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10 playas casi desconocidas de la costa de Alicante para disfrutar de unas vacaciones de verano diferentes

Benidorm, Altea, Calpe, Jávea, Dénia... Cuando se renuncia a las idílicas playas de arena, siempre aparecen otras opciones igual de atractivas y menos concurridas en las que relajarse y disfrutar. Te prometemos que en estos diez escondites de Alicante el verano se vive de otra manera.

Por y Cristina Sánchez de Pedro
playas desconocidas costa blanca alicante
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Sabemos que son palabras mayores. Que prometer playas desconocidas en el levante alicantino con la temporada alta pisándonos los talones es jugársela mucho. Y si un periodista no debería revelar sus fuentes, tampoco tendría que compartir sus rincones de paz y olor a mar. Pero vamos a hacerlo porque compartir es vivir.

Pero antes de que hagáis un ‘all-in’ con vuestras vacaciones de agosto –y vaya por delante que si los milagros no existen, los paraísos desiertos a las afueras de Benidorm, tampoco– aquí va nuestro regalo de fin de curso. Diez playas y calas que, tras un cónclave de paisanos y una vez asumido el riesgo de invasión, os permitirán conocer la cara más desconocida de la millor terreta del món.

La Costa Blanca - así se llama a la costa del Mediterráneo que baña la provincia de Alicante - se extiende desde Dénia, en el norte de la provincia, hasta el municipio de Pilar de la Horadada, al sur, y cuenta con 244 kilómetros de playas, calas y acantilados. Entre estos dos puntos privilegiados se suceden otros tantos como Calpe, Jávea, Altea, Villajoyosa, Campello, Benidorm, Benitachell, El Albir, Torrevieja,… que se reparten la popularidad entre aquellos que buscan unos días de relax al sol y en los que disfrutar de la brisa marina, el rumor de las olas, los baños en el mar y la gastronomía alicantina.

Por todos estos motivos, este enclave del litoral español es uno de los principales centros de interés de muchos turistas nacionales y extranjeros para pasar sus vacaciones de verano (o cualquier puente en el que se pronostique ausencia de lluvia en la zona), ya que son numerosas sus playas de arena blanca y fina que podrían estar entre las mejores playas del mundo, al igual que las horas de luz solar que recibe casi todo el año.

Sin duda, estas playas son su principal reclamo… y por eso las imágenes de su alta ocupación son una constante en los telediarios cuando llega la temporada estival. Sin embargo, y por suerte, la Costa Blanca también cuenta con numerosos rincones escondidos que, a modo de playas y calas poco conocidas, ofrecen la posibilidad de vivir el verano de otra manera o, lo que es lo mismo, sin vernos obligados a madrugar para poder colocar la sombrilla.

Toma nota del 'Santo Grial' para evadirte de la multitud en la Costa Blanca. Sí, aquí también es posible si se renuncia a sus idílicas playas de arena y se apuesta por otros rincones más salvajes en los que la tranquilidad junto a unas vistas insuperables son los principales reclamos.

Playa del Mascarat (Altea)

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Habrás oído hablar de la cúpula y de las callejuelas empedradas que conforman el casco histórico de Altea, uno de los más fotogénicos de la Costa Blanca. Lo que quizás te suene menos es la retahíla de playas y calas que lo complementan. Dejando el pueblo atrás y dirigiéndonos hacia la zona del Cap Negret a través de un agradable paseo en el que no daremos con dos casas iguales, nos topamos con la Cala del Soio, un rincón de roca que descansa junto al chiringuito El Portet. Y pasada la playa de la Olla, donde tampoco faltan los lugares en los que pedir unos chopitos o una ración de sardinas (también hay una zona apta para el baño con perros) siguen otras dos con encanto: La Barreta de Gualda junto al Club Náutico Campomanes y los espectaculares fondos de la playa del Mascarat.

Coveta Fumá (Campello)

No se nos ocurre mejor razón para serle infiel a las playas doradas de Campello que la Cala del Morro Blanc. Más conocida como Coveta Fumá, sus aguas transparentes y los preciosos atardeceres que brinda son el mejor reclamo para los locales. Además, si la bordeamos llegaremos hasta un coqueto rincón adornado con sombrillas y una pequeña escalera que desciende al mar para hacernos el baño más fácil. Se encuentra a apenas 700 metros de la parada de tren con la que comparte nombre y la primera impresión es compartida: quien prueba, repite.

Cala Tio Ximo (Benidorm)

Aquí va una oportunidad de oro para quienes valoran mucho sus horas de sueño, tanto que se niegan a poner el despertador para conquistar a golpe de sombrilla las primeras filas de Poniente y Levante. La Cala Tio Ximo y la menos accesible Cala Almadrava son dos recovecos excavados en piedra (toca renunciar a la arena fina) que apenas alcanzan los 100 metros de longitud. Aguas claras y un paisaje natural ubicado a los pies de la Sierra Helada que nos permitirán cambiar el bullicio y los vertiginosos rascacielos de Benidorm por un estado (casi) zen.

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Cala Los Tiestos (Benitachell)

cala los tiestos
@valenciaplan_//Instagram

Especial atención quienes veraneen en Jávea o Moraira: subimos la apuesta. A apenas 20 minutos de todo este turisteo se despliegan los encantos de Benitachell. Y aunque El Moraig es su cala más famosa por motivos evidentes, Los Tiestos es la cala desconocida que nos ocupa. Llegar hasta sus aguas no es fácil y tendrás que ganártelo deslizándote por sus escarpadas paredes con la ayuda de una cuerda que ejerce de pasamanos (así que mejor deja la silla y la nevera en casa). Eso sí, en cuanto plantes la toalla y caigas en la cuenta del silencio que te envuelve, habrá merecido la pena.

Playa del Bol Nou (Villajoyosa)

playa del bol nou
@Feedalicante//Instagram

Si preguntas a cualquier 'vilero' te dirá que sus playas de arena resguardadas por edificios de colores no tienen nada que envidiarle a las vecinas de Benidorm. Razón no les falta, aunque si el objetivo es escapar de la masificación, mejor decantarse por sus numerosas alternativas de piedra: la nudista Racó del Conill, la (perfecta para campistas) playa del Torres, la más tranquila playa de La Caleta… Y nuestra favorita: la playa del Bol Nou, un punto y aparte acomodado entre paredes que nace donde termina la playa del Paraíso. Una cerveza en su chiringuito y no habrá quien te saque de ahí, prometido.

Cala del Metge (El Albir)

Recorrer los 2,5 kilómetros de sendero hasta alcanzar el Faro del Albir debería encabezar la lista de planes de todo aquel que ponga un pie en la Costa Blanca. Además, tiene truco: al poco de comenzar esta ruta, tras pasar la zona de picnic, nace un camino que desciende hasta la Cala del Metge. Agudizaremos los sentidos (aviso a los más torpes) hasta poder tostarnos sobre sus planchas de roca o canto rodado. Vistas privilegiadas de Altea y la Sierra Bernia, barcos fondeados y aguas perfectas para hacer ‘snorkel’. ¿Quién dijo que no tenemos una Formentera en la península?

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Cala Blanca (Jávea)

No es que haya pasado desapercibida, es que tiende a ser eclipsada por otras más famosas como Portixol, la Granadella o cala Ambolo. Sin embargo, Cala Blanca tiene todo lo que podríamos pedirle a un refugio costero: aguas cristalinas en una piscina natural a la que se accede por una escalera, un fondo marino perfecto para bucear, un arco bajo el que resguardarnos del sol y una belleza accidental tan maravillosa que será complicado despegarse de su orilla.

Cala La Manzanera (Calpe)

El Peñón de Ifach no sólo parte la costa en dos, también divide a los turistas entre quienes prefieren La Fossa o el Arenal-Bol, sus dos principales playas de arena. Sin embargo, surgen pequeñas calas alejadas de la masa que guardan con recelo otro tipo de encanto. La Manzanera es una de ellas. Quienes la han visitado lo han hecho atraídos por la geometría y el color que desprende La Muralla Roja, el icónico bloque de apartamentos diseñado por Ricardo Boffil, que corona la cala desde los años 70. Más allá de este paraíso confeso para 'instagramers', La Manzanera es una cala de líneas sencillas, eso sí, con una perspectiva envidiable del peñón. Y si prefieres un baño a los pies de la gran roca, puedes hacerlo en la cala el Racó, que tampoco está nada mal.

Cala Ferris (Torrevieja)

El punto salvaje de esta lista comienza con Cala Ferris. Puede que su combinación de arena, roca y desnivel no la conviertan en el baño más cómodo, pero es precisamente aquí donde reside su encanto. Un oasis con acento alicantino donde las esbeltas palmeras y las suaves dunas se llevan todo el foco. Quienes la incluyen entre sus favoritas dicen que es el lugar perfecto para dar un paseo y desconectar, así que ya sabes: si eres más de libro que de chapotear, este es tu lugar. Ahora que ya has explorado toda la Costa Blanca, ¿te animas a hacer lo mismo con las playas (casi) desconocidas de Cádiz?

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Les Rotes (Dénia)

Siguiendo la senda de lo salvaje, en este rincón dianense encontramos dos calas poco conocidas - una llamada Playa de Les Arenetes, que en realidad es una cala rocosa; y la Cala de Agua Dulce, más escondida y de uso naturista - que forman parte de uno de los rincones más espectaculares de la Costa Blanca por mantener su esencia más natural. Les Arenetes se extiende a lo largo de medio kilómetro y forma parte de la Reserva Marina del Cabo de San Antonio. Justo al lado se encuentra la Cala de Agua Dulce, una recóndito enclave al que no se puede llegar en coche, pero sí caminando desde Les Arenetes y a través de unas escaleras. No te olvides de los escarpines para disfrutar al máximo de estos dos escondites alicantinos.

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