El mundo de las tendencias de la vida sana ha evolucionado dejando atrás las dietas drásticas. Cada vez son menos las personas que hacen dietas milagro y se propone perder varios kilos en poco tiempo mediante métodos poco saludables.

Ese lema de 'fit is the new skinny' lo hemos tomado al pie de la letra y muchas de nosotras lo estamos poniendo en práctica en nuestras vidas.

Nos interesamos por lo que comemos, escuchamos mejor a nuestro cuerpo y le damos los nutrientes que necesita. También intentamos meditar más y estar presente (la corriente del 'mindfullness') y, por supuesto, no nos olvidamos del ejercicio.

Motivadas por estar más sanas y eliminar lo que nos sobra (toxinas, líquido, grasa o malos hábitos) nos planteamos nuestras metas a largo plazo. La única manera de poder reeducar nuestras conductas y que perduren en el tiempo. Y ahí es cuando nos entra la ansiedad: no vemos cambios tan rápido como nos gustaría.

Personalmente este es el caso de la persona que escribe este artículo, todo empezó en año nuevo cuando había ganado unos kilos meses atrás y fui al nutricionista para bajarlos. La sorpresa fue el susto que me llevé al subirme a una báscula de biompedancia, esa que te analiza hasta los pelos de la cabeza (bueno, eso no, pero tu grasa, agua y músculo, sí).

- "Eres un 40% de grasa".

- ¿Cómo? ¡Pero si ni siquiera tengo sobrepeso! (Soy un palito de mozzarella, pues qué bien).

No quería ponerme a dieta estricta, estaba cansada y siempre recuperaba peso. Así que decidí estar sana a largo plazo y tener un estilo de vida más saludable jugando con la proporción 80%-20%. Porque estaba harta del pollo a la plancha y la piña. Muy harta.

Estaba harta del pollo a la plancha con la piña. Muy harta.

Como ya había probado de todo de manera exprés, quise empezar a dedicarle el tiempo y el proceso que mi cuerpo se merecía. Ser madura y consecuente, que para eso iba ya camino de los 30.

Es decir, el ochenta por ciento de la semana realizo una dieta sana con todos los nutrientes que necesita mi cuerpo, formas de cocinar a la plancha, el horno, verduras, frutas, carbohidratos complejos... Y lo que todos sabemos por lógica. Lecciones de alimentación que se aprenden cuando llevas prácticamente toda tu vida haciendo dieta y harta de ellas.

A lo que se suman unas 4-5 sesiones de actividad física semanales. El otro 20% son las cenas con mis amigas, las palomitas en el cine o un helado paseando por El Retiro. Básicas para la felicidad de la vida.

LA FRUSTRACIÓN

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Esto me ocurrió cuando me di cuenta de que era junio y que sólo había bajado desde enero cinco kilos, cuando veía fotos mías en bañador y no me veía como yo creía que me iba a ver después de todo el esfuerzo.

"¿Cinco kilos? Esto me lo ventilaba yo con una dieta en un mes". Y entonces veo el largo camino que me queda por delante. Y me vengo abajo. A día de hoy pese a todo, no tengo un cuerpo en forma, no tengo un 'six pack', ni 'four pack' (ni mucho menos) y no he perdido para nada toda la grasa que me sobra. Esa que necesita perder mi cuerpo para no ser un 40% grasa.

Y ahí es cuando necesité poner los pies en la tierra y decirme: me siento más ligera, uso dos tallas menos, he perdido volumen, puedo hacer más ejercicio sin cansarme, pasear sin asfixiarme, y evidentemente estoy más sana. ¿Que no estoy aún como me gustaría? Pues a seguir trabajando.

Lo que hay que tener claro es que cambiar de estilo de vida es un proceso largo, que cuesta, pero que los resultados son de por vida si se hace bien. Que puedes evitar tener esa ansiedad horrible propia de las restricciones y permitirte disfrutar de la comida de otro modo, tener vida social, y no privarte al 100% de todo lo que te gusta.

PAUTAS PARA NO TIRAR LA TOALLA

1. Echa la vista atrás y analiza tu progreso, ¿te sientes y te ves mejor que cuando empezaste? Entonces sigue por ese camino porque lo estás haciendo bien.

2. Has tomado esta decisión porque quieres estar sana, si sólo quisieras un resultado físico te hubieses ido a las dietas milagro. No es tu caso.

3. Ten paciencia. Todo lo bueno tiene un esfuerzo detrás, sólo tienes que seguir haciéndolo bien día tras día. No te agobies mirando al futuro porque cada paso cuenta.

4. Tu cuerpo necesita tiempo. Lo importante es que poco a poco él se está adaptando a una vida que puedes permitirte, ya irá poco a poco eliminando esa grasa y quedándose en el peso que necesite tener. ¡Ah! Y no te peses todos los días, es absurdo.

5. Pide ayuda si lo necesitas. Tanto si te has estancado, como si no sabes cómo seguir. Por ejemplo, debes cambiar tu rutina deportiva cada cierto tiempo para seguir avanzando, así que no dudes en hablar con un profesional.

En el camino hay flaquezas, momentos en los que apetece volver a la vida de antes y hacer lo que te daba la gana. Pero en un momento de lucidez te vuelves a centrar, a mirarte en un espejo y a decirte: estoy orgullosa de ti.