• La diferencia entre una persona espiritual y una racional la daba Unamuno en uno de sus ensayos: «Para el ratón hambriento que roe un queso, la verdad se circunscribe a la esfera del queso. La despensa, la familia, la quesería, las vacas que dieron la leche, el ameno valle, el sol que bañó la piel del animal; todo esto, para el ratón, es mentira. Si alguien se lo contara contestaría que son ridículas fantasías de teólogos y metafísicos. Algunos hombres, como el ratón, no creen más que en las sustancias que alimentan su cuerpo».
  • Si tiendo a apreciar las cosas y las maneras de hacer antiguas no es tanto por nostalgia sino por salvar del olvido habilidades y trabajos al margen del mercado.
  • Ese agotamiento que impide (dificulta en extremo) a los trabajadores desdoblar cualquier otra identidad que no sea la del propio oficio. Aquello de Jacques Rancière en ‘La noche de los proletarios’: un carpintero-pintor, un zapatero-cocinero, una costurera-escritora. Figuras que habitan un espacio íntimo e intermedio entre el obrero y el artista.
  • Henry Geldzahler, contratado como comisario del Met solo con 25 años, fue EL crítico de arte de la Nueva York de los setenta. Era un ‘social animal’ que cubría desde los clubs de Harvard (donde estudió) a los antros del Bowery. Esto puede parecer normal hoy, pero en los años sesenta un jefazo del Met solo hacía vida social con patronos. Geldzahler sabía que hasta el arte más radical radicaba en lo tradicional, y no podía dividirse «en estilos o décadas, como si fuera la loncha de un salami.»
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  • Rafael Moneo: «El turismo es destructor. Todos los alcaldes quieren convertir sus ciudades en ciudades turísticas, y no saben que el mayor lujo que puede tener una ciudad es no tener turistas». La dependencia del bolsillo ajeno como un indicador claro: más turismo necesitas, más desesperado andas. El espacio público ideal siempre es ambivalente. Puede ser tan agradable animado como tranquilo. Es bonito pasear por un parque Güell vivo y alborotado, pero ¿dónde quedó la otra cara, la del silencio? Hoy solo existe la ciudad llena sí o sí.
  • Esto lo descubrí hace poco, y me chifló. Los de Ama Brewery han creado un ‘pét-nat tea’, esto es, té fermentado con ‘pétillant naturel’; ligeramente espumoso, fresco y con bajo grado alcohólico. He dicho té y es té, pero no recuerda al té. Ni es exactamente tampoco kombucha. Fermenta y envejece en la botella, y me pareció finísimo. La infusión está elaborada con agua de manantial de Euskadi, té y hierbas de alta calidad. La ha creado un equipo de chefs de alta cocina, bodegueros artesanos, científicos y la experta en té Henrietta Lovell. Es alquimia elegante y esquiva, y no es lo más fácil de vender del mundo en las tiendas de vino de toda la vida, tan clásicas, pero quien lo prueba o huye o queda fascinado para siempre. A ver si espabilan los de Vila Viniteca.



  • Otras ‘ama’ que me encantan: las buceadoras japonesas dedicadas a la pesca subacuática y la recolección de perlas. Aunque el oficio casi ha desaparecido por la competición con la pesca comercial, las ‘amas’ bajan hasta veinte metros a pulmón abierto para capturar crustáceos, con unas cincuenta inmersiones por la mañana y otras tantas por la tarde. En la antigüedad se levantaban antes del alba y avanzaban en silencio con antorchas de bambú hasta el astillero con el pecho desnudo y un taparrabos. Si hay actividad marítima más arriesgada y elegante que bucear en aguas heladas entre tiburones para capturar perlas raras, que baje Dios y lo vea.
  • Me gustan las historias de mujeres con una relación secreta con el océano; las mariscadoras gallegas, las algueras chilenas, Penélope que teje y desteje mientras mira al horizonte, la Julieta de Almodóvar que acaricia el cuerpo mutilado por la tormenta.
  • ¿Queda alguna voz propia entre la horrenda cacofonía de las tendencias? Hemos sabido que Alessandro Michele (ex Gucci) ha fichado por Valentino. Todo es entretenimiento y talonario. Casi nada de la moda actual me emociona. La emoción es lo que impide que nos engañen. El instinto raramente se equivoca, y sabe muy bien cuándo está ante algo especial.
  • Esta Semana Santa mi amiga Rosa me ha regalado crespillos de Lorca. Nunca los había probado. Otra adicción a la lista.
  • Con la primavera llegan las imitadoras de Jane Birkin y su cesto. El capazo vivía una vida tranquila, a caballo entre el campo y el mar. Llegó la moda, se enamoró de él y empezaron a nacer versiones que ganan en sofisticación y pierden naturalidad. ¿Una cesta premium sigue siendo cesta? En el momento en el que se difumina su funcionalidad y deviene un objeto de estatus, el capazo se convierte en otra cosa: un capazo consciente de sí mismo.