El mundo laboral ha hecho del derecho a desconectar el gran olvidado, pero Portugal se ha erigido como el encargado de reclamarlo valiéndose no de una capa, ni tan siquiera de superpoderes, sino del arma más poderosa, temida y potente: la ley. Convertido en el superhéroe de los trabajadores, Portugal ha recogido dentro de la ley de teletrabajo la medida de que los empleados puedan denunciar a la dirección de su empresa en el caso de que un superior les escriba fuera del horario laboral. Por más que la Ley Orgánica de Protección de Datos Personales establezca que un trabajador no está obligado a contestar WhatsApps, correos electrónicos o llamadas fuera de la jornada laboral, del mismo modo que no nos creemos ni los finales Disney ni la fidelidad de los concursantes que van a realities en los que las parejas ponen a prueba su amor, tampoco la fantasía de que los trabajadores no respondan a un correo que llega a las 21.30h. De hecho, el último Informe sobre Desconexión Digital de InfoJobs indica que el 82% de los trabajadores españoles responden llamadas o emails fuera del horario laboral.

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Le preguntamos a Cristina Maldonado, experta en Psicología Positiva, las consecuencias de estar conectadas 24/7. “A nivel de salud, esta conexión constante puede desembocar en irritabilidad, puede producir ansiedad por la necesidad de responder de forma inmediata a las demandas de ese entorno con el que siempre estamos conectadas, puede generar tristeza sin motivo aparente, estrés y problemas tanto de sueño como de apetito. Por si fuera poco, repercute también en problemas físicos como tensiones y dolores musculares, molestias digestivas, dolores de cabeza… Y por supuesto, puede provocar el conocido ‘burnout’ del que tanto se habla”. Está en lo cierto, pues cada vez es más común escuchar a los trabajadores asegurar estar quemados. El Observatorio Adecco sobre Bienestar emocional y factores psicosociales indica que el 58% de las empresas cree que el riesgo de padecer el síndrome de “trabajador quemado” ha incrementado en el último año.

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Sin embargo, ¿cuáles son las consecuencias de ese hastío? Sol Sánchez, fundadora de Conscienthia, nos lo aclara. “El hecho de no poder desconectar del trabajo produce una sobrecarga en nuestro organismo. Si además, esto sucede por períodos largos de tiempo, se crea una demanda excesiva para nuestro sistema (también llamada estrés crónico, que es el tipo de estrés más pernicioso). Son tres las características del síndrome del trabajador quemado. El agotamiento emocional (relacionado con el desgaste, la falta de energía, el cansancio y la fatiga), la irritabilidad y la falta de motivación personal, explica.

La ley dice que el trabajador solo deberá responder a las llamadas fuera del horario laboral en el caso de que así lo haya pactado con la empresa o en el supuesto de que aparezca reflejado en el convenio colectivo. Por lo tanto, si el convenio colectivo no refleja este plus de disponibilidad ni tales condiciones han sido fijadas en el contrato laboral, no hay obligación de responder. Lo sabemos: sobre el papel, todo es maravilloso, pero el temor a perder el trabajo nos impulsa a ignorar horarios y a estar siempre disponibles. Con el fin de conseguir lo que en estos momentos parece ilusorio, es esencial establecer un convenio laboral que incluya el derecho a no atender el móvil y el correo fuera del horario de oficina, crear un sistema de guardias remuneradas para las vacaciones y los fines de semana, llegar a un consenso con los responsables para desconectar en vacaciones, establecer acuerdos con las empresas de telefonía para acordar tiempos de no uso de la mensajería y el móvil y diseñar un sistema de alertas que avise al empleado cuando ha efectuado más de dos conexiones fuera de horario. Estas son las medidas que el citado informe de InfoJobs señala como primordiales para que la desconexión digital sea una realidad y no solo un titular.

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Teniendo en cuenta que la Organización Mundial del Trabajo señala que el 36% de los profesionales trabaja más de 48 horas semanales a causa del incremento del uso de la tecnología, queda claro que hemos normalizado revisar el correo corporativo o contestar llamadas fuera de la jornada laboral. Lo que queda claro es que se necesitan leyes para cambiar las cosas, pero también la creación de nuevos sistemas de gestión y apoyo psicológico a los empleados. Fomentar la desconexión laboral para cuidar el bienestar emocional de la plantilla es esencial, por lo que las empresas han de proporcionar herramientas que contribuyan a resolver este problema y faciliten recursos para fomentar una buena gestión del tiempo.

Cultura 'anti-hustle'

También es esencial que la cultura laboral cambie. Los trabajadores parecen estar obligados no solo a que les guste su trabajo, sino a amarlo. El hashtag #lovemyjob es habitual en las redes sociales (otro tema sería analizar qué tipo de profesiones permiten subir fotos cuquis en horario de oficina, pues es posible que un cirujano no lo haga) y la cultura del 'overwork' nos impulsan a sentirnos culpables por no responder un email recibido el sábado por la tarde. La denominada ‘hustle culture’, que aboga por sacrificar la vida personal en aras de la mejoría del rendimiento laboral, ha encontrado en la pandemia su mayor zancadilla. Muchos trabajadores, cansados de que como señala David Heinemeier Hansson en su libro ‘El trabajo no tiene que ser una locura’, los que fomentan la dinámica del ‘workaholism’ sean en realidad los dueños y los managers, no creen que lo importante sea trabajar más duro y rápido, sino vivir mejor y abrazar el arte de descansar. Aunque en la era del frenetismo parar esté mal visto, ha llegado el momento de hacerlo, y quizás el primer paso para lograrlo sea no coger esa llamada de trabajo fuera de tu horario.

“Hacer cosas tan pasadas de moda como frenar, dejar que tu tiempo libre se ensanche, dormir suficientes horas y descansar hoy es un acto radical, pero esencial. Es un cruce de caminos que todos conocemos, un momento en el que hay que mudar de piel. Si lo haces, dejarás al aire todas esas dolorosas terminaciones nerviosas y te sentirás tan en carne viva que tendrás que cuidarte durante un tiempo. Pero si no lo haces, esa piel vieja se volverá dura. Es una de las decisiones más difíciles que tomarás en tu vida”, escribe Katherine May en ‘Invernando: el poder del descanso y del refugio en tiempos difíciles’ (Roca Editorial). En definitiva, tal vez haya llegado el momento de atrevernos a dejar al aire la piel, y para hacerlo, hemos de respetar nuestro.