¿Sabías que de media, la imagen de un menor ha sido compartida en Internet 1.300 veces antes de que cumpla 13 años? Esta práctica es tan habitual que incluso cuenta con un término propio que lleva en el diccionario Collins desde 2016: sharenting. Se trata de un anglicismo que deriva de las palabras share (compartir) y parenting (paternidad) y que hace referencia a la práctica por parte de los padres de compartir fotos de sus hijos menores en la red.

Se suben más de 95 millones de fotos al día en Instagram y más de 300 millones en Facebook

Por un lado, nos encontramos con el disfrute de convertir nuestras vidas en una película que sentimos ha de ser contada en las redes. De hecho, se estima que en Instagram se suben más de 95 millones de fotos al día en todo el mundo, mientras que en Facebook, la cifra supera los 300 millones. Por otro lado emerge el negocio de las familias 3.0, esas que han encontrado en el storytelling de la familia feliz un business en el que desde el primer test de embarazo positivo hasta la primera ecografía (sí: la primera imagen de una persona está ya en las redes antes siquiera de su nacimiento y por supuesto, sin su consentimiento) son compartidos y monetizados.

El fenómeno influencer ha permitido a personas previamente desconocidas adquirir altos niveles de popularidad mediante la exhibición de imágenes que recrean sus actividades, sus intereses o su vida cotidiana. Las instamadres son influencers que comparten en la red social Instagram contenido relacionado con su vida familiar, mostrando con frecuencia a sus hijas e hijos pequeños. En sus publicaciones, se aprecia alta presencia de marcas comerciales, pero la naturaleza de la relación que mantienen con la publicidad no siempre es clara. Mediante una ficha ad hoc, se han analizado 1.000 publicaciones de diez cuentas de instamadres populares para cuantificar la frecuencia con la que muestran en ellas a menores y la presencia de marca", indica el estudio ‘Exposición de menores en Instagram: instamadres, presencia de marcas y vacío legal’.

"Es necesario regularla aparición en estas cuentas de menores y cómo se hace publicidad"

Señalan que en el 45,6 % de los posts analizados aparecen menores, y estas publicaciones reciben un 41% más likes que aquellas en las que no los hay. En más de la mitad de las publicaciones analizadas aparecen marcas comerciales, y se percibe un incremento al respecto entre 2019 (43,3 %) y 2020 (63,5 %). "Sólo en una de cada cinco ocasiones en las que hay una marca se explicita que es publicidad, y por tanto, hay alguna remuneración. Nuestro trabajo demuestra que los niños y niñas son elementos frecuentes en las cuentas de sus instamadres, y contribuyen a generar comunidades grandes y atractivas para la industria publicitaria. Es necesario regular tanto la aparición en estas cuentas de menores, como el modo en el que se hace presente la publicidad en ellas”, asegura el citado estudio.

El 81% de bebés está en Internet antes de cumplir 6 meses

Nos hallamos ante el capital de la familia, y el problema de compartir imágenes de menores en las redes sociales (un informe de AVG señala que el 81% el porcentaje de bebés que está en Internet antes de cumplir 6 meses) es que al poder ser identificada su identidad, o al poder la fotografía utilizada de manera inapropiada, esta práctica puede derivar en potenciales riesgos para su seguridad.

"Es fundamental fomentar el uso consciente de la fotografía"

Qui Marín, Head of Southern Europe de Cheerz, comparte con ‘Elle’ los resultados obtenidos del Estudio Cheerz ‘Uso de la fotografía entre los españoles’. “De él se desprende que uno de cada cuatro encuestados declara que le encanta compartir fotos de sus hijos en redes sociales, cifra que se dispara al 30 % entre las madres de entre 31 y 45 años. Lo cierto es que aún queda mucha concienciación y educación en este sentido por hacer. Para nosotros es fundamental fomentar el uso consciente de la fotografía. Es algo en lo que como compañía creemos firmemente desde distintos ángulos: tanto desde el punto de vista de cuidar el contenido que se fotografía y el uso que se va a dar a esa foto, como el hecho de no acumular fotos innecesarias en el móvil” explica.

"Los datos de localización permiten que otras personas sepan dónde están nuestros hijos e hijas"

Como señalan desde Pantallas Amigas, hay imágenes que subimos a las redes que se borran y son empleadas para campañas publicitarias sin nuestra autorización. Hablamos de fotografías que se pueden descargar de Internet sin nuestro conocimiento para que después, manipuladas o no, vuelvan a subirse al universo online. “Por ejemplo, los datos de localización permiten que otras personas ajenas a nuestro entorno sepan dónde están nuestros hijos e hijas en todo momento. Además, también les exponemos a otros riesgos”, advierten.

"En la mayoría de los casos, se pierde el control sobre las fotos cuando se publican"

Pero entonces, aunque se compartan las imágenes en perfiles privados, ¿pasan estas a ser "parte" de internet? Responde Qui Marín. “Cada red social cuenta con una protección de datos y normas de uso diferentes, por lo que existe la posibilidad de que esas imágenes se conviertan en parte de internet, por supuesto. Pero en la mayoría de los casos, se pierde el control sobre las fotos desde el momento en que estas se publican. Muchos progenitores desconocen que las imágenes que se suben a las redes sociales se pueden comprar por otras empresas y ser utilizadas sin el permiso”, asegura antes de señalar la existencia del riesgo relacionado con la vulnerabilidad de la seguridad, ya que, aunque un perfil sea privado, no se garantiza que se proteja por completo de accesos no autorizados.

Por si fuera poco, entran en juego las brechas de seguridad, los potenciales hackeos o accesos a terceros, que puedan emplearlo para divulgación de imágenes que se compartieron en una primera instancia en forma privada. “De igual modo, las capturas de pantalla y descargas de las personas con acceso pueden tener una repercusión a la hora de compartir las imágenes. Además, con la llegada de la IA, aumenta el riesgo de que se puedan alterar las imágenes y ser utilizadas para usos delictivos. Aquí la clave son las políticas de privacidad, que pueden evolucionar y cambiar, de forma a que afecte o mejore en este tipo de caso”, asegura.

En el confinamiento proliferó la práctica de compartir imágenes familiares de menores de edad

Nos hemos acostumbrado tanto a ver a celebridades e influencers compartir cada instante de su vida, que hemos adoptado sus fórmulas (pese a que ellos lo hacen por motivos económicos) a nuestro día a día. Por eso, no es de extrañar que nuestro círculo cercano se comporte como ellos y presuma de familia en sus redes. Esta práctica se fomentó durante la pandemia, pues en el confinamiento proliferó la práctica de compartir imágenes familiares de menores de edad. Hablamos de un marco que encontró en la tecnología y en las redes las ventanas hacia ese ocio, trabajo o relaciones personales que nos habían sido despojados.

Publicar informaciones personales sobre el niño sin su autorización puede crear conflictos

Como indicamos anteriormente, el contenido con menores recibe un 41% más de 'me gusta' que aquellos en los que no aparecen, por lo que quienes suben fotos de sus hijos reciben esa validación externa generadora de dopamina, que hace que compartir estas imágenes se convierta en un caramelo al que es complicado renunciar. “Compartir fotos tiene su lado positivo, sin duda, pero la parte negativa existe y se debe ser consciente de ello. Hay que tener en cuenta que la información compartida en la red puede quedarse durante muchos años, incluso aunque los padres la hayan borrado. De esta manera, esto puede tener un impacto negativo sobre la reputación del niño en el futuro. El hecho de publicar informaciones personales sobre el niño sin su autorización puede crear conflictos entre los padres y los hijos, ya que estos no eligen compartir la información y puede estar en contra”, indica Marín, que explica que la creación temprana de una huella digital pone en evidencia la importancia de educar a los niños sobre el uso correcto de las redes sociales, los riesgos que existen y la buena gestión de su imagen en línea.

Tener guardadas mil fotos en el teléfono consume el equivalente a cargar 8 móviles;

Por si fuera poco, compartir fotos y subirlas a redes también contamina. El estudio de Cheerz indica que el almacenaje de fotografías en la nube, compartirlas en redes, enviarlas, etc., consume mucha energía que emite toneladas de CO2 a la atmósfera. Resulta llamativo que una de cada tres de las fotografías que los españoles conservan en su móvil no tienen ninguna relevancia para ellos, cuando tener guardadas mil fotos en el teléfono consume el equivalente a cargar 8 móviles; es decir, en España corresponde al consumo de 240 millones de móviles cargando. “Según nuestro estudio, el 46% de los españoles o no imprime nunca fotos o sólo lo hace en ocasiones muy especiales y acontecimientos. Sería mucho más responsable, social y medio ambientalmente, unas prácticas de higiene digital activas, en las que elimináramos todo aquello que realmente no necesitamos e imprimiéramos aquellas imágenes que queremos conservar como recuerdo. Asimismo, evitaríamos la sobreexposición de los menores de edad en las redes sociales y su huella digital antes de incluso alcanzar la mayoría de edad”, revela Qui Marín.