Son periodistas y feministas. Y nacieron para encontrarse. Mona Chollet (1973, Ginebra, Suiza), autora de las obras de culto 'Brujas y Reinventar el amor', firma el prólogo en la edición francesa de 'Revolución desde dentro: un libro sobre la autoestima', el visionario ensayo de Gloria Steinem (1934, Ohio, Estados Unidos). Hoy se reúnen para poner en común todas esas luchas íntimas y políticas que las unen.

Gloria, tú sueles decir que tu ensayo de 1992, 'Revolución desde dentro', es diferente de tus otros libros. ¿Por qué?

GLORIA STEINEM: Como periodista, he escrito mucho sobre el exterior. Nuestra manera de ver el mundo y formar parte de él se basa en la crianza, en los roles de clase, el género y la raza que nos asignan, entre otros. Era la primera vez que exploraba esas inquietudes internas que son tan determinantes; verdades objetivas las llaman.

MONA CHOLLET: Antes de leer 'Revolución desde dentro' hace cinco años, nunca había encontrado un libro que uniera los dos mundos, el exterior y el interior. Muestra la forma en que la realidad política moldea las emociones y la intimidad. Me parece esencial pensar en las cuestiones políticas a partir de nuestro bienestar psicológico.

30 años después de su publicación, ¿crees que ha evolucionado la percepción de la autoestima?

G.S.: En los Estados Unidos, la autoestima es un tema al que todavía hoy no se le presta atención suficiente. No obstante, ahora entendemos mejor muchas cosas. Sabemos que la forma en la que percibimos un discurso político, un dato o una estadística depende en gran medida de los roles que la sociedad nos atribuye. Cuando era niña, la idea misma de la responsabilidad política se reservaba a los hombres, especialmente a los blancos. No fue hasta el momento en que surgió el movimiento de los derechos civiles cuando se incluyó a las minorías. Lo que importa es nuestra capacidad para cuestionar las definiciones que nos limitan y las reglas que determinan cómo se debe tratar a las personas.

M.C.: En Francia hay un interés cada vez mayor en los temas relacionados con la salud mental, especialmente desde la pandemia. Estamos atravesando un momento oscuro, y muchos activistas se ven obligados a pensar en su propia salud mental. La autoestima se toma más en serio. Además, tengo la impresión de que existe una desconfianza generalizada en nuestra cultura con respecto al desarrollo personal (con razón, ya que también puede ser un arma de despolitización). Tenemos una relación ambivalente con estos temas.

mona chollet
D.R.
La periodista Mona Chollet

¿En qué medida la infancia determina la autoestima?

G.S.: Mi familia viajaba mucho cuando yo era niña. No empecé a ir al colegio hasta los diez años. Pasaba mucho tiempo sola leyendo a Louisa May Alcott (la autora de Mujercitas), soñando despierta o cuidando caballos... Tenía pocos amigos y relaciones sociales. Sin embargo, todas esas cosas que me perdí resultaron ser una suerte. Inmersa en los libros, logré identificarme con todo tipo de personajes, más allá del género o la raza. Esa falta de escolarización influyó en mi nivel de Matemáticas, Geografía y otras asignaturas que se suponía que debía aprender, pero creo que tuvo consecuencias positivas en la percepción que tenía de mí misma.

M.C.: Es cierto que la educación escolar es represiva en muchos sentidos y aún se basa en valores patriarcales. Nadie nos explica que un día tendremos que desaprender lo aprendido.

El amor propio se basa en estar a gusto con nosotras mismas. Sin embargo, en muchos lugares hay leyes que impiden que las mujeres puedan ejercer el control sobre sus cuerpos. ¿Cómo percibís estos ataques?

G.S.: Desde el punto de vista político, si nos quitan el poder de decisión sobre nuestros cuerpos, significa que ya no vivimos en una democracia. En mi país, la lucha por el derecho al aborto continúa porque la extrema derecha restringe las libertades y trata de colonizar el cuerpo de las mujeres.

M.C.: Yo también creo que recordamos las batallas y las victorias del pasado. Soy bastante optimista porque no siento que nos hayan dejado atrás. Tanto en los Estados Unidos como en Francia, las mujeres saben lo que es tener derecho al aborto. Me gusta que la reflexión de 'Revolución desde dentro' vaya más allá de las libertades asociadas a la reproducción. Explora cómo la represión del cuerpo influye en nuestra psique. El cuerpo y la mente nunca se separan.

gloria steinem
Getty Images
Gloria Steinem junto a su amiga Jane Fonda, en 2006.

El problema es que cuerpo y mente no siempre son fáciles de conciliar. ¿Tenéis algún truco?

G.S.: No llevo una vida muy equilibrada. No hago nada de deporte... Imagíname corriendo. [Risas] Por extraño que parezca, me las he apañado para estar sana.

M.C.: Gloria, eres la prueba de que una vida saludable depende mucho de la curiosidad, el entusiasmo y el intelecto. La salud debe combinarse con el gusto por la vida y la acción. Confieso que yo tampoco llevo una vida muy equilibrada. Es difícil cuidar tu cuerpo cuando te gustan tanto los libros y pasas tanto tiempo pensando. Antes odiaba el deporte, pero ahora me gusta. Ah, y me encanta bailar. El baile es deporte, ¿no? [Risas]

Hablemos también de la percepción corporal: esa imagen distorsionada y terrible que las mujeres tienen de sus cuerpos. ¿Cómo juzgáis los efectos de las redes sociales en esto?

G.S.: Instagram y TikTok no existían cuando escribí el ensayo, pero las revistas, la moda y las películas ya influían en la forma en que percibíamos nuestros cuerpos. Lo que ha cambiado es que, a través de las pantallas, ahora estas imágenes quedan ancladas en nuestra intimidad.

M.C.: Para mí, las redes sociales son a la vez un veneno y un antídoto. Creo que reforzaron el movimiento feminista al cuestionar las representaciones de los medios. Estas imágenes que supuestamente encarnan la perfección aún existen; son más numerosas, pero tienen los mismos efectos nocivos. No obstante, gracias a las redes sociales podemos cuestionarlas, ofrecer una alternativa y demostrar que no sólo existe una apariencia única e ideal.

gloria steinem
Getty Images
Gloria Steinem durante una manifestación del Día de la Mujer en Nueva York, en 1975.

Gloria, escribes que «Los hombres con baja autoestima son los que más problemas causan a las mujeres y a otros hombres, desde condescendencias sutiles hasta violencia descarada». ¿Cómo podemos incluirlos mejor en esta conversación?

G.S.: Recuerdo que surgió un movimiento de hombres al mismo tiempo que el de las mujeres. Al igual que nosotras, se unieron e intentaron encontrar soluciones para sentirse más completos y realizados. Creo que hoy hay muchas más oportunidades para que hombres y mujeres crezcan juntos.

M.C.: Es una pregunta difícil. Por un lado, existe una empatía excesiva hacia los hombres. En algunos diarios franceses, todavía se pueden encontrar artículos sobre hombres que han matado a su esposa donde se muestra empatía por el asesino. Por ejemplo, se escribe que él no estaba contento porque ella estaba a punto de dejarlo. Es un problema enorme que borra a las víctimas y que debe parar. Por otro lado, creo que debemos buscar otras formas de mostrar empatía hacia los hombres y hacerles ver las formas en que el patriarcado puede perjudicarlos. Es un sistema que les da muchos privilegios, pero también les hace daño. No debemos renunciar a entender lo que el patriarcado hace con los hombres.

Gloria, al leerte entendemos que envejecer puede verse como una bendición. ¿Qué te ha aportado la edad?

G.S.: Por lo general, las mujeres tienen más oportunidades de ser ellas mismas antes de los diez u once años, así como después de los 50. Esto se debe a que la denominada “edad fértil”, que abarca los años en los que pueden tener hijos, les asigna roles. A veces me pregunto qué habría pensado mi yo de diez años, tan segura de sí misma, de lo que quería, de lo que pensaba y de la vida que llevaba.

M.C.: Pronto cumpliré los 50, y pienso en eso a menudo. Me parece espantoso cómo la sociedad trata a las mujeres mayores. Hace poco leí la autobiografía de Paulina Porizkova, una supermodelo de los 90 que dice que ahora, con 57 años, es invisible para los hombres. Es una mujer guapísima; no podía creérmelo. ¡Hasta a ella le pasa! Los estándares de belleza impuestos a las mujeres son una locura. Me cuesta decir que con la edad todo se calma y se vuelve fácil. Obviamente, aprendemos muchas cosas y ganamos confianza o serenidad, pero queda una injusticia. La sociedad nos da una imagen muy despreciable de nosotras mismas, una imagen que no queremos y en la que no nos reconocemos.

G.S.: Tengo 88 años, soy mucho mayor que tú, y puedo afirmar que, según envejeces, las cosas mejoran. [Risas]