La pandemia por SARS-CoV-2 ha cambiado nuestra manera de entender el mundo y nuestro estilo de vida en diversos ámbitos: la sanidad, el tiempo libre, la nutrición, los viajes, la higiene, la salud, la política y, por supuesto, el mundo empresarial y laboral. El COVID provocó, en un primer momento, una enorme crisis que supuso el cierre de millones de empresas en todo el mundo, lo que fue acompañado del despido de millones de personas.

Pero frente a un escenario laboral sin apenas oportunidades, la fuerza trabajadora estadounidense reaccionó de una forma inesperada: abandonando sus empleos de forma voluntaria. En 2021, se calcula que 38 millones de trabajadores de EE.UU dejaron su puesto de trabajo sin ser despedidos, sin indemnización alguna. Solo por salud mental, porque estaban hartos de todo lo negativo que tenía su carga laboral.

El fenómeno fue bautizado como Gran Renuncia ('the Great Resignation', en inglés) por Anthony Klotz, profesor de gestión en la Texas A&M University, aunque desde otro punto de vista podemos entenderlo como 'el gran cambio'. Manel Fernández Jaria, profesor colaborador de los Estudios de Economía y Empresa de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) explica que "la pandemia nos ha hecho reflexionar sobre el tipo de vida que deseamos tener y valorar las cosas que son realmente importantes".

En esta parada, muchos de nosotros nos hemos replanteado el ritmo laboral que llevábamos antes de marzo de 2020. Ese cambio de ritmo hace que millones de trabajadores quieran alejarse del 'burnout', de esa sensación de desgaste en el trabajo que vivíamos hasta entonces: horas extras, sobrecarga laboral, imposibilidad de conciliar, presentismo...

La pandemia y este cambio de percepción de nuestro trabajo han provocado esta Gran Renuncia. Fernández Jaria añade: "Estamos ante un agotamiento del sistema laboral y tenemos la gran oportunidad de cambiarlo. Hasta ahora las personas que no estaban bien con su trabajo realizaban un 'despido interior' ('burnout'); ahora directamente se van".

mujer bostezando ante una máquina de escribir 1956
Science & Society Picture Library//Getty Images

Elegir el trabajo, no que el trabajo te elija a ti

Hasta ahora, era la empresa la que seleccionaba al candidato. Ahora, el profesional también escogerá, de entre varias ofertas, la que tengan otras variables más allá del salario: la posibilidad de teletrabajar, el horario flexible... Para Anthony Klotz, "el trabajo deberá encajar en nuestra vida personal en lugar de que nuestra vida personal encaje en el trabajo".

Como hemos aprendido en los últimos dos años, se puede apostar por la flexibilidad laboral y el teletrabajo y las tareas siguen saliendo adelante con igual o mejor calidad, por lo tanto es difícil que los trabajadores quieran renunciar a este nuevo estilo de vida. Si bien la presencialidad ha vuelto en muchos sectores, parece que el futuro empresarial apunta a un modelo híbrido en el que "las empresas tienden a reducir el espacio de trabajo y los costes asociados (alquiler de oficinas, etc.)", explica Pere Vidal, abogado laboralista y profesor colaborador de los Estudios de Derecho y Ciencia Política en la UOC.

Las empresas deberían reflexionar ante el 'toque de atención' que supone el fenómeno de la Gran Renuncia en Estados Unidos. Según un estudio encargado por Microsoft, más del 40 % de la fuerza laboral global está evaluando la posibilidad de cambiar de empleador este año. Mientras, Gallup asegura que el 48 % de los empleados está buscando activamente nuevas oportunidades.

Es posible que estemos ante el final de una manera de entender el trabajo y el principio de otra: la incertidumbre como parte de la vida. "Las nuevas generaciones siempre han vivido en la incertidumbre y no muestran debilidad ante los cambios. Por otra parte, las nuevas generaciones de profesionales muestran otras prioridades: el respeto al medio ambiente, una vida más tranquila, mejores condiciones de vida lejos de las ciudades, trabajar menos horas, retos y proyectos más interesantes, seguir aprendiendo…", asevera Fernández Jaria.

mujer caminando por la via del tren años 50 y 60
Debrocke/ClassicStock//Getty Images

¿Qué pueden hacer las empresas para evitar la Gran Renuncia?

Si no quieren perder el talento existente entre sus filas y/o encontrarse con el problema de que nadie desear trabajar en ellas, las empresas deben cambiar el chip y dejar de pensar que se puede volver a antes de diciembre de 2019. Según Vidal, "deberían evitar las estructuras muy jerarquizadas y rígidas, el exceso de burocracia o la 'burocracia profesionalizada'. También deberían fomentar la participación de los trabajadores, la formación, el desarrollo profesional, recompensar a las personas trabajadoras y tener tolerancia cero con los estilos de dirección y gestión de personas inadecuados».

Y todo esto, no solo para que la empresa apueste por un nuevo modelo de gestión, sino porque se puede ahorrar graves multas derivadas de que el afectado podría solicitar judicialmente la resolución indemnizada de su contrato de trabajo, "además de las sanciones administrativas que pudieran imponerse a la empresa (por ejemplo, por no evaluar debidamente los factores de riesgo psicosocial), con importantes multas", advierte.

La empresa debe buscarse las mañas para que al empleado le apetezca ir a trabajar, de forma que no se resienta su bienestar emocional ni tampoco su compromiso laboral y su rendimiento. Evitar el 'burnout', la desmotivación, el trato desigual entre compañeros, la falta de formación... es esencial para impedir la fuga de trabajadores.

trabajadora escribiendo una carta años 50
George Marks//Getty Images

¿Qué puedes hacer tú para evitar tu propia Gran Renuncia?

Estas rutinas como empleados, además de ser adoptadas por nosotros en favor de nuestra salud mental y laboral, deberían ser potenciadas por nuestros jefes, empleadores y departamentos de recursos humanos:

Ser ordenado/a

Funciona eficiente y ordenadamente en cuanto a la mesa, los materiales, la agenda, la distribución de las tareas. No somos conscientes de la cantidad de estimulación positiva queda queda escondida debajo del desorden y la mala organización.

Realiza las pausas adecuadas

Que la estimulación laboral sea agradable, no extenuante. Es importante combinar los momentos de intensidad en el rendimiento con momentos de relajación o de tareas más mecánicas. Ningún empleado quemado se acuerda de lo estimulante que era su trabajo.

Da importancia a las relaciones

Valora el tiempo compartido con los compañeros, sean presenciales o por videollamada. Es un rato que debe estar lleno de interacciones agradables, divertidas, de colaboración o de evasión. Para un ser humano no existe estímulo más complejo y, por tanto, con mayor potencial, que otro ser humano.

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Ten claro hasta dónde llegan tu responsabilidades

No asumas como tuyas las responsabilidades que otro no quiere tener. Eso ayuda a no sobrecargarse, a no quedarse corto, a no dejar de lado aspectos interesantes del trabajo.

'Carpe diem'

Si piensas que tu vida transcurre solo de viernes por la tarde a domingo, perderás muchos días de tu vida. No se puede estar haciendo permanentemente 'cuenta atrás' para saber cuánto falta para el fin de semana, el puente, las vacaciones... La vida es aquí y ahora y exige nuestra implicación en cada momento.

Repensar las funciones

No te limites a hablar con tu superior para que te mande tareas. Sé proactivo, propón ideas sobre nuevas responsabilidades que te apetezca adquirir, tareas que te gustaría asumir o todo aquello que se te ha ocurrido para estar motivado en el trabajo.

retrato de una joven junto a una máquina de escribir
Harold M. Lambert//Getty Images

Ten una visión realista del trabajo

Si tu trabajo es desagradable, no será fácil que te guste. Pero si simplemente lo percibes como aburrido, deja de frustrarte por lo que podría ser y no es: vas a entrar una y otra vez en guerra con la idea que el trabajo debe ser por fuerza algo que nos encante. No, no tiene por qué. Asúmelo.

Sé consciente del enorme valor de lo que haces

Nuestros superiores suelen ser renuentes a felicitarnos por el trabajo que hacemos y esa falta de reconocimiento se puede traducir en una baja autoestima laboral. Cuando parezca que lo que hacemos no sirve para nada, recuerda que si estamos donde estamos, es porque somos necesarios.

¿Y si soy jefe?

Tienes una responsabilidad enorme. Para evitar que algún currito huya despavorido a otro empleo o, simplemente, a su cas, reconoce con honestidad su trabajo y transmíteles seguridad sobre su continuidad y futuro en la empresa, para que el trabajador se sienta comprometido.

En definitiva, empresa y trabajador tienen que cambiar el 'chip' para no considerar que las jornadas laborales de 9 a 6 es eso que sucede entre vacaciones y vacaciones o entre fines de semana y que hay que quitarse de encima cuanto antes. Dentro de lo posible, y con la que está cayendo, una correcta posición ante nuestro trabajo hará que seamos (algo) más felices y productivos. Seguro que compensa.