Estoy convencida de que alguna vez has escuchado esta frase: "Es que a mí solo me gustan los malos" o "los buenos no me atraen, no me gustan, me canso de ellos". Son muchas las ocasiones en las que me habéis preguntado por qué nos sucede esto y cómo podemos evitarlo ya que, si lo que queremos es construir una relación sana y duradera en la que nos sintamos cómodas, tendremos que elegir a alguien 'bueno' y que nos aporte bienestar.

¿Es cierto eso de que a algunas personas solo les gustan los malos? No. Que no cunda el pánico porque eso no es exactamente así. Vamos a ver lo que ocurre en realidad. Cada uno de nosotros nos sentimos atraídos por personas que tienen características que sintonizan con aquello que más admiramos. Y lo que nos despierta admiración, son:

  • Las personas con aspectos que a nosotros nos gustaría tener. Por ejemplo, una persona a la que percibimos muy segura (cuando yo siento mucha inseguridad), muy atrevida (cuando yo soy muy miedosa), muy extrovertida (cuando yo soy muy tímida), muy lista, que sabe de todo o retiene muchos datos, con mucha cultura general (cuando yo me siento más bien tonta, con mala memoria o poco inteligente)… El hecho de percibir en la otra persona aquello que siento que a mi me falta y me gustaría tener, nos despierta admiración fácilmente de manera que ignoremos o no tengamos en cuenta otros aspectos de su personalidad que pueden ser importantes banderas rojas.
  • Las personas con características o formas de actuar que nos recuerden (aunque no seamos conscientes de ello) a la manera de actuar de nuestro padre / madre. Para nosotros, lo que hemos visto en casa de pequeños es lo que entendemos y asumimos como 'amor'. El amor es eso que vimos, sea sano o tóxico. Si lo que vimos fue maltrato, agresividad, engaños, infidelidades, falta de comunicación, quejas constantes, etc es muy probable que elijamos a alguien con características de ese padre o madre para que así podamos reproducir su 'relación de amor'. Buscamos aquello que nos han enseñado que era el 'amor'. Y por eso nos sentiremos atraídos una y otra vez por perfiles parecidos con los que no podremos construir nada más que eso que tenemos normalizado.
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Por esto nos da la sensación o llegamos a esa conclusión de que 'solo nos gustan los malos, los que nos tratan mal, los que nos engañan o no nos cuidan'. Eso es lo que nos es familiar y con ese perfil podremos revivir lo que había en nuestro hogar. Aunque no sea sano. Aunque nos haga sufrir. Aunque nos perjudique y nos impida crecer.

¿Qué hacer entonces?

Es importante que tengamos claro que, aunque al echar la vista atrás nos demos cuenta de que hemos actuado siempre de esa forma y en esa dirección, es decir, aunque hasta hoy, la mayoría de personas de las que nos hemos enamorado hayan sido parecidas y no recomendables, eso no significa que tengamos una tara irreversible o que no lo podamos cambiar.

Sin duda podemos 'reajustar' el objetivo de forma consciente y desde nuestra parte racional para apuntar a personas que encajen de verdad con lo que buscamos y dejar a un lado las que nos llevan una y otra vez a ese tipo de relaciones que no queremos porque solo nos hacen sufrir.

Para lograrlo, mi recomendación es, sin duda, realizar un proceso de crecimiento personal. Debemos adentrarnos en las entrañas de nuestra historia, de los vínculos con nuestra familia, del entorno en el que nos enseñaron a amar y nos mostraron cómo era el amor. Podría parecer que todos somos conscientes de nuestra historia y de dónde venimos pero, por extraño que sea, no es así.

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En muchísimos casos no nos hemos parado nunca a reflexionar sobre ello. Para muchas personas hacerse preguntas y analizar las relaciones que más les han impactado en su vida no es algo que les salga de manera natural. Uno tiene normalizado aquello que vivió y tiende a centrarse en el hoy, dejando atrás el pasado. Pero para poder entender bien el hoy y que seamos capaces de definir cómo queremos que sea el mañana, debemos detenernos y mirar el ayer.

Si nos quedamos simplemente con esa idea de que 'nos gustan los malos', eso es una creencia que puede condicionarnos a la hora de elegir. Por lo general, actuamos de forma inconsciente movidos por nuestras creencias, ellas son las que le marcan el camino a seguir al cerebro, las que le dicen “busca algo que encaje con esta verdad absoluta”. Si tengo la certeza de que solo me gustan aquellos que no me tratan bien, mi cerebro que es muy obediente, se esforzará en detectar aquellos que tengan características propias de los que o tratan bien para asegurarse de que nos da lo que estamos buscando.

Por lo tanto, es importante comprender de dónde venimos, qué es lo que aprendimos allí, sobre el amor, sobre las relaciones y sobre nosotros mismos y una vez tengamos esto claro, debemos decidir de forma consciente con qué nos quedamos y de qué nos desprendemos. Y es que, solamente cuando uno es capaz de ver lo que hay, cuando uno es consciente de lo que sucede, es cuando puede decidir qué quiere hacer a partir de ahí y en quién quiere convertirse.


La jefa: Silvia Congost

silvia congost
Elisabet Serra

Silvia Congost es psicóloga experta y un referente nacional en autoestima, dependencia emocional y relaciones tóxicas, conferenciante, autora de 9 libros, y una líder inspiracional en redes sociales y medios de comunicación. Tiene 20 años de experiencia profesional en el sector de la psicología y cuenta con centros en Barcelona, Girona y Madrid, además de realizar terapia online con pacientes de todo el mundo, donde junto a su equipo ha ayudado a miles de personas a reforzar su autoestima, liberarse de relaciones tóxicas y apostar por la vida que realmente sueñan gracias a su propio y exclusivo método.

Puedes encontrarla en Instagram (@silviacongost) y en su canal de YouTube.