Siempre he visto el vaso medio vacío, se me suele escapar un “no puedo” antes de intentarlo y odio que me digan que todo saldrá bien. Se podría decir que estoy preparada para asumir el fracaso, pero cuando la vida me da un bofetón, me duele como la que más. A las que vivimos ancladas en el pesimismo nos lo están poniendo muy difícil. Los libros de autoayuda ocupan cada vez más espacio en las estanterías y hay que reconocer que esas recetas de la felicidad encuadernadas y listas para ser descubiertas por menos de 20 euros a veces son tentadoras.

También somos cada vez más competitivos y propensos a mostrar nuestro camino hacia el éxito. Plataformas como LinkedIn e Instagram son escaparate de victorias en el trabajo, el amor y la vida en general, casi como diciendo que el éxito está ahí, al alcance de nuestra mano, y que el problema es que no estamos estirando el brazo lo suficiente. Así, ¿cómo no frustrarse?

Está claro que la actitud, el esfuerzo y el talento son vitales, pero no todo depende nosotros, así que igual no debemos fustigarnos por no estar donde nos gustaría. ¿La única garantía de lo que vendrá? Cada vez más ansiedad, obsesión y frustración. Y entonces de nada te servirá esa taza que te advertía cada mañana que lo mejor está por llegar.

¿Por qué estamos tan frustrados?

Más allá de los problemas surgidos a raíz de la pandemia, ¿vivimos frustrados? Lucía Feito, psicóloga del Instituto Psicológico Cláritas, cree que sí. Es más, advierte que es algo que tenemos muy interiorizado: “Experimentar frecuentemente que hemos fallado en algo o a alguien; estar constantemente comparándonos con los demás, considerar que hemos tomado decisiones erróneas y ahora estamos condenados a ellas, sentirnos vacíos o faltos de motivación y metas… En general, en consulta me encuentro a muchas personas que se sienten incapaces de conseguir sus objetivos, con un gran sentimiento de fracaso e inferiores al resto, y con mucha apatía y desgana por vivir”.

aprender a fracasar como gestionar la frustracion
DR 'Blue Jasmine'.

Fracasar tiene sus cosas buenas (y no hacerlo, sus consecuencias)

Le tenemos tanto miedo al fracaso que a veces nos esforzamos más en ocultar que hemos fallado que en impedirlo. Así nos estamos perdiendo una importante lección: aprender de nuestros errores y experiencias. Repítetelo: nadie triunfa a la primera. “Vivimos en una sociedad que tiende a asociar el éxito con la felicidad, con la positividad y con un falso perfeccionismo. Nos hacemos presos de la necesidad de ser admirados y reforzados por los demás, en vez de gozar de nuestra libertad y movernos por el impulso de nuestras verdaderas motivaciones”, advierte la psicóloga.

Debemos pasar del “no lo conseguiré nunca” y ser capaces de tolerar la frustración y la desmotivación como parte natural del proceso. Si no gestionamos bien este sentimiento, puede haber consecuencias, tal y como adelanta Lucía.

  • Nos volvemos perfeccionistas, rígidos y no aceptamos ayuda, lo que puede generarnos problemas de relación con nosotros mismos y con los demás. Esto puede desbordarnos y dañar nuestro sentimiento de valía, es decir, nuestra autoestima.
  • Igualmente, nos volvemos impulsivos, exigentes e injustos ya que nuestros deseos nunca son satisfechos. No veremos los pequeños avances, sólo nos castigaremos por lo que nos queda por conseguir.
  • La obsesión que resulta de ser tan exigente activa la tristeza, el miedo y la rabia, pudiendo desencadenar la aparición de trastornos de ansiedad y depresión.
  • Nuestra baja tolerancia nos hará interpretar las opiniones de los demás como un ataque. La incapacidad de ceder o dialogar desde las emociones nos hará caer en chantajes y manipulaciones que sólo generarán rechazo en los demás.

Ponte metas más realistas

A pesar de la variedad de perfiles que han necesitado apoyo psicológico durante la pandemia debido a que ha peligrado la seguridad económica, la salud, la relación de pareja… Lucía Feito de Instituto Claritas tiene claro que la incertidumbre ha sido el detonante común. “No somos amigos de la incertidumbre, del no saber qué va a ocurrir, del no tenerlo todo controlado, de que se tambaleen nuestros pilares fundamentales de vida… y esto nos pone muy nerviosos”.

Necesitamos gestionar el miedo y valernos de herramientas de autocontrol para evitar vivir en una montaña rusa emocional. Y como parte del problema de la gestión de los fracasos guarda relación con las expectativas, nos da las claves para que nuestras metas sean claras y alcanzables:

  • Ir a por ello y no esperar que las metas vengan a nosotros. Nuestra iniciativa y motivación va a ser muy importante.
  • Marcarnos metas útiles que mantengan nuestra atención centrada en el propósito y no desviarnos por el camino.
  • No tener miedo a subdividirlas: es mejor que sean pequeñas y a corto plazo ya que nos mantendremos motivados y no abandonaremos.
  • No confundir metas realistas con fáciles. Debemos conocernos y saber cuales son nuestras habilidades y puntos fuertes. Así podremos organizarnos mejor, buscar apoyos y recursos e ir creciendo poco a poco.
  • Establecer tiempos y compromisos.
  • Tomar decisiones y tener seguridad en nosotros mismos.
  • Ser flexibles y tener capacidad de reacción, no temer al fracaso y quedarnos rígidos o atrapados por los contratiempos, porque siempre los va a haber.
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Fotograma de 'Melancolía'.

¿Soy uno de ellos?

Aquí van algunos rasgos que comparte la gente que tiene un pánico exagerado a fracasar. ¿Cuántos cumples? No te valoras o no sueles estar satisfecha contigo misma, te frustras en seguida y eso te provoca vergüenza, cuando brota el miedo no lo sabes gestionar, sueles querer tenerlo todo bajo control y te cuesta ceder en tu postura… Además, abogas por el “más vale malo conocido” y te cuesta salir de tu zona de confort, sueles depender de la opinión de los demás ya que les consideras mejores que tú, cuando hay un problema huyes de él porque solo pensar en afrontarlo te genera ansiedad y, quizás, tu familia ha sido muy protectora o autoritaria contigo.

Así se debe gestionar el fracaso

Despojarnos de la vergüenza y aceptar que es una fase más de nuestra vida para dejar de vivirlo como algo negativo, empezando por ajustar nuestras emociones hasta el crecimiento. Quizás toque ajustar nuestras metas, hacer los cambios oportunos aplicando lo aprendido y, sobre todo, ser pacientes y realistas con nosotros mismos.

En definitiva, no debemos abusar de la autocrítica y aceptar nuestra parte de la responsabilidad, ni más, ni menos. “Muchas personas tienden a hiperresposabilizarse, lo cual quiere decir que asumen toda la responsabilidad o, por le contrario, responsabilizando a factores externos u otras personas de lo ocurrido, lo cual tampoco es correcto”, adelanta Lucía.

Sabemos que decirlo es más fácil que hacerlo, por eso es importante no hacerlo solos. “La búsqueda de apoyo social en nuestro entorno nos pueda ayudar a expresar cómo nos sentimos y a enfocar mejor el problema. Salirnos de nuestra visión, poder ver el problema o conflicto desde otra perspectiva y así poder flexibilizar y mejorar en nuestro crecimiento”, explica la psicóloga. Solo así haremos de un fracaso una oportunidad.

Sobre los libros de autoayuda

“La eficacia de una herramienta dependerá del uso que se haga de ella”. Lucía nos invita a no generalizar con estos textos, aunque nunca está de más observar si ha sido escrito por un profesional de la salud o no. Los “males comunes” que generalmente se reflejan son la falta de confianza, la gestión del miedo y la inseguridad. “Una persona que se encuentra en una situación de vulnerabilidad o se enfrenta a resolver un conflicto para el cual no se siente preparado, y busca ayuda y recursos para poder mejorar, es un acierto, sea un libro de autoayuda o cualquier otro recurso. Lo primero para poder abordar un problema es reconocer que se tiene y tener la motivación y responsabilidad para afrontarlo”, admite la psicóloga.

Sin embargo, cuando entra en juego la salud existen ciertos riesgos. “Mi recomendación es que, si realmente una persona se encuentra en una situación de vulnerabilidad o expresa sintomatología clínica, acuda a un especialista que pueda realizarle una evaluación adecuada y un tratamiento centrado en su persona”. Este es parte del servicio (presencial, online o a domicilio) que ofrecen a adultos y jóvenes desde Instituto Cláritas.

Igual fracasar nos hace ver que ese no era nuestro lugar o simplemente nos da el empujón para emprender otro camino. Puede enseñarnos a pasar página y a valorar otras facetas de nuestra vida. Quizás así por fin podamos ver el vaso medio lleno.