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Mi primera cita con vino no fue con un mal lambrusco (como la mayoría). Escogí yo este tipo de vino que recuerda al Moscato d’Asti del Piamonte. Soy la quinta generación del Celler de Gelida, una tienda especializada en vinos en el Barrio de Sants (al que bautizo como The new Soho) en Barcelona. Como experta en vino y no solo (por algo en las redes sociales me llamo @winesandthecity quiero darte exquisitos consejos, un poco de filosofía vínica, gastro cotilleos y maridajes existenciales para degustar el vino con los cinco sentidos. Por eso empiezo esta columna semanal con un blanco ideal para que te enamores del vino. Porque muchas veces no es que no te guste el vino, si no que no has encontrado el tipo que te gusta.
En un principio nos cuestan menos los dulces (como buenos mamíferos pues recordamos el gusto de la leche) que los amargos. Y es verdad que nadie pasa de tomarse una cola a un vino del Priorato solo porque haya cumplido la mayoría de edad. Al paladar con el tiempo le va gustando más los amargos.
Fíjate como empezaste a tomar café con leche (¡con dos sobres!) y cómo después de un viaje a Italia ya te lo tomas solo y ristretto. O no, hay gente que sigue pidiendo un capuchino después de cenar. O que le sigue gustando mucho los lambruscos rosados y dulces porque gracias a su carbónico le recuerda a un refresco. Por eso no falla, palabra de sumiller, este tímido espumoso de calidad.
Si te digo que es un semidulce de baja graduación (5.5%) para acompañar foie, chocolates, quesos y frutas ya casi te tengo conquistada. La burbuja es mucho más fina que los elaborados con método champagnoise y te sorprenderán los aromas a fruta fresca y almíbares. A parte este lo tiene todo: melocotón, uva fresca, caramelo de limón y flores blancas. Está hecho con moscatel de grano fino, es de Navarra y está elaborado por Adriana Ochoa (una bodega que pasa de padre a hijas).
Un apunte útil: tiene tapón de rosca y permite tomarte la botella con calma. Es decir, no tienes que acabarlo todo el primer día (esto sirve también como consejo para el primer encuentro) sin que el vino pierda su esencia. Su beso es suave, agradable, divertido, amplio, extrovertido y goloso. Viste luminoso y sexy.
Como lo disfrutarás tanto en los postres como acompañando un brunch te incito a escribir este mensaje. “Si tu me invitas a cenar… Yo te invito a desayunar!”. El secreto es tomarlo a ocho grados. De nada.