Hace años, Steve Jobs hizo pensar a medio mundo sobre innovación y emprendimiento con su famosa teoría de «unir los puntos», que lo que venía a decir era que en la vida hay experiencias personales y empresariales que no tienen sentido inmediato ni explicación. Sin embargo, en perspectiva, si unes los puntos hacia atrás, un día te das cuenta de por qué tuviste que vivir aquella experiencia. Y ha tenido que pasar más de una década para que Mónica Rodríguez Corral, de 31 años, CEO y cofundadora de Recovo –una empresa que facilita soluciones circulares para la industria de la moda, ayudando a las compañías a gestionar sus residuos textiles transformándolos en recurso a través de conexiones–, entendiera que su espíritu de veinteañera emprendedora tenía una finalidad.

Aunque empezó estudiando Medicina, enseguida se dio cuenta de que su creatividad encajaba mejor con el marketing y la publicidad, y hoy, con más de diez años de experiencia en el sector de la moda, está convencida de que con su primera marca de ropa y lifestyle ya había plantado una semilla: la de que los sueños eran posibles. Con DNA (Dreamers Not Allowed), ya apuntaba a pensar en que es posible hacer tus sueños realidad. «Aprendí muchas cosas. Desde las complejidades del proceso a los proveedores de materiales o el enfoque de sostenibilidad, que está desde el principio. De hecho, con aquella marca empezamos empleando tejido excedente, que es lo que ahora vendemos, pero esto es algo que hemos hilado después», explica Mónica, una amante del surf y que tras una estancia en París, llegó hasta California con su proyecto.

Una 'start up' comprometida

Fundada en 2021, Recovo nació de la mano de Mónica y Gonzalo Sáenz, CEO y CMO de la compañía, respectivamente. La idea surgió tras la pandemia. Mónica tenía ganas de hacer algo grande, que uniera su espíritu emprendedor con una de sus pasiones: la moda. «Estudiamos problemas en el sector y detectamos uno evidente, que el residuo textil es muy grande y que millones de prendas acaban en desperdicio en lugares como Ghana o el desierto de Atacama. Y más allá, en las fábricas de moda sobran grandes cantidades de inventario», explica.

De ahí nació esta startup, una plataforma que conecta a empresas y diseñadores con el objetivo de reducir el desperdicio textil en la industria de la moda y construir una comunidad de marcas conscientes. «Así estamos consiguiendo que se aproveche este excedente que de otra manera no sería posible. Esto es una red global que pone en contacto a empresas y diseñadores: lo que para uno es un residuo, para otro es un recurso». Así, han alumbrado algunos curiosos fenómenos, como que en la última edición de la Copenhague Fashion Week uno de sus clientes desfilara con tejido excedente de fabricantes españoles. Y, recientemente Recovo se ha unido a la firma española Alohas para crear una colección hecha con tejido reutilizado de la plataforma y compuesta de cinco piezas hechas con materiales de alta calidad como la lana.

Por este y otros motivos, no es de extrañar que su compañía, haya sido la primera sociedad española participada por HearstLab, un fondo de inversión creado por Hearst –empresa editora de ELLE en España–, destinado a empresas fundadas y lideradas por mujeres. «Nos ha dado impulso y visibilidad –explica Mónica–, pero también lanza un mensaje sobre el hecho de que sólo el 2% de este tipo de entidades reciben inversión hoy en día».

Recovo lleva 1,7 millones de metros de tejido recuperado y un ahorro de 19 millones de litros

Para evidenciar la importancia del efecto positivo de su iniciativa, desde Recovo se toman muy en serio la trazabilidad, y en la etiqueta de las prendas que recurren a ellos se facilitan datos de impacto de acuerdo con la metodología de ciclo de vida de productos reconocida internacionalmente que lo certifica. En ellas aportan tres registros: en litros de agua, en emisiones y en químicos frenados. De momento, llevan 1,7 millones de metros de tejido recuperado y han obtenido un ahorro de 19 millones de litros de agua. «Esto o lo hacemos grande o no tiene sentido», sostiene, y apunta que es sólo el principio.

«La compra de ropa de segunda mano en España hace 20 años estaba muy estigmatizada, no querías un suéter de a saber tú quién, pero ahora sucede al contrario: te diferencia y es algo exclusivo», señala sobre este cambio de paradigma.

«Una empresa o un producto no es sostenible sólo por pintarlo de verde. La única manera de ser creíble y honesto es con datos e información real»

«Hoy se habla mucho de circularidad y hay muchas acciones, pero todavía falta más», advierte sobre el greenwashing. «Una empresa o un producto no es sostenible sólo por pintarlo de verde. La única manera de ser creíble y honesto es con datos y con información real, desde el inicio hasta el final. Además de que la acción ha de ser recurrente: de nada vale que una marca la haga un día y ya». Sin embargo, estamos en un momento de transición y, aunque aún hay que cambiar procesos, decisiones y prioridades, ella no pierde el optimismo: «Es complejo que todo esto suceda en poco tiempo, pero lo importante es estar en el camino».