El truco final, el broche de oro a cualquier comida: el postre. Es el final perfecto para cualquier velada gastro y un "must" que siempre tenemos en cuenta. Dicen que tenemos dos estómagos, uno normal y otro para el dulce, y es cierto: No podemos pasar sin él y este es el motivo de ser de Madridulce, una iniciativa que ha nacido para poner en valor el patrimonio repostero de la capital y a las personas que trabajan día tras día, sigilosa e incansablemente, para crear magia sobre el plato. Y lo hacen con un proyecto que tiene a San Isidro y sus famosas rosquillas por bandera.

El Pozo, Casa Mira, El Riojano, La Mallorquina y La Duquesita. Son el Club de los Cinco, pero en clave gastro. Estas pastelerías icónicas y centenarias de Madrid se han unido para formar parte de la primera edición de Madridulce para mostrar su historia generacional y plasmarla en una tirada especial de rosquillas para poner el punto dulce a San Isidro 2023.

Cada una de estas golosas casas ha elaborado una versión exclusiva de las tradicionales rosquillas, que se pondrán degustar los días 13,14 y 15 de mayo. Son inéditas y únicas, que van a entrarte por la vista pero te conquistarán sobre todo por el paladar.

Cinco versiones, cinco sabores

Rosquilla de violeta

La ha creado El Pozo, la pastelería más antigua de Madrid. Fundara en 1830, no ha parado de ofrecer dulces populares elaborados diariamente desde entonces. Es una marca madrileña imprescindible que, a punto de cumplir 200 años, ha respetado la esencia de sus inicios, manteniendo incluso la totalidad de su mobiliario original. Para el estreno de Madridulce, El Pozo ha creado las rosquillas de violeta.

rosquillas de violeta, de la pastelería el pozo de madrid
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Rosquilla de turrón

Aunque tras las vitrinas de Casa Mira se esconden míticas delicias como mazapanes, fruta confitada o polvorones, es considerada la primera tienda de turrones artesanales de Madrid (entre los que destacan el turrón de almendra y el de Jijona). No era de extrañar, por tanto, que eligieran la rosquilla de cobertura de turrón para celebrar esta iniciativa.

rosquillas de turrón de casa mira
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Rosquillas de madroño

Dámaso Maza era pastelero de la reina María Cristina de Borbón cuando, en 1855, fundó El Riojano. Desde entonces, por esta pastelería de la calle Mayor han pasado reconocidas personalidades de la sociedad madrileña y apasionados del dulce que buscan los sabores más tradicionales dedicados a cada una de las festividades. Dada su experiencia en repostería de temporada y fiestas populares, su versión no podía ser otra que la rosquilla de madroño.

rosquillas de madroño, de el riojano
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Rosquillas de frambuesa

Fundada en 1894, La Mallorquina es una pastelería familiar que se asocia directamente a la Puerta del Sol, donde recibe a los madrileños con sus icónicos pasteles, entre los que destacan sus reconocidas napolitanas de crema o chocolate, las trufas, la tarta de fresa o las pastas de té. A esta amplia oferta dulce se le unen durante estos días las rosquillas de frambuesa.

rosquillas de frambuesa, de la mallorquina
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Rosquillas de pistacho

La Duquesita nació en 1914 para convertirse en una de las pastelerías más emblemáticas de Madrid. Aunque en 2015, tras cumplir cien años, tuvo que cerrar por primera vez sus puertas, meses después volvía a reabrir de la mano de Oriol Balaguer, uno de los pasteleros más laureados de España.

En la nueva etapa, la masía conservó su identidad, pero paralelamente su carta evolucionó para ofrecer nuevas referencias de hojaldre, pasteles, chocolates, trufas y bombones, junto a postres que van cambiando según la temporada. Fruto de esta innovación es también su propuesta: rosquillas con pistacho y sal.

rosquillas de pistacho, de la duquesita
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Habrá más pastelerías en Madridulce

Aunque Madridulce se estrena con estos centenarios, la idea es incorporar próximamente a referentes de la gastronomía actual, con la vocación de mostrar aportaciones frescas a una oferta ya de por sí rebosante de calidad.

Madrid no se ve, se come, se devora, se siente. Y no importa cuánto de ella pruebes, no empacha, porque de Madrid (como de tu postre favorito) uno nunca se cansa...