• La autoestima comienza a construirse desde una etapa temprana de la infancia.
  • Si eliminamos estos filtros, ¿eliminamos TODOS?

Puede que los filtros que tanto te gustan en Instagram, no te estén haciendo ningún bien. Hace unos días saltó la noticia de que los filtros que crean el efecto de un rostro redibujado con la cirugía estética tenían los días contados. Instagram ha decidido suprimirlos y el debate, evidentemente, salta sobre la mesa.

Contextualizamos: estos filtros crean el efecto óptico de relleno de labios, aumento de pómulos, efecto lifting, ojos más grandes y piel más joven. Suena divertido… hasta que se convierte en un problema. Porque lamentablemente, no somos capaces de poner freno a las cosas.Las preguntas que asaltan el debate: ¿cómo influyen estos filtros en personas con falta de seguridad en sí mismas o baja autoestima? ¿Alimentan los trastornos?

Hemos querido desenmascarar, y nunca mejor dicho, toda esta polémica con Lara Garrido Valdivieso, Psicóloga Sanitaria en Grupo Laberinto. Y esto es lo que ha concluido.

Sobre la autoestima

Antes de lanzarnos a debatir sobre la última decisión de Instagram, hay que comprender cómo se construye y cómo se destruye la autoestima. Y sí, todo comienza en la infancia.

“La autoestima comienza a construirse en etapas muy tempranas del desarrollo y se puede relacionar de manera directa con el tipo de apego establecido con las principales figuras de referencia”, comienza a explicarnos la psicóloga. Para entenderlo, Lara Garrido nos cuenta que para poder ofrecer un apego seguro al niño, los padres deben cubrir seis necesidades básicas: exploración, aceptación, afecto positivo, conexión emocional, regulación emocional y reparación.

“La baja autoestima puede relacionarse especialmente con fallos en las tres primeras bases. En la exploración, por ejemplo, cuando los padres inhiben los intentos de su hijo por conocer e investigar sobre su medio, debido a la preocupación que ello les genera. Esto da lugar a niños con elevada ansiedad, que sienten que el mundo es un lugar peligroso, presentando preocupaciones, sentimientos de inseguridad y miedos.” Pero no es la única fase en la que la baja autoestima se alimenta.

“Otro fallo de apego estrechamente vinculado a la autoestima es el afecto positivo: las primeras relaciones con nuestras principales figuras de apego marcan enormemente nuestro autoconcepto, ya que de pequeños nuestra estructura psíquica no está lo suficientemente formada como para generarla por nosotros mismos.” Así que Garrido relaciona directamente la forma en que nos vemos con la forma en que nuestras figuras de referencia nos ven.

“Si los padres no están disponibles, no cubren las necesidades infantiles ni profieren afecto sino que dedican gritos, insultos o agresiones, es bastante probable que el niño asuma que es merecedor de ello”.

Patrones de apego inseguro pueden provocar en adultos baja autoestima y autoconfianza.

Por último, el fallo en la aceptación, asegura Garrido, se produce especialmente cuando determinados aspectos del hijo no encajan con las expectativas o ideas previas de los padres, que lo reflejan haciendo uso de la crítica. La consecuencia es que el niño a menudo carga con la decepción que genera en sus figuras de apego y toma como algo natural recibir comentarios negativos, lo cual le pone en riesgo de cara a futuras relaciones interpersonales. De este modo, patrones de apego inseguro pueden provocar en adultos baja autoestima y autoconfianza.

Beauty
D.R.

La infancia también es la responsable de que se formen una serie de esquemas cognitivos básicos que ante cualquier acontecimiento vital estresante (que puede ir desde lo más banal, como que un compañero en el colegio te diga que tienes la nariz muy grande) pueden tambalearse y pasar a activar otros esquemas disfuncionales. Y aquí es donde las emociones, creencias negativas y sensaciones físicas aparecen a edades tempranas y comienzan a generar sentimientos de vergüenza e inseguridad.

Y en este punto, cuando comienzan las distorsiones cognitivas en el procesamiento de la información, es donde la psicóloga relaciona directamente el uso de los filtros de Instagram. “Son un sesgo cognitivo que implican la tendencia a buscar y considerar de forma más intensa y selectiva aquella información que confirme lo que ya pensamos, para así evitar entrar en contradicción con nosotros mismos”, opina Garrido. “En este sentido, las herramientas que pueden generar en la imagen estos efectos de cirugía plástica y comparar de forma directa el antes y el después, podrían contribuir a alimentar nuestras creencias previas de no ser lo suficientemente atractivos.”

Pero Instagram, lamentablemente, no sólo está en las manos de unos adultos que en un momento dado, tienen la capacidad de reflexionar y pensar sobre su uso y su efecto irreal. También cae en los menores, por mucho que a Instagram no le guste. Y les afecta. Mucho.

En una etapa tan importante como la preadolescencia y la adolescencia, en la que se constituye en gran medida la identidad de la persona, es donde deberíamos prestar más atención al uso y la forma en que se hace, especialmente por la razón que argumenta la psicóloga: “Los jóvenes de hoy día viven en un mundo dominado por las redes sociales en el cual, la imagen, la aceptación social y la opinión de los demás, es el entorno en el que crecer.” Y aunque muchas de estas cosas han sido algo inherente a la adolescencia también en el pasado, lo cierto es que actualmente juegan un papel fundamental en el terreno de la autopercepción.

Filtros
Gregory Scaffidi

Para entender por qué pueden causar heridas profundas, hay que entender que la preadolescencia y la adolescencia es una etapa intensa de cambios físicos y estos, a menudo, transmiten sentimientos de inseguridad. “La imagen corporal se constituye desde tres pilares: los valores que nuestros padres nos transmiten en la crianza, nuestras concepciones personales y la cultura en la que nos hallamos inmersos, que se encarga de transmitirnos los estereotipos exigidos”, explica.

Sobre los filtros de Instagram

Vayamos al grano. ¿Sí o no? ¿Nos están sumando o restando? Lara Garrido, lo tiene claro: “Los medios de comunicación y aplicaciones móviles de este tipo, pueden ejercer una influencia muy negativa al lanzar una serie de estereotipos inalcanzables y alejados de lo natural, siendo caldo de cultivo para el desarrollo de alteraciones de la imagen corporal y patologías como los trastornos de la alimentación.”

¿Suprimirlos o no? Y si los suprimimos… ¿lo suprimimo todo?

Garrido matiza aquí que si bien este tipo de herramientas puede contribuir a una distorsión de la propia imagen y del autoconcepto, “lo cierto es que es su mal uso lo que lo convierte en un instrumento pernicioso. Realizando un uso responsable, desde la madurez y la comprensión de lo que la herramienta es en sí, no debería producir un efecto diferente al de otras aplicaciones que permiten realizar cambios de imagen, por ejemplo en el cabello.”

Filtros
Claire Artman

Soluciones

Garrido piensa en la opción ideal pero que no siempre es perfecta: que este tipo de filtros sólo pudieran utilizarlos personas con la madurez necesaria como para entender lo que es. Sin embargo, no es tan ideal si se piensa el matiz en el que Garrido se ha parado: “seguiría generando el mismo efecto en personas que a pesar de haber superado la mayoría de edad, no han tenido la posibilidad de desarrollar una adecuada autoestima.”

Y termina sentenciando del mismo modo al resto de filtros de belleza y efectos Photoshop que realizan cambios, aunque más sutiles, en la apariencia y morfología del cuerpo y rostro: “Atraen constantemente el foco hacia la apariencia física y hacia una imagen difícilmente alcanzable (piel de porcelana, pómulos marcados, pestañas infinitas…), contribuyendo con ello a que los adolescentes sobreestimen el valor de la imagen exterior en detrimento de los valores internos, aquellos realmente importantes a la hora de decidir quiénes son y quiénes desean ser.”

Por cierto, si los buscas, ya no están.