Hacerte con los vaqueros de la firma escandinava que obsesiona a las prescriptoras de moda, permitirte una pausa para el café en el barrio más alternativo o interiorizar la retrospectiva de un fotógrafo de renombre son algunos de los planes que deberían marcar tu hoja de ruta por Estocolmo. También darte un homenaje 'gastro' en un templo del marisco, adentrarte en su casco histórico –o contemplarlo desde fuera– y descubrir que su red de metro esconde tanto de galería de arte como de medio de transporte.

Una calle de compras: Biblioteksgatan

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Hay muchas calles repletas de tiendas en Estocolmo pero ninguna tan exclusiva como Biblioteksgatan. Aquí encontrarás clásicos como Tommy Hilfiger, Ralph Lauren o Longchamp. También buques insignia suecos reconvertidos en gigantes internacionales como & Other Stories o Cos. ¿Nuestra debilidad? La apuesta por la inconfundible estética nórdica que nos deja la minimalista Filippa K o Totême, que abrió en el número 5 de esta calle su ‘flagship store’.

No nos olvidamos de la conocida firma de cosméticos Face Stockholm, de la ecléctica boutique Mathilde et Sa Vie ni de la apuesta sin género que Hope ha desarrollado a escasos metros en la calle Smålandsgatan. Un plus: la cercana galería comercial Sturegallerian, donde continúan las primeras firmas como House of Dagmar.

Un barrio alternativo: Sofo

Galerías de arte, tiendas 'vintage', cafés de exagerada estética retro… Si la isla de Södermalm es el corazón artístico de Estocolmo, el barrio de SoFo es donde el moderneo incombustible encuentra su razón de ser. Lo localizarás al sur de Folkungagatan, de ahí el acrónimo, y concentra algunas de las direcciones imprescindibles para marcarnos un ‘fika’ –la sagrada pausa para el café en Suecia– como Café Strings, Il Caffé, Gildas Rum o Louie Louie.

En cuanto al arte de encontrar gangas de segunda mano, siempre acudimos a Grandpa. Muy cerca, la plaza de Nytorget es el lugar perfecto para descansar sobre el césped y ver cómo asoma la colorida iglesia de Katarina entre los árboles. Eso sí, si tuviéramos que quedarnos con un sólo lugar, sería con Fotografiska.

Un museo: Fotografiska

La lista de museos que merece la pena ver en Estocolmo es larga. En Vasa podremos admirar los restos –perfectamente conservados– del buque del siglo XVII que acabó convirtiéndose en el naufragio más famoso del país. Skansen, al aire libre, lleva recreando la vida tradicional sueca anterior a la revolución industrial desde hace más de un siglo, a escala real y con zoo incluido. No podía faltar un museo dedicado a la icónica banda ABBA, tampoco al Premio Nobel, sin olvidar los Picasso, Calder y Matisse que custodia el Moderna Museet.

Sin embargo, es la propuesta de Fotografiska la que consigue atraparnos. Huyendo de colecciones permanentes, este museo de estilo ‘Art Nouveau’ ofrece cuatro grandes exhibiciones al año. Está considerado el museo de fotografía más grande del mundo y sus paredes han sido testigo de las lentes prodigiosas de Helmut Newton, Anton Corbijn, Guy Bourdin (en la imagen), Irving Penn, Patrick Demarchelier o David LaChapelle entre muchos, muchos otros.

Un restaurante: Sturehof

Tú visualiza qué te apetece cenar, que Estocolmo se encargará de contar con el ultimísimo restaurante de moda para satisfacer todos tus deseos. Como decimos, la oferta es muy amplia, ya sean aires industriales con cocina fusión o gastronomía tradicional sueca sobre impoluto mantel blanco. Los platos orgánicos que se sirven en el invernadero de Rosendals Trädgård son la apuesta perfecta para un ‘brunch’ en pleno jardín. En Agrikultur la tradición y la estacionalidad de la materia prima marcan una carta que se reinventa constantemente pero siempre en un ambiente íntimo, concretamente, para 24 personas.

En Oaxen Krog & Slip, dos estrellas Michelin a orillas del agua, cada plato roza lo escultórico mientras que las vistas del ‘rooftop’ de Tak –sin menospreciar una carta que fusiona la cocina japonesa y la sueca– son la mejor manera de ver caer la noche en Estocolmo. Dicho esto, cuando toca decantarse por un clásico infalible siempre reservamos en Sturehof, una eminencia en la ciudad donde el pescado y el marisco –en cantidades indecentes y regados con buen vino– son los eternos protagonistas.

Un icono: Gamla Stan

Plaza Stortorget Gamla Stan en Estocolmo
Daniel Haug

Nada como viajar hasta el origen de todo para asimilar la esencia de Estocolmo. Gamla Stan es el barrio más antiguo de la ciudad, una sucesión de calles coquetas que albergan tiendas de artesanía, de antigüedades y algunos de los edificios más representativos como el Palacio Real, con cinco museos y unos detallados interiores de estilo barroco. A escasos metros, la Catedral de San Nicolás, edificio medieval del siglo XIII.

Aunque si hay un lugar fotografiado sin cesar es la Plaza Stortorget. La culpa es de la hilera de casas de colores que la adornan, siempre acompañadas del Museo Nobel. Seguiremos pateando Gamla Stan hasta la saciedad para encontrarnos con joyas como la diminuta escultura de Järnpojken, “el niño de hierro” o Mårten Trotzigs Gränd, que con sus 90 centímetros es la calle más estrecha de la ciudad.

Unas vistas: Monteliusvägen

Paseo de Monteliusvägen en Estocolmo
Jekaterina Nikitina

Llegado el momento de dar con la mejor vista de Estocolmo, suenan varios nombres. Gamla Stan no sólo hay que vivirlo desde dentro: vale la pena verlo desde fuera. Desde el mirador de Fjällgatan tendremos vistas de este barrio y de los museos de la isla de Djurgarden. A menos de un kilometro, el ascensor de Katarina ofrece la opción de disfrutar de la misma panorámica pero añadiendo altura, aunque cuando cae el atardecer, nos decantamos por recorrer los apenas 500 metros que dan vida al sendero de Monteliusvägen.

Ubicado en la orilla norte de Södermalm, desde este camino tan estrecho como apetecible contemplaremos el islote de Riddarholmen, donde despunta la espigada torre de su iglesia. Una opción única para disfrutar de todo el patrimonio que rodea al lago Mälaren y, por supuesto, del ayuntamiento de Estocolmo, reposando en el vértice de la isla de Kungsholmen. Sus paredes de ladrillo rojo y su gran torre ofrecen unas vistas que nada tienen que envidiar a las anteriores.

Una estación de metro: Stadion

Estación de metro Stadion en Estocolmo
JONATHAN NACKSTRAND

Navegar entre sus islas, patear sus calles y, por supuesto, avanzar bajo tierra. Más allá de lo práctico, debe motivarnos el componente estético y es que la red de metro de Estocolmo está considerada la galería de arte más larga del mundo. Cuenta con 100 estaciones y cada una de ellas es una expresión artística diferente que brota por sus paredes a modo de murales e instalaciones. Las flores azules de T- Centralen, el arcoiris de Stadion, el cosmos y oda a la ciencia de Tekniska Högskolan y el juego de luces de CitybananOdenplan son algunas de nuestras favoritas.