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Ni Margot Robbie ni Jeremy Allen White (un segundo de aplauso a los creadores de su anuncio para Calvin Klein, por cierto) han sido las estrellas de los ‘Globos de Oro’ pese a que todo hacia indicar que la noche sería de ellos. Lo sentimos por el cine, pero los premios, sus estrellas y sus discursos (cada vez más estructurados para parecer salidos del Club de la Comedia y ser compartidos en redes) han logrado ensombrecer la presencia de Kylie Jenner y Timothée Chalamet, que han hecho de la velada una romántica cita repleta de carantoñas y miradas cómplices. Incluso la cuenta oficial de Instagram de los premios ha subido un vídeo bajo el título “Date night” en el que la pareja se mira con devoción y se da un beso más casto que libidinoso, ese que por cierto ha hecho a más de uno preguntarse si realmente hay pasión en esa relación o si es todo una elaborada mentira, como veremos en unos instantes…
Pero antes de adentrarnos en un caso digno de Jessica Fletcher, es importante señalar que si el protagonista de 'The Bear' hubiera acudido con Rosalía a los premios, el titular de la noche se lo habría llevado la pareja, quedando así claro que nos encontramos en un momenton en el que el capital romántico es el que cotiza al alza.
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Tras un 2023 repleto de sorprendentes rupturas, internet ha encontrado en esta insospechada pareja una nueva esperanza. Para comenzar, porque tras los vaivenes amorosos de Jenner, una nueva relación nos incita a pensar que incluso tras una ruptura tormentosa hay posibilidad de volver a enamorarse. Para continuar, porque tenemos la impresión de estar asistiendo a la evolución de su relación a tiempo real. Todo ello sin olvidar el hecho de que desde la más tierna infancia, hemos sido educados para admirar a los demás: a nuestros padres, a nuestros tutores/superiores y cómo no, después, a las celebridades. Es aquí donde entran en marcha las relaciones parasociales, esas conexiones unilaterales según las cuales creemos estar cerca de personajes conocidos que en realidad, no saben siquiera de nuestra existencia. Aunque sobre el papel suena ciertamente 'creepy' (del 'like' a enviar una carta con recortes de periódico a la celeb en cuestión bien podría haber una mala tarde de separación), en realidad este tipo de relaciones puede ayudarnos a recuperar la esperanza, ver que es posible recuperarse de una ruptura o aprender alguna lección de las elecciones de los demás.
Otro aspecto fascinante de la relación es que encaja a la perfección en la estructura actual que siguen los romances sorpresa: comienzan los rumores acerca de una relación insospechada (fue el caso también de Kendall Jenner y Bad Bunny), las redes vuelcan sus opiniones online, salen unas imágenes que demuestran que los rumores eran ciertos y los internautas se convierten en los jueces del nuevo amor pese a que nadie les ha preguntado.
Por otro lado, siguiendo esa corriente detectivesca que se ha instaurado en nosotros de la mano del furor por los ‘true crimes’, muchos se han empeñado en ver en esta historia de amor una patraña de marketing. Muchas relaciones entre celebridades son señaladas como ejercicios publicitarios. Mientras que antes lo habitual era pensar mal de los romances nacidos durante rodajes o grabaciones musicales, sirviendo entonces el fauxmance (romance falso) como herramienta de publicidad, ahora estas relaciones ajenas a coincidencias profesionales sirven para capturar la esquiva atención del público y de los medios, logrando de esta forma que los contratos publicitarios y las propuestas laborales crezcan gracias a esa notable y creciente popularidad alimentada mediante las artimañas de un Cupido forzado a trabajar.
Lo sorprendente es que estas relaciones resultan rentables para los famosos y son el salseo preferido de los internautas, que sacan su gabardina en clave Carmen Sandiego, su lupa y sus dotes detectivescas y se empeñan en echar por tierra esa supuesta relación. Mientras tanto, es más que probable que Jenner y Chalamet estén en Calabasas tomando un Margarita y disfrutando de la vida en rosa ajenos a todo.
Estas acusaciones emergen con especial rabia cuando hablamos de una relación que no se alinea con la visión que alguien tiene de una celebridad o cuando la pareja no encaja con los estándares asentados. Es precisamente lo que pasa con el noviazgo entre Selena Gomez y Benny Blanco, que al tener una belleza canónica, ha empujado a muchos fans de la cantante a criticar la relación, algo que cómo no, es lo que pasa también con Kylie y Timothee. En la relación que hoy nos ocupa al haber sido el absoluto Oppenheimer de la gala de los Globos de Oro, entra en juego además una pincelada bien machista. Muchos se preguntan constantemente de qué hablará la pareja, pues consideran que el actor, estrella de películas independientes (olvidemos para siempre un momento Wonka), es sumamente inteligente, y no es casualidad que su cine se suela vincular con películas que son del agrado del público masculino.
Ella, como gurú de la belleza, es mirada por encima del hombro, porque para sorpresa de nadie, lo que interesa a las mujeres es siempre considerado como algo inferior. Una vez más, el interés por la belleza y por el físico es vapuleado, mientras que quien prefiere Baudelaire al espejo es ascendido inmediatamente un estatus superior. Debajo de cada meme que se burla de la pareja, subyace la presunción de que son intelectual y profesionalmente incompatibles. Un detalle: puedes saberte de memoria 'Las flores del mal', estar al tanto del último desfile de Schiaparelli y pintarte los ojos con la maestría de Pat McGrath sin que el mundo explote, porque ninguna de estas cosas es excluyente. Preocuparte por delinearte los labios con maestría no quiere decir que no sepas construir una subordinada. Que te interesen la moda y la belleza no te convierte en un paramecio. Pensar lo contrario, en cambio, sí te señala como un esnob.
Por cierto, participar en películas indie o de autor no te convierte en alguien automáticamente inteligente, del mismo modo que saber cómo hacer un buen contouring no te transforma en un helecho. Lo preocupante es que sigamos presuponiendo determinadas cosas sin caer en que estamos poniendo en marcha un discurso misógino. No olvidemos que este tipo de comentarios ya emergieron para poner en duda la relación de Marilyn Monroe y Arthur Miller, quedando claro que el mito de la mujer bimbo sigue bien presente en la actualidad. Ah, un detalle más a tener en cuenta. En 2018, el ex de Jenner, Travis Scott, dijo a la revista 'Rolling Stone' que la gente desconoce cómo es Kylie realmente. “Dan por hecho ciertas cosas y presuponen algunas cosas lamentables. Es fan del cine de Tim Burton y de Wes Anderson”, aseguró Travis Scott. Para algunos, sus palabras fueron tan sorprendentes como la imagen de Monroe leyendo el Ulises de Joyce.
En resumidas cuentas, nos obsesiona la relación de Kylie Jenner y Timothée Chalamet porque es insospechada y sorprendente, porque funciona como un salvavidas en un mar repleto de relaciones hundidas, porque une dos mundos de la cultura pop aparentemente contrapuestos y porque nos permite analizar cada cita como si estuviéramos en La Ventana Indiscreta versión dating. Si vemos en este amor un salseo divertido, todo está en orden. En cambio, si creemos que en la relación hay un desequilibrio intelectual, entonces, queridas, sí tenemos un problemita entre manos...
