La vuelta de las vacaciones se plantea, en cada ocasión, da igual que sea el verano, la Semana Santa o las navidades, como un auténtico 'ocho mil' que hay que escalar con resignación y pocas ganas. ¿Exageramos o no? Desde luego, ser productivo a la vuelta del trabajo es uno de los hándicaps con los que nos enfrentamos, pero también lo es simplemente poner el despertador, madrugar, ser consciente de que la realidad laboral está aquí y de ir a trabajar semana tras semana quizás con pocos alicientes.

Cuando terminan las vacaciones (y también cuando llega el domingo por la tarde), muchos trabajadores sienten un miedo desproporcionado e intenso al pensar al volver al trabajo; es decir, padecen ergofobia, un trastorno mental laboral que quizás no tenías en el radar pero que los expertos están comenzando a abordar.

La ergofobia es un término que se utiliza para describir el miedo o la aversión a trabajar o a realizar tareas laborales. Las personas que experimentan ergofobia pueden sentir ansiedad, estrés extremo o incluso pánico ante la idea de tener que desempeñar un empleo o cumplir con sus responsabilidades laborales. Este miedo puede ser tan intenso que afecta negativamente su calidad de vida y su capacidad para mantener un trabajo.

Así, la ergofobia provoca un elevado sufrimiento, que puede manifestarse de diversas formas: ansiedad, preocupación constante, pensamientos negativos y hasta síntomas físicos. ¿Y por qué surge? Como consecuencia de un ambiente laboral estresante, haber experimentado algún acontecimiento negativo en él o tener la percepción de no ser capaz de realizar las funciones del puesto de trabajo de manera adecuada y tener miedo a ser rechazado por los demás. También puede derivarse de problemas de salud mental como la ansiedad o la depresión o problemas de salud física que dificultan el trabajo, entre otros.

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El tratamiento para la ergofobia implica terapia psicológica, como la terapia cognitivo-conductual, para abordar los miedos irracionales y desarrollar estrategias para superarlos. También es importante tratar las causas subyacentes, como problemas de salud mental o física, si están presentes.

La psicóloga Pilar Guerra Escudero nos da tres estrategias para afrontar la ergofobia, si piensas que puedes padecerla:

  1. Establecer una rutina gradual. Si sientes que la idea de regresar al trabajo es abrumadora, considera la posibilidad de establecer una rutina gradual. "Comienza con actividades relacionadas al trabajo en un entorno cómodo", explica Guerra Escudero.
  2. La comunicación es clave. La experta propone hablar con tu empleador o supervisor sobre tus preocupaciones; posiblemente pueda facilitar encontrar soluciones juntos, como horarios flexibles o un ambiente de trabajo donde te sientas cómoda/o.
  3. Buscar a un profesional. La ergofobia, como cualquier otro miedo, no define a una persona. Reconocer el problema y buscar ayuda son los primeros pasos para superarlo. Con las estrategias adecuadas y el apoyo necesario, es posible superar la ergofobia y tener una vida laboral plena y satisfactoria.