Es bastante probable que durante las últimas semanas, con la vuelta a la oficina, te hayas topado con el término ‘quiet quitting’, que se ha encargado este año de tomar el relevo a la Gran Renuncia que caracterizó al mercado laboral tras regresar de las vacaciones en 2021. Sin embargo, lo que resulta realmente curioso es que pese a que un estudio de Infojobs señalaba en 2022 que el 27 % de los españoles encuestados pretendía dejar su trabajo este año, en realidad esta renuncia silenciosa no se refiere a abandonar el puesto laboral, sino a ceñirse estrictamente a las funciones del puesto... Algo que por cierto, quizás es precisamente lo que tendríamos que hacer para evitar ser víctima del 'burnout'. Seguro que este mismo concepto que se viralizó mucho tras las vacaciones de verano el año anterior, regresa con la misma fuerza después de este mes de agosto, cuando nos replanteamos nuestra vida antes del comienzo del nuevo curso.

"La dimisión silenciosa es un término metafórico"

“Es un concepto perverso, porque hay dos formas de verlo. La primera es la de un trabajador que por las razones que sea, decide no renunciar a su puesto y está calentando la silla. Cubre expediente, pero no da un plus de afecto a la empresa, que es lo que ocurre al dar ideas, mostrar entusiasmo, tener una actitud positiva, participar… La dimisión silenciosa es un término metafórico e indica que hay una disfunción en el vínculo que el trabajador tiene con sus tareas y su empresa. El trabajo no le da grandes satisfacciones porque estas no le estimulan ni le mueven a dar más. Sin embargo, la empresa se esta viendo también perjudicada, porque no obtiene lo óptimo”, explica Rafael San Román, psicólogo de Ifeel.

"Como directora, necesito gente comprometida"


Antes de que nos explique la segunda vertiente de este término, hablamos con Noelia de Lucas, National Sales Director en HAYS España, para que profundice precisamente en cómo este tipo de renuncia silenciosa afecta a las empresas desde su punto de vista como directiva. “Esa es la diferencia entre un trabajador correcto, con el que se establece casi una relación mercantil, y uno comprometido, que es el que hace un sobre esfuerzo. Como directora, necesito gente comprometida, pero lo ideal es tener un mix de ambos tipos de trabajador. Se necesitan fuerzas equilibradas, que gente comparta diferentes visiones y sobre todo, que el empresario no abuse de las vidas de las personas. Las nuevas generaciones nos han ayudado a regular tiempos, saber decir que no y respetar nuestra vida personal. Entiendo que haya quien cumpla con los horarios, pero en determinados momentos tienes que saber que para dar un paso adelante, has de dar algo de compromiso. El problema llega cuando nos volvemos rígidos, el resto está sobrecargado y nos vamos a nuestra hora, porque quizás estamos repercutiendo negativamente en el resto”, explica.

"¿Por qué el trabajo tiene que inundarlo todo?"

Es ahora cuando Rafael explica la segunda forma de entender estas dimisiones silenciosas. “Si nos referimos a un trabajador que hace su trabajo en su horario y ni una tarea más, ya es algo diferente, porque a no ser que los resultados digan lo contrario, a priori no hay que considerarlo como una dimisión… ¡Simplemente está haciendo su trabajo! ¿Por qué vamos a tener que afear su labor con este término? Si es una persona que se organiza bien, entiende su trabajo como lo que es, no gasta más energía de la que considera necesaria y eso le permite reservar energías recursos y tiempo para dedicarlo a otros aspectos de su vida… ¿Qué problema hay? ¿Por qué el trabajo tiene que inundarlo todo? Hay una mentalidad de que hay que dar intereses, y es algo complicado y delicado”, asegura.

El psicólogo explica que en realidad, se trata de una manera eficiente de trabajar cuyo enfoque es producir menos, de forma equilibrada y sin una mentalidad corporativa voraz. “Otra cosa es que seamos indolentes o que estemos poco comprometidos, pero si el precio para quien ha de producir ese plus es alto en términos de bienestar emocional, sin duda no merece la pena el sobre esfuerzo. Sin embargo, hemos de tener en cuenta que hay gente a la que el trabajo le define y existen sectores muy ejecutivos y exigentes en los que lo que está bien visto es ser el que hace más, no el mejor”, explica Rafael San Román, psicólogo de Ifeel.

“Es esencial tener en cuenta lo que se dice y se vive dentro de la cultura empresarial"

Tanto él como Noelia de Lucas coinciden en señalar la importancia de que jefes y empresas aboguen por una cultura empresarial que respete el salario emocional de sus trabajadores, que no es otra cosa que una serie de retribuciones, más allá de las monetarias, que las empresas ofrecen para mejorar la calidad de vida de sus empleados, ofreciéndoles motivación adicional que suele traducirse en compromiso con los objetivos de la compañía. “Es esencial tener en cuenta lo que se dice y se vive dentro de la cultura empresarial y el ejemplo cotidiano que dan superiores y compañeros. Como empresa, hay que empezar a lanzar mensajes y ejercerlos para señalar que sin una calidad de vida y sin un equilibrio, acaban ocurriendo estas dimisiones silenciosas”, advierte Rafael San Román.

Antes de finalizar, hemos de tener en cuenta algunos aspectos. Para comenzar, que este término puede conducir a algunas personas a sentirse validadas a la hora de no arrimar jamás el hombro, algo que en ocasiones es necesario hacer para no perjudicar al resto de compañeros, del mismo modo que otras tantas se sentirán juzgadas si deciden aportar un extra a su empeño laboral. Para continuar, que anteponer la salud mental y escapar de la cultura del sobre trabajo es algo que no tendría que alarmarnos, pues hemos caído presos de una ‘hustle culture’ obsesionada con la productividad y con las horas extras. Para finalizar, que este abandono silencioso en realidad trae consigo asociados ciertos privilegios… ¿O acaso crees que quienes no tienen una situación económica delicada pueden permitírselo, o que las personas racializadas están en el mismo plano de seguridad laboral?