“Mi teléfono móvil emite una vibración. Son las cinco y media de la tarde. He engañado un día más al capitalismo y hasta mañana por la mañana no tendré que volver a ponerme ese incómodo y apretado disfraz. Abro WhatsApp y descubro que la vibración pertenecía a una misiva de Pablo, mi vecino. Me pregunta si me apetecería quedar más tarde. Pablo es mi amigo y amante, llevamos acostándonos desde que se mudó al tercer piso de este edificio hace cinco años. Nuestras relaciones sexuales son intermitentes y nuestra relación amorosa, inexistente, pero nuestra relación amistosa es inmutable. Pablo y yo solo funcionamos como pseudopareja entre los muros seguros de nuestros respectivos hogares y bajo el cielo de mi terraza. Pablo ha tenido un par de novias serias en estos cinco años y yo tuve una relación estable unos meses, y durante ese tiempo no nos acostamos jamás. Ahora está soltero y yo también, y de vez en cuando sube a mi casa, bebemos vino o cerveza, hablamos durante horas y nos acostamos”. Con estas palabras presenta Beatriz Serrano en ‘El Descontento’ al único interés ¿amoroso? de su protagonista, dándonos la excusa perfecta para plantearnos una duda.

"Su relación vino dada por la comodidad dada por la proximidad"

Si bien es cierto que en las series, aunque bien sabemos que por motivos de limitaciones de espacio, no es raro que los vecinos tengan aventuras y relaciones (desde ‘Friends’ hasta ‘Big Bang Theory’, pasando por ‘Emily in Paris’, son tan sólo algunos ejemplos), ¿es buena idea poner en marcha la dinámica de las sitcoms en la vida real o fuera de las risas enlatadas, estamos condenándonos a un error tan enlatado como hiper presentista? “Marisa y Pablo son, ante todo, amigos. También son amantes. Su relación vino dada por la comodidad dada por la proximidad y, con el paso de los años, han llegado a una especie de 'trato': cuando ambos están solteros, además de quedar, beber cerveza y charlar, también se acuestan. Para mí, Pablo es una de las tablas de salvación de Marisa: una persona con la que puede contar, que siempre está pendiente de ella y con quien ella puede ser realmente ella misma. El problema es que Marisa está instalada en la apatía, producida por un horrible cuadro de ansiedad, de modo que, aunque quisiera, no podría dar más de sí en una relación que lo que ya da con Pablo”, responde la propia Beatriz Serrano.

“Quería mostrar que hay muchos tipos de formas de relacionarse, y muchas de estas formas no son las que explicas con comodidad en una comida familiar o en el break de la oficina, pero no por ello son menos válidas. Creo que Marisa y Pablo tienen más complicidad y una relación más íntima que muchas parejas al uso (es decir, aquellas que viven juntos, hacen todos los planes juntos y llevan una vida más tradicional)”, aclara.

"Si buscas algo casual y esporádico no es buena idea, si buscas algo sólido, es fantástico"

Por su parte Manuel Hernández Pachecho, autor de ‘Reconocer Y Superar Las Relaciones Tóxicas Y La Dependencia’, considera que si lo que se busca es una aventura o algo casual, estar con un vecino no es la mejor idea. “Casi siempre, uno de los dos puede querer más intimidad, mas sexo, etc., y si el otro no quiere, la situación puede resultar muy incomoda, ya que será una persona con la que tendremos que seguir manteniendo el contacto. Para que una relación funcione tiene que haber una simetría. Que los dos quieran lo mismo. Ahora bien: Si lo que se busca es una relación, es lo mejor poder hacerlo con alguien que conozcamos y con la que hayamos consolidado primero una cercanía y una amistad, de modo que la relación vaya creciendo de un modo lógico y ordenado. Así que la respuesta es: Si buscas algo casual y esporádico no es buena idea, si buscas construir algo sólido, es una idea fantástica”, explica. Sí: el sueño o la pesadilla puede estar a pocos metros de ti…

El principio de proximidad

Otro asunto a explorar es el de si tener algo con un vecino no puede deberse al “enamoramiento por proximidad”, que se rige por el principio de proximidad, una teoría de la psicología social que señala que es más probable que nos sintamos atraídos por las personas que tenemos cerca. Ese es el motivo por el que te interesas por un compañero de oficina al que jamás habrías mirado a las afueras del entorno laboral o la razón por la que el camarero de la cafetería que visitas regularmente te parece la versión castiza del protagonista de ‘The Bear’ cuando en el fondo, es posible que se parezca más a un extra de ‘Doctor en Alaska’.

El principio de proximidad se remonta a 1960, cuando el psicólogo Theodore Newcomb realizó un estudio que encontró que los estudiantes universitarios que vivían en el mismo dormitorio tenían más probabilidades de ser amigos entre sí que otras personas en el mismo edificio. Aunque no existen estudios que hablen de una conexión entre la atracción romántica y el principio de proximidad, no es extraño que los psicólogos aludan a la teoría en relación a las relaciones románticas e incluso ahonden en el posible nexo con el efecto de exposición, que dice que tenemos más probabilidades de sentirnos atraídos por aquellos que vemos con frecuencia.

salir con tu vecino
STEPHANIE BRANCHU/NETFLIX
¿Es buena idea salir con tu vecino?

Regresemos un momento a la novela ‘El descontento’, porque la protagonista se encuentra sumida en un empleo que detesta e ingiere orfidales como quien masca chicle. Ante semejante situación de desequilibrio y -valga la redundancia- descontento, ¿puede ser encontrar un amante a dos pasos la fórmula para poder tener cierto afecto/sexo sin tener que esforzarnos demasiado? “Supongo que, en un mundo que tiende al individualismo y al aislamiento, cada vez buscamos más atajos para encontrarnos con otras personas. O para tener una falsa sensación de que nos encontramos con otras personas. Supongo que, en la era del sexo exprés y las aplicaciones de ligar en las que nos presentamos como trozos de carne en el supermercado, cada vez cuesta más encontrar esa conexión que el ser humano va buscando desde el principio de los tiempos. Y entonces, parcheamos. Ya sea en Tinder, con un camarero o con el vecino del 3A. Y, aunque sea por un breve periodo de tiempo, creemos que hemos encontrado esa conexión”, dice Serrano.

salir con tu vecino
CBS Photo Archive//Getty Images
¿Es buena idea salir con tu vecino?

Pero volvamos a esa atrayente e inquietante idea de que ver a un vecino puede ser un sueño o una pesadilla, es decir: una decisión que sólo entiende de extremos. En el caso de que sea algo casual, ¿cómo se puede hacer para que no haya problemas cuando alguno traiga a un amante a casa, teniendo en cuenta que se puede enterar? “Para empezar, siendo impecablemente claros con el otro y ejerciendo una responsabilidad emocional radical desde el minuto cero. Hay gente que cree que esas interacciones del tipo “aquí te pillo aquí te mato” no tienen mucha repercusión, que no son importantes. Pero lo son”, dicen Ana Romera y Kenai Zurdo, autores de ‘Diseño humano’. “Lo mejor es tener siempre una comunicación abierta y honesta. Una de esas conversaciones difíciles en la que las expectativas, los deseos y las necesidades se ponen encima de la mesa. Y no cuando ya estás metida de lleno y no puedes volver atrás. No, así no. Toca hablarlo antes de llegar a subir a “pedirle un poco de sal”, recomiendan.

"Si lo dejáis, te despertarás cada mañana sabiendo que lo tienes a menos de 20 metros"

Pero, ¿qué pasa si la cosa va a más? ¿Es posible no pisar el acelerador, teniendo en cuenta que es TAN fácil verse? “Si la cosa va a más y se enamoran, no se van a respetar los tiempos. Dos personas enamoradas sólo piensan en la otra persona todo el tiempo, y por supuesto se desea el sexo y el contacto físico a todas horas”, señala Manuel Hernández Pachecho. En el caso de que haya una relación y esta se termine… ¿Hay forma humana de que no sea traumático tener a una ex pareja delante, teniendo en cuenta que en una separación la distancia y el contacto cero son esenciales para completar el maldito duelo? “Una ruptura no es fácil, tiene su intríngulis. Concretamente, existen siete pasos tras una separación por los que tendrás que pasar sí o sí: Shock, negación, ira, negociación, dolor, aceptación y tu nueva vida. A todo esto, súmale el hecho de que te despertarás cada mañana, sabiendo que lo tienes a menos de 20 metros. No es moco de pavo. Aprende a reconocer en cuál de los pasos te encuentras y no reprimas tus sentimientos. Es normal estar en shock, es normal negarse, es normal sentir dolor. Respétate y acepta que será (o puede ser) un proceso largo”, dicen Ana Romera y Kenai Zurdo.

¿La conclusión? Estar con un vecino es una idea nefasta, pero si se me permite opinar, ¿acaso las malas ideas no son a veces las que salen bien? Y si todo se va al traste, que no cunda el pánico: siempre le podemos pedir sal a otro vecino o qué demonios, bajar al supermercado.