¿A menudo te sientes culpable por estar tirada en el sofá un sábado en vez de adelantar trabajo? ¿Los miércoles vas a hacer yoga, pero en vez de concentrarte estás pensando en el nuevo informe que tienes que pasar el lunes a tu jefe? ¿Te estás tomando una caña con las amigas, pero no dejas de actualizar el ‘mail’ del trabajo por si alguien te ha enviado algún correo? Si te reconoces en estas conductas o en otras parecidas, a lo mejor estás sufriendo lo que se conoce como ‘stresslaxing’, porque una cosa es amar tu trabajo y otra que llegue a obsesionarte hasta el punto de no poder ni desconectar aunque estés en tu tiempo libre.

¿Qué es el ‘stresslaxing’?

Empezaremos por explicar que es este anglicismo del ‘stresslaxing’, que desde la vuelta de la pandemia parece estar más presente que nunca. “El ‘stresslaxing’ es la tendencia a no relajarnos ni descansar ni siquiera en los momentos que habitualmente se destinan para ello. La continua sensación mental de estar en una batidora a toda velocidad a pesar de que estamos descansando, paseando o hablando con los amigos”, explica Alberto Valle, fundador de Psicosniper.

Quien más quien menos lo ha padecido en alguna ocasión esporádica, asociado a momentos muy puntuales; el problema está cuando esa conducta del ‘stresslaxing’ nos acompaña de manera permanente a todas partes, y no nos podemos olvidar del trabajo y queremos ser productivos todo el día. Pero, ¿por qué nos pasa eso? “El ‘stresslaxing’ se produce porque dejamos que el estrés laboral invada nuestra esfera privada, empujado por un afán de perfeccionismo. La locomotora no puede parar, hemos de estar planificando y produciendo física o mentalmente algo. Y cuando esto no sucede nos sentimos que estamos perdiendo el tiempo. Las vacaciones al estilo japonés con todo planificado al milímetro no son para nosotros, tenemos que recuperar en los periodos de descanso la siesta y el zanganeo físico y mental”, recomienda Alberto Valle, psicólogo especializado en entornos laborales, quien alerta de que las redes sociales son también unos “importantes generadores de estrés, no dejándonos en paz en ningún momento con sus notificaciones sobre los asuntos más triviales”.

Y es que aunque el trabajo y la autoexplotación es el principal motivo asociado al fenómeno del ‘stresslaxing’, no es el único. “El término ‘stresslaxing’ se aplica también a la sensación de pérdida de tiempo con respecto a otras facetas susceptibles de mejorar nuestra vida. ‘Debería estar haciendo deporte’, ‘debería dedicar más horas a la lectura’, ‘Debería estar limpiando la casa’… Estos pensamientos nos invaden y nos dificultan el vivir el momento, así como ese necesario no hacer nada en algunos momentos del día”, confirma Pilar Conde, directora técnica de Clínicas Origen.

¿Cuáles son los signos del ‘stresslaxing’?

A veces no nos damos cuenta que estamos cayendo por una pendiente peligrosa, y esto es lo que ocurre frecuentemente en el fenómeno del ‘stresslaxing’. “La familia o los amigos suelen ser los primeros en dar la voz de alarma. Lo advierten cuando los queremos arrastrar en la vorágine para que hagan mil actividades en lugar de descansar. En otros casos, nosotros mismos nos percatamos de la carga de estrés que a pesar de nuestros intentos no nos podemos librar de ella. Tenemos muchos problemas para conciliar el sueño, nos sentimos nerviosos y a la vez cansados y se genera una continua insatisfacción por el hecho de no llegar a todo, lo cual es normal y humano. Cuando llegamos a este punto, ya ni siquiera en vacaciones podemos sentirnos relajados”, señala Alberto Valle.

¿Quién es más proclive a padecer ‘stresslaxing’?

El problema de sufrir ‘stresslaxing’, ya sea asociado al trabajo o a otras circunstancias, es algo que puede ocurrirle a cualquier persona, pero hay algunas que son más proclives que otras. “El ‘stresslaxing’ afecta más a tres tipos de personas: las perfeccionistas, que llevan sus cometidos hasta la exigencia máxima. Nunca están contentos con el resultado y piensan que estar descansando es una pérdida del tiempo que debieran estar empleando en mejorar su tarea. El segundo tipo corresponde a aquellas que padecen ansiedad o presentan tendencias ansiosas. En este grupo predomina la anticipación, lo que les hace proyectarse siempre hacia lo próximo que va a suceder, en este caso en el ámbito laboral. Y en el último grupo se hallan quienes sitúan el plano profesional por encima de otras esferas de la vida”, detalla la psicóloga Pilar Conde.

¿Qué consecuencias se derivan del ‘stresslaxing’?

Si se alarga en el tiempo el problema del ‘stresslaxing’ o vives permanentemente en una situación de estar pendiente del trabajo o del aprovechamiento de cada minuto de tu existencia, esto tiene consecuencias, y no son buenas, como podrás imaginar. Para empezar, es muy posible que, deje de hacerte feliz el trabajo.

“El ‘stresslaxing’ se puede camuflar bajo el inocente disfraz de la competencia y capacidad que se nos supone. Ante los demás, podemos ser un dechado de perfección y profesionalidad, pero, por otro lado, empezamos a detectar cómo nuestro cuerpo empieza a encender las alarmas. Desaprovechar los periodos de descanso va a ser demoledor. El sistema endocrino se desajusta y puede aparecer el hipertiroidismo, también hay dificultades para mantener el peso, problemas de sueño, cansancio permanente, problemas de memoria, cardiovasculares, etc.”, asegura el creador de Psicosniper.

¿Cómo evitar el ‘stresslaxing’?

La clave para no caer en el temido ‘stresslaxing’ está en conseguir eso tan difícil de relajarse, tanto físicamente como mentalmente, porque es la clave para alcanzar el bienestar y alejarse de las enfermedades. Pero una cosa es decirlo y otra poder hacerlo… La psicóloga Pilar Conde nos da cinco pautas para salir (o no entrar) en ese peligroso mundo del ‘stresslaxing’:

  1. Permítete descansar. “Pospón las exigencias, reflexiona y toma decisiones sobre las mismas. Disminuye las exigencias contigo misma y sé compasiva. Iguala el tiempo de descanso, a nivel de importancia, con necesidades básicas, como el comer y el dormir. Date permiso para disfrutar”.
  2. Desconecta del trabajo. “Olvídate del correo y del móvil de trabajo fuera de horario laboral. O, en todo caso, fija un tiempo de revisión, pero que no sea algo no constante. Por ejemplo, quince minutos al final del día por si hay alguna urgencia”.
  3. Consulta a los profesionales de la salud mental. “Ellos te podrá facilitar herramientas personalizadas y útiles para gestionar el estrés. Por ejemplo, practicar la meditación consciente, que requiere de entrenamiento, produce cambios a nivel cognitivo”.
  4. Sé tolerante. “Acepta que puedan aparecer determinados pensamientos incómodos, pero mantente comprometida con tus objetivos de autocuidado”.
  5. No hagas nada de vez en cuando. “Incorpora la no actividad a tu rutina diaria, de manera que te comprometas con ella, como lo haces con el tiempo que dedicas a otros asuntos”.

Conseguirlo depende de ti y del empeño que le pongas. El psicólogo Alberto Valle recuerda un proverbio muy elocuente: “Dice así: ‘Necesitas media hora de meditación al día, a menos que estés muy ocupado; entonces necesitas una hora’. El ‘mindfulness’ bien entendido y practicado, aunque sean diez minutos al día, puede ser un poderoso aliado para mantener ese estrés bajo control, junto con algún deporte exigente que haga que nuestra mente se concentre en esa actividad presente que requiere tanto de nosotros”.