¿En qué te fijas para elaborar los argumentos de tus novelas?

En mil cosas. En las memorias familiares para El tiempo entre costuras o en un viaje para Misión olvido. También me estimula la música que escucho, los libros que leo, una simple noticia en un periódico, una vieja postal, una película… Soy un poco vampiresa, a todo le saco alguna sustancia.

En tu libro planteas el viaje como un itinerario de ida y vuelta, ¿es una idea personal o un argumento literario?

Una convicción que aprovecho para dar coherencia a mi novela. Creo en el enriquecimiento mutuo, las sinergias y la necesidad de conocernos recíprocamente. Tu infancia en Puertollano significa...Largas tardes jugando en la calle con mis hermanos y mis amigos. Veranos de piscina, inviernos de colegio. Pequeños recuerdos un poco borrosos ya, pero entrañables siempre.

Estudiaste en Michigan State University, ¿qué te sorprendió de EE UU?

Mil cosas porque a finales de los ochenta las diferencias entre España y Estados Unidos eran todavía enormes en muchos aspectos. Me deslumbró a primera vista la magnitud gigantesca que todo tenía, desde los bosques a los tamaños de la Coca-Cola. Guardo un recuerdo gratísimo de aquellos años: de lo que aprendí, las miles de experiencias que viví y, sobre todo, de los amigos que allí hice, algunos de los cuales aún siguen cercanos.

Resides en Cartagena, ¿nos recomiendas un buen restaurante?

El Barrio de San Roque, en la calle Jabonerías, por sus especialidades murcianas.

Marruecos es la tierra de tu familia e inspiró tu primer trabajo, ¿cuál es tu ciudad preferida?

Tetuán y Tánger. Me cuesta trabajo decantarme sólo por una de las dos, aunque sean muy distintas entre sí. A Tetuán la llevo en el corazón por mi vinculación sentimental con ella y por su esencia puramente española. Sin embargo, Tánger me seduce por aquel cosmopolitismo legendario en su tiempo de esplendor, y que aún queda en algún resto lleno de nostalgia.

Un lugar recomendable para perderse.

El Cabo de Gata. A veces tienes la sensación de estar en el fin del mundo. Cada vez me vuelvo más reiterativa en mis destinos. Una vez que un sitio te enamora es imposible no volver.

El destino de tu vida es...

Tengo pendiente una visita a la Baja California, la península que pertenece a México y en la que se establecieron las misiones jesuitas, estas precedieron a las franciscanas de las que hablo en mi novela.