¿Cómo se puede practicar el amor propio mientras intentas modificar tu cuerpo? ¿Es eso posible?

Como nutricionista experta en salud para todas las tallas, y liberación corporal te puedo decir que sí al 100%.

El amor propio no es exclusivo para personas que ya están iluminadas y siguen un camino de aceptación corporal.

No se trata de ser perfectas, se trata de aceptar que podemos demostrarnos amor y respeto, justamente, sin tener que serlo.

El amor propio tiene cabida para todas, no depende del tamaño o forma corporal tampoco. Se trata de honrar y cuidar de nuestro cuerpo independientemente de cómo nos veamos, de las dietas que hagamos, y de si hacemos 10.000 pasos o nos pasamos el día echadas en el sofá.

Ahora ¿Eso significa que puedo sentir amor por mí si me someto a una restricción extrema y un régimen alimentario de los 90?

Pues, depende.

Si estás en una restricción alimentaria porque tienes intolerancia a la lactosa, y no estás comiendo lácteos, ahí la restricción es un acto de amor propio.

Evitar pasar un rato con malestar digestivo, dolor de tripa, hinchazón, gases, etc., es una forma de honrar y cuidar nuestro cuerpo.

Pero, si la decisión de hacer una dieta viene desde el odio a cómo se ve tu reflejo en un espejo, el miedo de mostrar tu cuerpo en la playa o a desde la vergüenza de no usar cierta ropa por cómo se ven tus brazos… Quizá ahí no es tan compatible.

No es porque una persona necesite del amor propio para trabajar en todas esas inseguridades, o para enfrentar las presiones estéticas y los estándares de belleza; no se puede combatir nada de eso solo con amor propio.

La decisión de hacer esa dieta o de modificar nuestro cuerpo, viene desde el odio, desde la obsesión, el miedo, el desprecio, la vergüenza y la culpa. Y ninguna de las anteriores son saludables.

Entonces ¿Cómo podemos incluir amor propio a nuestro menú, aunque estemos haciendo una dieta?

Cambiando la perspectiva, y entendiendo que la salud no tiene una talla única.

Esto se hace con alimentación intuitiva, escuchando tus señales de hambre y saciedad (comer cuando tienes hambre, y dejar de comer al estar llena), escogiendo alimentos que te nutran y llenen de energía, dejando de juzgarte por todo lo que comes, o moviendo nuestro cuerpo desde el disfrute y la conexión, no desde el castigo.

En vez de hacer una dieta para cambiar tu cuerpo porque lo odias, ser esclava de la balanza, y criticarte cada vez que pases frente a una vitrina, prueba un camino de liberación corporal y aceptación.

Querer adelgazar no tiene nada de malo, pero pensar que adelgazar te dará toda la felicidad y éxito del mundo, especialmente mientras te haces daño con una dieta restrictiva, no tiene ningún sentido.

Practicar amor propio y hacer dieta puede ser engañoso si no conoces tu motivación. Aceptar tu cuerpo y nutrirlo desde la compasión y el respeto no significan dejar de cuidarte, ni perder el control.

Para vivir con menos culpa y más confianza en tu cuerpo, disfrutando de comer con placer y nutrición verdadera puedes empezar ya. Mereces vivir en libertad sin tanta restricción, tengas la talla que tengas.