Como dice nuestra jefa 'psico', Silvia Congost, puedes encontrarte personas tóxicas en cualquier ámbito de tu vida, y por supuesto también en el laboral. Los jefes tóxicos son esos superiores con opiniones cambiantes; que tratan mal a sus trabajadores humillándoles, despreciándoles o excluyéndoles o que es capaz de echarte la bronca del siglo para, al cabo de un rato, hablarte como si nadie hubiera pasado.

¿Cómo se puede explicar la existencia de jefes tóxicos en el trabajo? ¿La maldad que muestran tiene una justificación, una finalidad o un límite? ¿No existe nadie que pueda detenerlo? ¿Por qué tienen tanta impunidad aparente? ¿Es cierto que, si están ahí arriba, es por su capacidad de liderazgo o por sus conocimientos de negocio?

Nada de eso. Según Steve Taylor, escritor y profesor de psicología en la Universidad Leeds Beckett e investigador de psicología transpersonal, un jefe tóxico es, básicamente, un líder hiperdesconectado. Esta es una de las ideas que subyacen en su nuevo libro 'DesConectados. Las raíces de la crueldad humana y cómo la conexión puede salvar el mundo', publicado en España por Ediciones La Llave, un volumen que pretende aclarar conceptos y darnos a entender por qué las personas más crueles acaban ocupando puestos de poder en la política, la empresa... o la delincuencia.

En su obra, Taylor distingue claramente las personas conectadas de las desconectadas. Una persona conectada es aquella que tiene una gran capacidad de ponerse en el lugar de los otros, de "adoptar la perspectiva de los demás y sentir su sufrimiento", por lo que acaba siendo altruista y empático.

En cambio, las personas desconectadas con aquellas que están aisladas de los demás. No les importa nada el resto de personas porque son incapaces de sentir nada, no empatizan con el sufrimiento del resto. Así que no tienen ningún reparo en hacer daño a quienes le rodean, acusando una personalidad vengativa e incluso sádica. ¿Te suena de algo?

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El jefe tóxico, la maldad y la psicopatía

Como los líderes hiperdesconectados no tienen capacidad para la empatía, "no le importan los derechos de los demás, ni la opresión ni la inseguridad", explica Taylor. Pero... ¿por qué un líder desconectado deriva en la maldad? Según el autor, por dos motivos: primero, por la falta de empatía; segundo, por el estado de extrema separación que viven con respecto a los demás. "Estos sentimientos general el deseo de acumular poder y riqueza y de dominar a los demás. Básicamente, tratan de fortalecerse y completarse ganando poder", señala el experto.

Si bien las personas hiperdesconectadas, en una clase social baja, pueden acabar en la delincuencia, cuando si origen es más privilegiado no es rato que alcancen mejores puestos sociales, con un liderazgo mayor. El experto lo tiene claro: "El entorno empresarial es ideal porque, en lugar de castigarles por su inclemencia y crueldad [como en los entornos criminales], se les recompensa ampliamente".

Para las personas desconectadas que buscan alcanzar el poder, el mundo de los negocios les ofrece un camino rápido y sin obstáculos. Según un estudio de la Universidad de San Diego, un 12% de los altos directivos corporativos presenta rasgos psicópatas. Otro estudio dirigido por el profesor de liderazgo Clive Boddy, demostró que cerca de un tercio de los trabajadores han sido dirigidos por un psicópata al menos en una ocasión durante su vida laboral.

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¿Cómo es posible que ascienda un jefe psicópata?

Pero... si todos los trabajadores se dan cuenta de que su superior es tóxico, ¿cómo puede ser que acabe medrando en la empresa? La descripción de Steve Taylor es terrorífica: ascienden por su impulsividad y falta de reflexión (que se confunde con confianza), su crueldad (que se confunde con capacidad de decisión), su carisma y su encanto manipulador. En definitiva, el experto explica que las empresas autorizan a profesionales hiperdesconectados que "pisotean de forma rutinaria a cualquiera que se interponga en su camino".

Las empresas claramente se equivocan al promocionar este tipo de perfiles, puesto que son capaces de tomar decisiones incorrectas creyéndose infalibles y pretendiendo tener unos conocimientos de los que en realidad carecen. Pero no solo eso: que el jefe sea un psicópata es completamente nocivo para la cultura de la empresa y el bienestar de los trabajadores.

"Los psicópatas corporativos generan conflictos y desconfianza y promueven una cultura de acoso y competencia despiadada, lo que daña la moral del personal y la reputación de la empresa", asevera Taylor. "Provocan bajos niveles de satisfacción laboral, una reducción de la productividad y una alta tasa de reposición de personal. Esto se debe no solo a sus rasgos narcisistas, sino también a que no son particularmente buenos en su trabajo, ni son inteligentes ni sagaces", añade el experto de 'DesConectados'.

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Pero si como compañero era simpático, ¿qué ha pasado?

La respuesta a por qué las empresas promueven estos perfiles viene de que tienen equivocado el concepto de un buen líder. Para ellas, el liderazgo es cuestión de competitividad, crueldad, distancia con los empleados... Y estos psicópatas desconectados cumplen a la perfección con los requisitos.

Otro caso que sucede muy a menudo con los jefes tóxicos es que antes eran compañeros o no tenían un cargo tan alto y 'molaban': eran empáticos y responsables, el colega atento perfecto. Pero cuando alcanzan el poder se vuelven insensibles. Taylor lo explica con un fenómeno titulado la 'trampa del liderazgo'.

Cuando un equipo hace bien un trabajo, el comité de dirección no suele felicitar a los trabajadores, sino al mando intermedio; por lo que este acaba creyéndose que la responsabilidad del éxito es suya exclusivamente. Así, el 'manager' se acaba viendo como alguien especial o superior y el resto de su equipo se llena de resentimiento.

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¿Qué podemos hacer ante un jefe cruel, desconectado y psicópata?

Una vez explicada la relación entre los jefes tóxicos y la falta de empatía, cabría plantearse qué hacemos con ellos. Steve Taylor aboga por alejar a los líderes desconectados de los puestos de responsabilidad, que deben recaer en personas "éticas y altruistas", aclara. Concretamente, el experto Clive Boddy señala que las empresas deben ser responsables de "evaluar si los candidatos a puestos de liderazgo presentan rasgos psicopáticos, porque la psicopatía y el éxito de la organización son incompatibles".

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La clave para las empresas es que, si no quieren ir directas a la ruina, busquen líderes empáticos y altruistas. Líderes que estén dispuestos a la conexión con los empleados, que escuchen y entiendan su sentimiento y que comprendan que el éxito de un equipo no es el éxito de quien lo dirige, sino de todos los trabajadores.

Taylor da un último apunte: que estemos conectados con los demás no quiere decir que perdamos nuestra individualidad; todo lo contrario, "el estado humano ideal es aquel que permite una identidad individual al mismo tiempo que percibimos nuestra unidad esencial con todas las formas individuales y con el mundo en su totalidad", subraya.

Un concepto que el psicólogo repite a menudo es el de la relación entre el poder y la corrupción, y lo hace citando a Lord Acton, historiador y político británico del siglo XIX: "El poder tiende a corromper y el poder absoluto corrompe absolutamente. Los grandes hombres casi siempre son hombres malvados". Está todo dicho.