Cuando se habla de finanzas personales, una de las preguntas más recurrentes es si es mejor ahorrar o invertir, como si fueran opciones antagónicas: ¿es mejor llevar falda o pantalón? Pero me temo que la respuesta es la misma que si nos preguntaran si es mejor calzarse un zapato plano o unos tacones: depende.

Para empezar porque, igual que en un vestidor digno de Instagram tiene que haber de todo en su justa medida, en un armario financiero bien diseñado habrá tanto productos de ahorro como de inversión en proporciones equilibradas. La clave, como con casi todo, está en la dosis.

El ahorro: el ‘little black dress’ de las finanzas

Aunque adolezca de un marketing nefasto, el ahorro es el básico de las finanzas personales, esos pantalones de pinzas que son la base de cualquier look de oficina. Por mucho que nos pese, cuando hablamos de economía doméstica, del ahorro no se puede prescindir. Es la herramienta más potente que tenemos a nuestro alcance para repartir el dinero en el tiempo y capear los altibajos financieros que inevitablemente vamos a tener. El equivalente financiero a ir siempre bien vestido.

El armario cápsula de tu dinero

Igual que en cualquier fondo de armario que se precie habrá unos vaqueros bien cortados, un vestido negro y una camisa blanca de esas que no se arrugan ni queriendo, nuestro ahorro debería construirse sobre tres pilares básicos:

1. El colchón de emergencia. Esos tres o seis meses de ingresos netos que debemos tener siempre en la cuenta por lo que pueda pasar son como la ropa interior, no deberíamos salir de casa sin ellos.

2. El presupuesto. Aunque suene poco glamuroso, tener un presupuesto a un año vista es la mejor forma de asegurarnos que vamos a llegar a fin de mes, todos los meses del año. Un poco como pensar qué te vas a poner para que no te pille la fiesta con el vestido sin planchar.

3. La tasa de ahorro. Aunque ya se sabe que no todos los meses son iguales y que no es lo mismo comprar en rebajas que a principio de temporada, en total deberíamos intentar ahorrar, como mínimo, un 10% de nuestros ingresos netos. Si es un 20%, mejor que mejor, pero a partir de un 10% ya vamos bien.

La archienemiga de tu estilo financiero: la inflación

Todo esto es muy bonito y funciona divinamente, pero con el ahorro pasa como con los jerséis de lana, si no los cuidas bien, les acaban saliendo pelotillas. Y la inflación, aquello de que la vida, por desgracia, es cada vez más cara, es la polilla de los ahorros: un bicho molesto que se va comiendo nuestro dinero, aunque lo tengamos a buen recaudo en el armario.

"La inflación es la polilla de los ahorros: un bicho molesto que se va comiendo nuestro dinero, aunque lo tengamos a buen recaudo en el armario"

Para hacernos una idea, según las últimas previsiones de inflación del Banco de España, cada 1.000 euros que tuviéramos ahorrados en el banco en 2021 valdrán el equivalente a 834 euros en 2025. Los 166 euros que faltan se los va a comer, precisamente, la inflación. O,
lo que es lo mismo, si te limitas a dejar tus ahorros en la cuenta corriente, por cada 1.000 euros que tuvieras ahorrados en 2021 tendrás que ahorrar unos 200 euros más sólo para mantener el poder adquisitivo de tus ahorros de aquí a 2025.

"Con el ahorro pasa como con los jerséis de lana, si no los cuidas bien, les acaban saliendo pelotillas"

La inversión: el complemento perfecto para tu economía

Y esto es sólo el principio. Cada año que pasa, el efecto de la inflación sobre tus ahorros se va acumulando y tu dinero vale cada vez menos. Por eso, cuanto más largo sea el horizonte para el que estemos ahorrando, más importante es proteger esos ahorros de la inflación.

Una de las formas más lucidas de hacerlo es invirtiendo, para no tener que hacer el esfuerzo extra de ahorrar con el sudor de nuestra frente cada euro que se vaya comiendo la inflación. Al final, la inversión es como ese complemento especial que puede transformar un outfit anodino en un look ganador.

Lo importante, como con los complementos, es arriesgar lo suficiente para darle un poco de emoción a la cosa, pero sin pasarse, lo que en finanzas pasa por adecuar nuestras inversiones a nuestro perfil de riesgo.

El perfil de riesgo: el ‘must’

Lo bueno es que no estamos solas en esto y que la legislación ha avanzado mucho para asegurar que este proceso sea lo más transparente posible. Por eso, cuando vayamos a contratar una inversión, lo primero que van a hacer es hacernos un test de idoneidad para definir nuestro perfil de riesgo en función de nuestras circunstancias objetivas (cuánto dinero tenemos, cuál es el plazo y el objetivo de nuestra inversión, qué parte de nuestros ahorros estamos destinando a ello, etc.), pero también subjetivas porque, en finanzas, como en moda, es importante tener en cuenta nuestro estilo y nuestros gustos para elegir un producto de inversión que nos permita alcanzar nuestros objetivos sin quitarnos el sueño.