En la edad de oro de la novela de detectives -esa que empezó tras los pasos del Sherlock Holmes de Arthur Conan Doyle- destacan nombres de autores como Agatha Christie, Chesterton o la mucho menos conocida en España Dorothy Sayers. Esta última no solo creó al atildado y snob detective Lord Peter Wimsey, sino que su propia existencia tuvo un misterio, pero no de los que suelen protagonizar ese tipo de libros, sino de los más humanos y conmovedores.

Tenía el aire de la típica británica respetable de principios del siglo XX, pero Dorothy, con su cristianismo militante y su personalidad cáustica, en realidad se salía de lo común desde siempre. Hija de un pastor, fue una niña culta y despierta que llegó a estudiar lenguas modernas y literatura medieval en Oxford, en un tiempo en el que a las mujeres se les permitía asistir a clases y examinarse pero no obtener un grado universitario como tal, por muy altas que hubiesen sido sus calificaciones.

Cuando en 1920 la universidad empezó a realizar ceremonias de entrega de títulos para las antiguas alumnas que ya habían estudiado allí desde décadas atrás, Dorothy fue una de las primeras en obtener un título que debería haberle pertenecido cinco años atrás.

dorothy l sayers
Graham Turner

Decidida a ganarse la vida por sí misma, Dorothy trabajó como maestra, lectora editorial y pronto fue contratada por una empresa de publicidad. Suya fue la idea del tucán de la cerveza Guinness, junto a jingles de éxito asociados a esa y otras marcas. Mientras, escribía poesía, sobre todo del temática cristiana, y pronto probó suerte con el género que hacía furor, la novela-problema, creando al exitoso Wimsey. Y a principios de la década de los 20, a los 29 años, Dorothy se topó con el primer amor de su vida.

cartel de la cerveza guiness con un tucán
Picture Post

John Cournos era un escritor y poeta que había huido de Ucrania -parte entonces del imperio ruso- a Estados Unidos a los diez años escapando de los pogromos. Se enamoraron locamente, pero no fue una relación feliz: ella quería casarse y tener hijos, mientras que él se negaba, aduciendo que para estar seguro del amor de Dorothy, ella debería irse a vivir con él sin casarse, mandando a tomar viento toda convención burguesa.

No llegaron a tener relaciones sexuales completas. Ella, que era al fin y al cabo hija de un clérigo, se negó, acabaron rompiendo y él regresó a Estados Unidos sin despedirse, donde aduciría que sus requerimientos habían sido una “prueba” de amor que Dorothy había fallado.

Al poco, Cournos se casó con otra mujer, Helen Kestner, que además también era escritora y para más inri, de novelas de misterio (algunas las publicaría con el nombre de Sybil Norton). Dorothy lo novelizó todo en su libro "Veneno mortal", en el que la protagonista, la escritora Harriet Vane, es la principal sospechosa del asesinato de su ex novio, con el que había vivido idénticas circunstancias a las de la vida real. En el libro, el personaje declaraba: "No me gustó que me ofrecieran matrimonio como premio por mala conducta".

El dolor de Dorothy por lo ocurrido no se plasmó solo en lo literario. Al poco de la ruptura con Cournos inició un romance con Bill White, un vendedor de coches en paro y casado. En esta ocasión, las relaciones sexuales sí llegaron a la penetración, y esto tuvo un resultado no por lógico menos problemático: en enero de 1924 Dorothy dio a luz a un bebé, John Anthony.

El quedarse embarazada fuera del matrimonio -pese a utilizar métodos anticonceptivos que se ve que no fueron muy efectivos- era material de escándalo lo bastante grande como para acabar con su reputación y su carrera. Dorothy se propuso mantener el embarazo en secreto ante su familia, su círculo social y seguir siendo una mujer independiente. No era tarea fácil. Durante los últimos dos meses de embarazo, a sus padres les dijo que estaba ocupada reescribiendo parte de una novela de Wimsey, y a sus jefes, que estaba enferma.

En cuanto Bill White supo que su amante estaba embarazada, se desentendió por completo de la situación. Por el contrario, la esposa de White la ayudó a encontrar una institución en la que dar a luz y se ocupó de alimentar a su gato y cuidar su apartamento durante las semanas que ella estuvo fuera.

dorotthy sayers
Keystone Features

Sabemos qué ocurrió durante aquel tiempo porque Dorothy se lo contaría en cartas a Cournos, con el que retomaría una relación epistolar (él escribiría su versión de su relación una década después en su libro "The Devil is an English Gentleman"). En sus cartas, Dorothy relata que el parto fue para ella una demostración de que su cuerpo era capaz de hacer cosas maravillosas, aunque "no estaba acostumbrada al éxito en ninguna sensación física".

Claro que una vez ocultado el embarazo, no es tan sencillo hacer lo mismo con un bebé recién nacido. Por suerte para Dorothy, tenía un recurso muy cercano: su prima Ivy Schrimpton se dedicaba a cuidar niños en acogida, así que contactó con ella recurriendo al típico subterfugio de "es para una amiga". Al poco de haberle entregado a John, le contó toda la verdad: que ella era la madre del pequeño y que nadie en su familia debería enterarse.

Dorothy se ocupó de pagar los gastos de John Anthony, su educación, y le visitaba con frecuencia, pero sin decirle jamás que ella era su madre biológica. En 1926, la escritora se casó con el capitán Oswald Atherton 'Mac' Fleming, divorciado y veterano de la primera guerra mundial al que el conflicto había dejado secuelas físicas, emocionales y un problema con la bebida.

Estuvieron casados hasta la muerte de Mac, en 1950, pero el matrimonio tuvo muchos problemas, en parte derivado por las largas temporadas que él pasaba sin trabajo y le hacían depender de su esposa, para su disgusto. Aunque al principio parece que Dorothy esperaba que se llevasen a John Anthony a vivir con ellos, eso nunca ocurrió. Cuando el niño tenía 10 años, Dorothy lo adoptó de forma no oficial, con lo que el pequeño recibió el apellido de Fleming. Para él, su madre seguía siendo "la prima Dorothy". La verdad no se supo hasta que la escritora falleció en el 57, dejando todas sus pertenencias y legado a su único hijo.

Aquella maestra de la intriga, amiga de Tolkien o CS Lewis, parte activísima del Detection Club, traductora al inglés de 'La divina comedia', había arrastrado un secreto durante casi toda su existencia.