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Cudillero: así es uno de los pueblos más bonitos del norte

La costa de Asturias está repleta de pueblos pintorescos que merecen ser descubiertos, pero si hay uno que nos enamora por encima del resto, ese es Cudillero. Será porque su explosión de color y su ADN pesquero lo convierten en un imprescindible para el otoño. ¿Buscando un fin de semana diferente? Entonces sigue leyendo.

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preview for Cudillero en nueve claves

Nos gustan medievales, los que están situados a las afueras de Madrid a modo de vía de escape, los que funcionan como auténticas píldoras anti estrés e incluso los que nos llevan a coger un avión hasta la costa de Irlanda.

Qué le vamos a hacer, somos de pueblo. Del placer que despierta recorrer sus calles a pie sin prisas ni multitudes, de las tiendas de toda la vida y de los restaurantes que ensalzan con orgullo la gastronomía tradicional. Y si se trata de elaborar una lista de pueblos por los que perdemos la cabeza, Cudillero se ha ganado a pulso encabezarla.

En esta villa marinera asentada en la costa asturiana el color adquiere un simbolismo especial. Primero, porque como tantos otros pueblos pesqueros, ha convertido sus fachadas en lienzos donde cada casa luce las mismas tonalidades que la barca con la que esa familia sale a faenar. Después, por lo bien que empasta el azul del Cantábrico con el manto verde que envuelve a esta localidad. Y por si fuera poco, la brisa marina y el ajetreo de curiosos consiguen que esta postal cobre vida.

Ya lo incluimos en nuestra selección de pueblos que rebosan encanto norteño y ahora te traemos las 9 claves por las que acabará convirtiéndose en tu próximo destino de vacaciones.

1

Tomar el aperitivo en su anfiteatro

Anfiteatro Cudillero
by Ruhey//Getty Images

La disposición de casas alineadas a distintas alturas formando un semicírculo casi perfecto le ha valido este sobrenombre a la Plaza de la Marina. Y aunque la explosión de color pueda resultar abrumadora al principio, no encontraremos mejores palcos desde los que contemplar lo que sucede en la “arena”. Es aquí, en el corazón de Cudillero, donde se agolpan las terrazas y el vaivén de turistas. Una oportunidad de oro para fundirnos con el ambiente y probar la mejor materia prima del Cantábrico: su marisco. Una ración de zamburiñas, almejas o pulpo en Casa Julio puede ser el perfecto punto de partida.

2

Visitar su faro

Faro de Cudillero
Carlos Ciudad Photos//Getty Images

Una de las primeras cosas que avistamos al llegar a Cudillero es a su vez la mejor excusa para estirar las piernas después de un viaje largo. Tras ascender las escaleras que brotan de su paseo marítimo, arranca un sendero que en apenas cinco minutos nos dejará frente al icónico faro. Se trata de un edificio que lleva 160 años guiando a las embarcaciones mientras guarda el litoral a 75 metros de altura sobre Punta Roballera. Creemos firmemente que dejarnos arropar por el mar mientras oímos cómo rompen las olas contra sus paredes de piedra es la mejor terapia.

3

Completar la ruta de los miradores

Mirador Cudillero Asturias
Photo by Ramón M. Covelo//Getty Images

Si recorrer sus subidas y bajadas es obligatorio, también debería serlo contemplar este entramado de calles a vista de pájaro. El mirador de la Garita es el más conocido (nada de dejarse intimidar por los escalones) y es que la vista que ofrece del manto de tejados con el puerto de fondo justifica su popularidad. Desde el mirador de Cimadevila, además de obtener una perspectiva diferente el anfiteatro, seremos testigo de cómo el mar se abre frente a nosotros. Pero aquí no acaba la cosa: del Pico, de la Estrecha, el Baluarte, del Contorno, el Palación… Son muchos los miradores que conforman Cudillero así que te retamos a recorrerlos todos hasta dar con la foto perfecta.

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4

Sin olvidarnos de sus edificios emblemáticos

Palacio Selgas Cudillero
Oliver Strewe//Getty Images

Pasear sin rumbo por sus calles ya es un considerable ejercicio de belleza pero hay varios edificios a los que deberíamos prestar especial atención, como la Iglesia de San Pedro o la Capilla del Humilladero, construcción más antigua de la localidad. Si nos dirigimos hacia el interior un paseo de 30 minutos nos dejará frente al Palacio La quinta de Selgas. Su fachada y sus ornamentados jardines repletos de flores y estatuas son siempre el mejor recibimiento. Si tienes suerte y lo visitas antes de que eche el cierre el próximo 30 de septiembre –el palacio abre sus puertas al público aproximadamente cada dos años–, podrás descubrir también su rico patrimonio artístico.

5

Recorrer el puerto

puerto de cudillero
Raquel Maria Carbonell Pagola

Dejaremos atrás las casitas de colores y pondremos rumbo al puerto. Nuestra recomendación: hacer una parada en la Oficina de Turismo situada a medio camino para así fichar las últimas propuestas de la zona. Ahora sí, continuaremos hasta llegar a su muelle y, con suerte, ver cómo regresan los barcos pesqueros tras un largo día faenando. El olor a mar y los pequeños islotes que irrumpen en sus aguas no harán más que reafirmar la autenticidad de este histórico puerto asturiano. Si quieres alargar el paseo, siempre puedes recorrer el perímetro del espigón para aprovechar la perspectiva única de coloridos barcos con Cudillero de fondo que ofrece.

6

Continuar hasta Cabo de Vidío

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No exageramos si decimos que a apenas 20 minutos en coche encontraremos uno de los cabos más espectaculares de nuestro litoral. Lo único que “mancha” el carácter salvaje de Cabo Vidío es el discreto faro que desde hace casi 70 años lo acompaña. La sensación de vacío que experimentamos al recorrer con la mirada los 100 metros de caída libre que nos separan del mar sólo es comparable a las vistas que inundan el cabo cuando llega el atardecer.

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7

Y no parar hasta llegar a la playa del Silencio

Playa del Silencio Cudillero Asturias
Iñigo Fdz de Pinedo//Getty Images

Si tuviéramos que elegir un lugar que definiera la naturaleza cántabra en toda su esencia, sería sin duda esta playa de apenas 500 metros de longitud. Nada más comenzar el camino que desciende a la costa las vistas ya nos dejarán sin palabras y una vez que completemos la serpenteante escalera hasta la arena comprobaremos que estar rodeados por sus escarpadas paredes es –si cabe– todavía más espectacular. Pasear por su orilla, darse un chapuzón –aunque sea cosa de valientes– en sus aguas... Disfrutar de unas horas en la Playa del Silencio no tiene precio.

8

Comer, comer y comer

Si eres de las que cuando viaja sabe darle la misma importancia a la gastronomía que a los monumentos, Cudillero es tu lugar. Marisco, calamares, sardinas, mejillones, merluza de pincho, rape o ‘pixín’… La oferta salida del mar es tan interminable como formas hay de cocinarla. El curadillo (pescado curado) es el gran orgullo de la localidad y, para los amantes de la carne, un cachopo como manda la tradición: de proporciones épicas y relleno de jamón y queso. Que tampoco falten otros clásicos asturianos siempre presentes en la carta como la fabada, el pastel de cabracho, el chorizo a la sidra o una buena cazuela de mariscos como la que preparan en el restaurante El Remo. Importante: pedir una botella de sidra con la que regar semejante manjar.

9

Y si viajas con niños...

A la hora de encontrar actividades extra para tener entretenidos a los más pequeños, los alrededores de Cudillero están cargados de buenas propuestas. En la pequeña localidad de Santa Marina la granja La Cuesta les permitirá conocer de primera mano su funcionamiento mientras están en contacto con vacas, cabras y caballos. Los más intrépidos podrán enfrentarse a las olas del norte gracias a los campamentos y cursos exprés que ofrecen en la escuela de surf Rompiente Norte. Otra actividad para toda la familia que no falla: organizar una ruta de senderismo que recorra las brañas vaqueiras –antiguas casas de pastores ubicadas en la montaña– o los entresijos del espectacular Valle de Faedo. Lo mejor es que en ninguno de los casos tardarás más de 20 minutos en coche.

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