Aún me sorprende encontrarme con alguien y que me diga que está igual o más delgado que antes del confinamiento. La repostería casera, ha pasado factura. Y aunque vivir contando calorías no mola nada y no está nada bien, siendo honesta, no me hace especial gracia contar con unos cuantos kilos de más. No son el gran problema de mi vida, pero me hacen estar más incómoda, más pesada y con menos ganas y ligereza para retomar mi actividad deportiva de antes, por ejemplo. Pero claro, las tostadas con mermelada casera y los bizcochos de boniato están taaaan buenos…

tostadas
Steve Brown Photography
Malditas tostadas ricas...

Así que tenía dos opciones:

  1. o seguir agotando las existencias de harina y seguir hinchándome a bizcochos
  2. despedirme de ellos y hacer algo más saludable, con aquello de que también tengo que entrar en algún bañador…

Pues bien, me decanté por la segunda opción. Una cuestión de salud, también. Está demostrado: superar tu peso también tiene otros daños colaterales más allá de que los pantalones te aprieten, especialmente si hay alguna patología de por medio. Más cansancio, más pesadez, menos ganas de hacer ejercicio... Así que rumbo a recuperar lo que había dejado por el camino entre azúcar glassé y tarros de mermelada, di el primer paso con un desayuno más ligero. Concretamente, hasta 200 calorías menos que lo que tomaba antes. Y oye, algo es algo.

Fiel seguidora de lo dulce, cambiar mis sabores habituales a primera hora del día es algo que me ponía de mal humor. Y no está la cosa para empezar ya con mal pie. Así que necesitaba que fuera algo que me apeteciera.

tortita
Arx0nt

Entre las propuestas que mi compañera Amalia Panea nos dio en este estupendo artículo para desayunar de forma más ligera está la que he tomado ya como mía: las tortitas de avena y plátano.


Hasta el momento, mi desayuno solían ser un par de tostadas con mermelada casera de cereza (mi favorita 🤤). Aunque las calorías de ambas son más o menos las de la tortita de avena con plátano (la banana, para sustituir al azúcar), esto último es mucho más saciante que lo primero y evitaba que siguiera picoteando las horas posteriores (y aquí venían los bizcochos…).

Una porción de bizcocho casero de unos 100 gr tiene en torno a las 350-70 calorías. Una tostada con mermelada, ronda las 130 calorías (y tomaba 2). Vamos, que entre las 7 y las 11 de la mañana, de las 500 calorías no me ha librado nadie. Y tampoco es plan...

Ahora, con la tortita de avena y el café de almendras me quedo mucho mas saciada, me resulta más ligero y está buenísimo. Y por cierto, estoy tomando unas 250 calorías menos, aproximadamente, en toda la mañana (se acabaron los "re-sayunos").

Para ser un primer paso, no está mal. Sólo espero que no haya otro confinamiento…