De su compromiso férreo con la música clásica ha nacido La Isla de los Sonidos (Sony Music), un disco-cd dirigido a los más pequeños de la casa con obras de Brahms, Wagner o Rossini, entre otros.

¿Qué aporta la música a los niños?

Desarrolla las diferentes aptitudes artísticas, y las potencia. Para los pequeños, tocar un instrumento les exige constancia y una gran capacidad de sacrificio, y les hace pertenecer a un grupo, la orquesta.

Como viajera, ¿dónde está lo exótico?

En África. No es un continente con riqueza material, pero sí natural, la que le otorga el sonido y sus gentes. Te retrotaes a otra época y vuelves a la esencia de la vida. Recuerdo un atardecer en el Parque Kruger (Suráfrica), veía una manada de elefantes con el sol poniéndose y fue increíble la sensación de libertad.

¿Nos descubres tus ciudades favoritas?

Viena y Londres son dos grandísimas capitales. La primera, tiene clasicismo y un sabor de antaño que perdura. Adoro la parte vieja, donde te sientes en el mundo palaciego de Mozart. Londres es un baluarte de la modernidad. También te atrae Israel... Admiro la espiritualidad de Jerusalén. Es maravilloso conocer cómo conviven todas las culturas y las religiones, pero sé que esta es una visión romántica.

Sabemos de tu pasión por los bosques, ¿nos desvelas cuál es tu predilecto?

Me fascina el valle de Ayala, en Álava, donde se encuentra el bonito monasterio de Quejana. Nací en Amurrio y, aunque he viajado mucho, reconozco que es intransferible la belleza de sus montes. Es un lugar revitalizante, aquí soy la persona más feliz del mundo y es donde me retiro cuando necesito estudiar.

¿Dónde ha sido tu última escapada?

Paso mucho tiempo fuera de casa y necesito algo de evasión. Acabo de estar en Maldivas y deseo conocer algo más India.

¿Qué banda sonora te acompaña de viaje?

Improvisaciones de jazz y Frank Sinatra, aunque no faltan Tchaikovsky y Mozart.