Según la OMS cerca de 280 millones de personas en el mundo padecen depresión, una cifra que ha aumentado notablemente con la pandemia: un estudio publicado en The Lancet afirma que los casos de depresión han aumentado un 28 % desde que apareció la COVID-19. Quizás las cifras sean aún mayores teniendo en cuenta que no siempre se acude al médico a pedir ayuda y que también se puede estar ocultando que se padecen pensamientos depresivos a diario.

Habitualmente, las personas deprimidas son representadas como personas permanente tristes, tumbadas, incapaces de funcionar. Pero no todo el mundo experimenta este problema de salud mental de la misma manera. Si alguien está sonriente, animado y llevando su día a día no nos creemos que padezca una depresión. Si nos lo dice, pensaremos que nos está mintiendo.

"La depresión sonriente hace referencia a los cuadros depresivos que cursan con la sintomatología típica asociada, pero en los cuales el sujeto diagnosticado muestra un afán de ocultamiento. Y este anhelo redunda en una posición activa para que las personas que lo rodean no perciban el malestar al que está haciendo frente", explica Vanessa Rodríguez Pousada, profesora colaboradora del máster universitario de Psicopedagogía de la UOC (Universitat Oberta Catalunya).

Es decir, que la definición de la depresión sonriente es: parecer feliz ante los demás, literalmente sonriendo, mientras que internamente se padecen síntomas depresivos. Suele aparecer en personas que dejan de lado sus propios sentimientos, que en este caso son perfectamente conscientes de que padecen una depresión pero la esconden tras unas sonrisas. ¿Por qué? Porque la sociedad nos obliga a ser felices.

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"Actualmente, vivimos en una sociedad en la que ser feliz es un imperativo", afirma Rodríguez Pousada. "Junto a esta dictadura de la felicidad ha ido acrecentándose un individualismo desde cuya óptica se tiende a minusvalorar las circunstancias personales, sociales y estructurales de un sistema decidido a convencernos de que la salud y la enfermedad están ligadas casi exclusivamente a deficiencias psicológicas personales", asevera la experta.

El sello de la depresión es la tristeza; la sonrisa que vemos es una máscara, un mecanismo de defensa para ocultar los verdaderos sentimientos. Pero también puedes sentir ansiedad, miedo, ira, fatiga, irritabilidad, desesperación y desesperanza. A esto se le añaden otros síntomas como insomnio, falta de disfrute en las actividades placenteras y pérdida de la libido.

La procesión va por dentro

Pero todo eso se lleva por dentro, no hay indicios. Suelen mantener un trabajo a jornada completa, tener su casa, practicar deporte y tener una vida social bastante activa. Pero debajo de la máscara sufren ataques de pánico, baja autoestima, en algunos casos, pensamientos suicidas.

A todos estos síntomas se añadiría otra emoción, la culpa, como señala la experta de la UOC: "Al hecho de padecer una depresión se le sumaría la culpa por sufrirla, asumiendo que nosotros mismos somos los responsables, y, en una doble vuelta de tuerca, se pasaría de la depresión a la culpa, y de la culpa a la vergüenza", indica Rodríguez Pousada.

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En cuanto a quién sufren este tipo de depresión, no hay un patrón establecido, pero parece que las personas perfeccionistas, que con frecuencia toleran peor los fallos, pueden estar entre quienes la sufren si perciben la depresión como una debilidad y una carencia personal.

Rodríguez Pousada hace una aclaración muy interesante y es que, aunque no se sabe si prevalece más en hombres o en mujeres, "si tenemos en cuenta que vivimos en una sociedad de signo heteropatriarcal, donde la demostración del mundo emocional y de las propias debilidades se encuentra más estigmatizada en los hombres, los estereotipos masculinos podrían intervenir como un factor de vulnerabilidad en el caso de la depresión sonriente para esta población".

Tampoco las redes sociales favorecen a esta patología mental, porque vivimos en el mundo del 'unicornio', donde todo el mundo comparte felicidad en Instagram, TikTok... Como explica Ferran Marsà Sambola, profesor colaborador de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC: "Vivimos en una sociedad donde constantemente tenemos que demostrar a los otros que tenemos una vida perfecta. En mi opinión, esto se refuerza a través de las redes sociales", indica el experto. Vanessa Rodríguez Pousada añade: "Las redes sociales aparecen como autopistas por las que transitar bajo la ocultación del malestar. En este caso, podrían asomar como el compañero de viaje ideal de la depresión sonriente".

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¿Qué hacer si yo o alguien de mi entorno puede padecer depresión sonriente?

1) Reconócelo

Es especialmente difícil si el tipo de depresión que se padece es la sonriente. No va a ser debilidad si sientes continuamente tristeza, soledad, desesperanza y ansiedad. Ahí ya estamos hablando de malestar emocional, de un problema de salud mental.

2) Hablar con alguien de confianza

Será complicado porque se está acostumbrado a llevar una máscara; así que lo más probable es que tema que sus seres queridos se enteren de cómo se siente. Pero el simple hecho de poner los sentimientos en palabras a otra persona, alguien en quien confíes y con quien te sientas cómodo, es un primer paso poderoso.

Empieza poco a poco contándole lo que sientas a alguien de confianza: explícale que no te sientes tan feliz como pareces. Quizás al principio no ayude; si no tienes costumbre de abrirte a nadie, te sentirás ansioso, incómodo e incluso estresado. Pero date tiempo a ti mismo y a la otra persona. Te sorprenderá el efecto de comunicarse.

3) Cuida tu autoestima

Es normal que la autoestima fluctúe, pero cuando estamos mal la tratamos a patadas. Así que cuídala como si se tratara de tu propio organismo; es necesario prestar atención a la salud física y a la mental. Guy Winch, autor de 'Primeros auxilios para el corazón', propone escribirte a ti mismo un correo electrónico expresando la misma compasión y apoyo que ofrecerías a un amigo que sufriera esos sentimientos autocríticos. Leer el correo electrónico que has escrito como si viniera de un amigo, dice, ayuda a practicar la autocompasión.

4) Y si eres tú el que trata de ayudar...

No intentes quitarle los malos sentimientos; no le digas que todo eso "no importa". Dile que se le va a querer aunque no sea la persona perfecta que él desea ser. Escucha activamente, hazle saber que escuchas y comprendes lo que dice. Si crees que debes tomar alguna medida después de haberle escuchado, coméntaselo primero a él.

Expresa tu preocupación y compasión, y hazles saber lo que piensas hacer. Escucha atentamente su respuesta y, sin has planteado que empiece a acudir a un profesional, puedes animarle a que hable con un tercero que esté recibiendo una terapia satisfactoria. Sin embargo, no es necesario que hagas tanto. Con tenerte como apoyo moral mientras dan este importante paso puede ser suficiente.