto tiempo viendo series como CSI o programas como Crímenes Imperfectos que a veces me pregunto si no estamos siendo aleccionados para cometer el crimen sin cabos sueltos… “La idea de la obsesión con la vigilancia de internet no es nueva. Desde la seguridad de nuestro salón, podemos detectar cosas maravillosas, y muchísima gente lo está haciendo”, explicó Mark Lewis.

"Es un gusanillo que no pica a todos, pero cuando pica lo hace fuerte"

"Todo empieza sin que te des cuenta. Entras en el perfil de esa amiga a la que no ves desde que tenías 12 años y acabas haciendo una radiografía entera de la vida de todos tus compañeros de instituto simplemente saltando de post en post de Instagram (o si eres millenial, de Facebook). Si eres capaz de pasarte una tarde entera cotilleando los perfiles de conocidos y siendo capaz de hacer un croquis de sus vidas que ni Carrie Mathison en 'Homeland', felicidades: tú también eres una detective de internet. Es un gusanillo que no pica a todos, pero cuando pica lo hace fuerte", explica Estela Cebrián, del podcast 'Las Amigas Estupendas'.

"Quien sea early user de Twitter recordará la desaparición de Marina Joyce. En 2016 esta youtuber británica dejó de subir vídeos de la noche a la mañana y estuvo diez días desaparecida. Sus seguidores empezaron a recordar cómo en los días previos la veían rara en sus vídeos, ya no sonreía, no estaba tan alegre, tenía morados en los brazos. Sus vídeos se analizaron frame a frame, cada rincón de su habitación importaba por si escondía alguna clave. El flujo de teorías y comentarios fue incesante. Marina acabó apareciendo, estaba bien, pero quienes lo vivimos en tiempo real recordamos aquella angustia generalizada... y compartida. Algo parecido pasó con Britney Spears. Durante los últimos años de su tutela, se analizaron sus bailes, su rímel corrido, si dejaba mensajes encriptados y de esa preocupación nació el movimiento #FreeBritney", dice Cebrián.

Hay gente que hace puenting, y otros encuentran la satisfacción investigando a un asesino de gatos"

"El true crime nos pone frente a nuestros miedos más primigenios (con una buena dosis de morbo, las cosas como son) y las redes sociales nos permiten formar parte del misterio, pero desde la distancia y con la posibilidad de saciar la sed de adrenalina y emoción sin peligro. Hay gente que hace puenting, y otros que encuentran la satisfacción investigando a un asesino de gatos en internet", concluye Estela Cebrián.

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Netflix
La obsesión por los true crimes se nos ha ido de las manos

Las Kardashian, desde su burbuja de privilegio y prendas de Mugler, parecen vivir al margen de lupas y pruebas de ADN, y por eso cuando el pasado año, en el mes de diciembre, Kim Kardashian publicó unas imágenes de su hija Chicago y de su sobrina True (hija de Khloé) en Disnleylandia, el equipo de investigación de fans de internet encontró algunos detalles sospechosos en las fotografías. La presión fue tal que Khloé tuvo que decir en Twitter, sencillamente, que “la había cagado”. Pero los Colombo online no se quedaron satisfechos y Kim Kardashian tuvo que confesar después lo que realmente había ocurrido. "Esto necesita algunas explicaciones serias... Bueno, ya saben que soy todo estética. Y mi cuadrícula de Instagram es rosa y azul últimamente. ¡Es tan bonito y está tan bien planeado! ¡Las fotos originales eran de Stormi! Sin embargo, le pregunté a Kylie Jenner si podía publicarlas y me dijo que no tenía ganas de hacerlo en este momento, algo que respeto completamente. Pero no iba a arruinar mi feed de Instagram. Chi estaba vestida de rosa y combinaba perfectamente. No era la estética que buscaba y puedo admitirlo. Sabéis lo mucho que significa una buena estética para mi alma y estaría condenada si Kylie estropea mi feed de IG. Así que gracias, True, por tomar una por el equipo. No creí que fuera tan grave que su propia madre cuestionara si la llevaba a escondidas a un Disneyland por primera vez". Es decir: las hermanas habían intentando tapar sus inocentes mentirijillas, pero si el algodón no engaña (si eres de la generación Z, no comprenderás este guiño publicitario, y te envidio por ello), las Kardashian y las redes, tampoco.

Hemos de poner en la balanza el peso del juicio digital que se pone en marcha de forma inmediata

¿El motivo por el que ha tenido que alzar la voz Kim? Las redes y esta repentina vocación de investigadores que termina (y aquí radica el peligro) en romantizar los crímenes. Muchas personas se olvidan de que tras cada asesinato o estafa hay personas reales, y por si fuera poco, las redes sociales ofrecen a los fans de este tipo de contenido la infinita posibilidad de participar. Es el caso de la influencer Gabrielle Petito, que en un viaje de carretera junto a su prometido, desapareció, despertando el interés de (falsos) detectives online que intentaron resolver el crimen. Lo sorprendente es que uno de ellos, al parecer, realmente resultó vital para dar con el paradero de su cadáver… Sin embargo, también hemos de poner en la balanza el peso del juicio digital que se pone en marcha de forma inmediata, pues después de que las redes aseguraran que su prometido era el responsable de su muerte, desapareció y fue después encontrado muerto.

Por su parte Modesto García ha revolucionado las redes con sus crímenes ilustrados en redes sociales, que han terminado por ser recogidos en el libro 'Crímenes Ilustrados'. “El juego de redes sociales más viral por fin en formato libro de manos de su creador, el tuitstar Modesto García. Ha llegado el momento de convertirte en el protagonista de tus novelas negras y thrillers favoritos”, reza el libro.

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Hulu
Only murders in the building

Lo bueno de esta fiebre detectivesca es que por fin se ha abierto un debate entorno al llamado “síndrome de la mujer blanca desaparecida”, que nació a raíz del interés mediático despertado por el caso de Gabrielle Petito (algo que no ocurre cuando las víctimas no son caucásicas), y por el hecho de que muchos señalaran que en los casos en los que las víctimas pertenecer al colectivo LGTBIQI+, la policía toma una postura bastante pasota o incluso despectiva.

¿Nos convierte la hipervigilancia en detectives o en personas que se plantean cada post con miedo?

Las celebridades por su parte son tan conscientes del poder de las redes y de sus investigadores sin licencia que cada vez que suben una imagen, la analizan de forma milimétrica para que no exista en un pixel un detalle que despierte controversia o contradiga sus futuros discursos. La verdadera pregunta por lo tanto es si esta vigilancia detectivesca 3.0 nos ha convertido en detectives o en personas que se plantean cada post ante el miedo de que la hipervigilancia con ínfulas de detective puede desencadenar.

Del mismo modo que en alguna ocasión nos sorprendemos “bodegonizando” nuestra existencia (¿acaso no habéis vivido el momento mítico en Nochevieja en el que le pides a tu tío Paco retirar la botella de plástico de la mesa para hacer una fotografía cenital de la bandeja de gambas?), ahora tenemos miedo de que cualquier detalle en nuestras redes pueda ser motivo de cancelación o en casos extremos, cárcel… ¿Nos ha dado el universo digital licencia para investigar o para temer?