Para que te hagas una idea: la temática relacionada con la nutrición supone más de la mitad (54%) de las fake news. “Mucha de la información falsa que se difunde carece de evidencia y base científica. Se realiza para crear alarma o desprestigiar a alguna marca, persona, producto o alimento”, aseguran los médicos que han participado en el I Estudio sobre Bulos de Salud, editado por el Instituto #SaludsinBulos y Doctoralia.

Te descubrimos algunos de los principales bulos sobre alimentación que circulan y que han sido desmontados por la I Guía de los Bulos en Alimentación, escrita por Gemma del Caño, Pablo Ojeda y Beatriz Robles.

El pan quemado de las tostadas provoca cáncer.

No es exclusivo del pan, también se forma con el tratamiento térmico de patatas, croquetas, bollería, café y cereales de desayuno. ¿Qué ocurre exactamente? Que al someterse éstos a altas temperaturas (por encima de 120 ºC) se forma acrilamida, un compuesto clasificado por la IACR (International Asociation of Cancer Registries) como probablemente carcinogénico para humanos.

Pan tostado
10'000 Hours

“Para que esta sustancia aparezca, el alimento tiene que tener, además, azúcares reductores y aminoácidos (fundamentalmente asparagina)”, añade Beatriz Robles, nutricionista y tecnóloga de alimentos. ¿Cómo reducir su aparición? “Estos alimentos no deben cocinarse por encima de 170ºC y tienen que adquirir un color tostado, evitando el marrón oscuro”, aconseja la experta.

La panela es mejor que el azúcar, por ser un producto natural.

Entre un 80% y un 90% de la composición de la panela es exactamente la misma que la del azúcar blanco (sacarosa), y el resto es agua, minerales (potasio, calcio, sodio, hierro), vitaminas (fundamentalmente del grupo B) y una pequeña proporción de compuestos fenólicos”, según Robles.

De hecho, según el Códex Alimentarius, el azúcar blanco es sacarosa (un disacárido formado por glucosa y fructosa) y la panela es sacarosa cristalizada a partir de jugo de caña parcialmente purificado. Vamos, primos hermanos.

Hay que evitar comer pollo si tienes un problema hormonal.

“No hay hormonas en la carne. Europa prohibió el uso de los anabolizantes tradicionales y productos hormonales como promotores del crecimiento en todas las especies productivas”, asegura la farmacéutica Gemma del Caño. Vamos, que no se pueden utilizar, están prohibidas. Aún en el caso de haberlas, la cantidad que tomaríamos es ínfima y nuestro organismo la eliminaría fácilmente.

Lo ECO es más sano que lo convencional.

“No. Los productos con el sello ECO no son más sanos que los convencionales. La normativa ECO se centra en el punto de vista medioambiental. Tanto uno como el otro tienen fitosanitarios autorizados y, en el caso de animales, ninguno de los dos tiene antibióticos u hormonas”, asegura del Caño.

Verdura congelada
Antonia Gros / EyeEm
Si es de bote o congelado, es peor.

“En el caso de legumbres de bote es cierto que éstas pueden tener aditivos para mejorar el aspecto, pero eso no hace que el producto sea peor; los aditivos son seguros y ésta es una forma muy sencilla de facilitar su elaboración”, explica del Caño. Y ocurre lo mismo con la verdura congelada: “antes de congelarla se le da un escaldado previo que facilita fijar algunos nutrientes (y disminuyen algunos también) pero en ningún caso justifica que no se puedan comer. Son una gran alternativa rápida y sana”, indica la faramacéutica.

El zumo del limón depura.

Ni depura, ni necesitamos que lo haga. “El limón tiene una cantidad importante de E-330 pero se puede encontrar también en muchos otros alimentos. No hay ningún nutriente en él que justifique cualquier efecto depurador en el organismo. Y no, no cura nada”, apunta del Caño.

De hecho, tenemos tres órganos en el cuerpo que se encargan de nuestra “depuración”: el hígado, el riñón y los pulmones. No se cansan y están preparados para aguantarnos toda la vida sin mayor problema.

Edulcorantes
Jose A. Bernat Bacete
Los edulcorantes son nocivos para la salud.

“No. Todos los aditivos son seguros, los edulcorantes también. La única precaución que deberíamos tener es la de no exceder la dosis de polialcoholes (xilitol, maltitol, sorbitol) porque pueden provocar diarrea”, advierte del Caño. Ahora bien, que sean seguros no significa que sean necesarios. Actualmente, el umbral de dulzor que requerimos para los alimentos es muy elevado. “Corremos el riesgo de no ser capaces de descubrir el sabor real del producto porque lo enmascaramos con ese dulzor y cuando no lo encontremos con edulcorantes, lo haremos con azúcar”, apunta Robles.

Los superalimentos existen.

No, no existen. No hay ningún alimento que, por sí mismo, merezca la categoría de “superalimento”. Como mucho… las lentejas, pero como no tienen un nombre raro, pues no nos lo creemos”, asegura del Caño. Además, nunca consumiremos la cantidad suficiente de ninguno de ellos como para que compensen las “supuestas propiedades” que nos dicen.

Tomar zumo de naranja antes de comer, da más hambre

“Los zumos, sean del tipo que sean tienen un alto contenido en azúcares libres, estos azúcares al ingerirlos hacen que tengas una subida importante de insulina, la cual al cabo del rato tiene un descenso llamativo por lo que es en ese momento cuando puedes tener esa sensación de hambre”, explica el dietista Pablo Ojeda. Pero, el verdadero problema es que la carga de azúcar que te metes en el cuerpo es muy importante, unos 25 gr por vaso y esto está relacionado con diversas complicaciones de salud, obesidad, colesterol y diabetes tipo 2.

Leche
Crystal Sing / EyeEm
La leche engorda menos sin lactosa o desnatada.

La presencia de lactosa no tiene relación con el incremento de peso. La lactosa es un azúcar simple formado por dos monosacáridos: glucosa y galactosa. En la leche sin lactosa no se elimina este compuesto, sino que se rompe con la ayuda de una enzima (ß - galactosidasa o lactasa), de forma que, en lugar de contener el disacárido, la leche contiene los monosacáridos libres. El contenido final de azúcares en la leche sin lactosa es el mismo que en la leche convencional y el valor nutricional es idéntico”, concluye Beatriz Robles.