Hay quien mira con desconfianza a quien pide bolsas de plástico cuando visita el supermercado al tiempo que se da a sí mismo una imaginaria palmadita en la espalda cada vez que en su lugar, emplea una de esas bolsas de algodón que cada vez se acumulan más en los cajones de nuestras casas, posiblemente sin saber que cada una de ellas ha de usarse 20.000 veces (o cada día durante 54 años) para compensar así el impacto general de su producción. De hecho, según señala la Agencia de Medioambiente británica, para que el rendimiento ecológico de una bolsa de tela fuera mayor que el de una bolsa de plástico que no se reutiliza, debería utilizarse al menos 131 veces. "Para el consumidor, la bolsa de tela es la opción más cómoda, por su durabilidad y resistencia, y porque se puede lavar. Sin embargo, el compromiso que se adopta con el planeta no es como piensa", afirma Neus Soler, profesora colaboradora de los Estudios de Economía y Empresa de la UOC. "El hecho de que cada persona utiliza más de una bolsa de tela (se estima que cada persona tiene en casa entre cinco y 10 bolsas reutilizables de algodón y que, cuando se la olvida en casa, acabará comprando otra en la tienda) desmonta la creencia de que al usar bolsas de tela, se cumplen los estándares de sostenibilidad y medioambiente", advierte.

bolsas de tela
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Bolsas de tela

¿Cuál es, entonces, la mejor opción a la hora de ir a comprar? Juan Carlos Gázquez, profesor colaborador de los Estudios de Economía y Empresa de la UOC, responde. “Personalmente, lo idóneo es llevar algún tipo de carrito que facilite la compra y luego el desplazamiento al vehículo o a casa. Si no se dispone de carrito de la compra, puede ser una buena opción llevar las bolsas (de plástico o de papel) desde casa".

Cristian Castillo, profesor de los Estudios de Economía y Empresa de la UOC, experto en logística, cree que la opción más sostenible serían las bolsas reutilizables de plástico, pues el plástico requiere menos consumos, menos agua y menos energía, lo que lo convierte en la mejor opción para el uso diario.

Cuando la solución se convierte en el problema

Deborah García Bello explica en ‘¿Y si la bolsa de plástico fuese más sostenible que las de papel o algodón?’, publicado en Cultura Científica, que si analizamos el ciclo de vida de las bolsas de algodón, su impacto medioambiental es el más dañino de todos. “El algodón se cultiva de forma intensiva, necesita de mucho terreno, un importante gasto energético y su transformación en tejido emite, entre otras sustancias nocivas, gases de efecto invernadero. Producir 1 kg de tejido de algodón requiere más de 40.000 litros de agua en promedio, una sed mucho mayor que la de cualquier vegetal e incluso la mayoría de las carnes. A diferencia del papel, también hay que tener en cuenta que el algodón no se recicla en la mayoría de los países”, escribe.

"La solución es un problema si la intención no está alineada"

Por su parte, ‘New York Times’ publicó un artículo llamado "La crisis del tote bag de algodón". ¿Cómo se ha convertido una solución en un problema? “Desde hace cinco años, hay muchas empresas que se dedican a crear estas bolsas genéricas de China e imprimirlas con tu mensaje para vender más. Como siempre, la solución es un problema si la intención no está alineada. Si las marcas usan estas bolsa como un gancho de marketing para vender mas o hacer 'greenwashing' no estamos solucionando nada. Da igual de qué esté hecha la bolsa”, advierte Kavita Parmar, Co founder & Co Curator de Xtant.

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El engaño de las ’tote bags’

“Se ha convertido en un problema por la capacidad de asociar el uso de estas bolsas con el ahorro de bolsas de plástico. De hecho, ese fue el eslogan que utilizó la diseñadora británica Anya Hindmarch -a quien podemos catalogar como la “madre de las tote bags”- en 2007, cuando lanzó esta idea al mercado. El mencionado eslogan decía “I’m not a plastic bag”. Esta primera tote bag se puso a la venta en supermercados británicos por alrededor de cinco libras esterlinas y fue un éxito total”, dice Juan Carlos Gázquez, profesor colaborador de los Esutdios de Economía y Empresa de la UOC.

"Muchas influencers venden la idea de las tote bags son una manera efectiva de cuidar el planeta"

“Desde entonces, el ciudadano ha visto en las tote bags de algodón un medio para reducir la contaminación (generada por el plástico de las bolsas que, tradicionalmente, utilizaban los minoristas) y cuidar el medioambiente. Este posicionamiento se ha visto fortalecido por las nuevas tecnologías y el uso común de las redes sociales y de los canales de plataformas como Youtube, en los que muchas influencers (la mayoría son mujeres), actúan como elemento catalizador que ayuda a mantener en la mente del consumidor la idea de que las tote bags son una manera efectiva de cuidar nuestro planeta”, añade.

Cuando hay más marketing que sostenibilidad

La fundadora de Skandinavisk, Shaun Russell, dijo que muchas marcas usan sus tote bags de algodón, con mensajes eco, para convertir a los consumidores en "vallas publicitarias andantes". ¿Exagera, o está la moda jugando con la sostenibilidad para vender más?

"¿Por qué no lucir una tote bag con un mensaje eco haciendo eco de algo positivo para el mundo?"

“Al igual que las camisetas protesta de Katherine Hamnett, que en su día sirvieron para lanzar mensajes contestatarios al mundo, las tote bag también son un accesorio con una visibilidad tremenda y que comunican de manera muy potente. Sus mensajes impresos pueden llegar a generar cohesión social a través del chiste fácil, el sarcasmo, la provocación o incluso pueden ir más allá dejando claro el compromiso medioambiental del que la lleva, luciendo tote bags con consignas ECO como una declaración de intenciones”, dice Laura Opazo, autora de ‘Armario sostenible’ y ‘La moda es revolución’. “Hasta ahora, muchos consumidores han pagado por lucir esas camisetas aspiracionales con logotipo como un acto de orgullo... ¿Por qué no lucir una tote bag con un mensaje eco haciendo eco de algo positivo para el mundo? Si bien es cierto que antes de ofrecerse como consumidor a viralizar un mensaje incoherente, quizá sea bueno analizar si la empresa que está detrás de algunas proclamas puede hacer honor a dicho mensaje o realmente es una estrategia de greenwashing en el que el consumidor, va a ser un mensajero que involuntariamente quizá contribuya a banalizar el mensaje”, añade.

"Son un elemento de creación de imagen y de obtención de rentabilidad"

"Las empresas han visto en este tipo de bolsas un elemento sencillo y barato para 'sumarse' al carro de la sostenibilidad. Pero, además, se han convertido en una opción para poder obtener unos céntimos de beneficio adicionales a los (pocos) que obtienen los establecimientos en la cesta de la compra. Por tanto, son un elemento de creación de imagen y de obtención de rentabilidad", añade Juan Carlos Gázquez-Abad, Profesor colaborador de los Estudios de Economía y Empresa de la UOC, experto en consumo.

Según un estudio de Harvard encargado por Greenpeace en 2022, se utiliza la sostenibilidad y el cambio climático como un posicionamiento estratégico de marca y se difunde desinformación en línea. Por si fuera poco, cada vez es más habitual que cualquier accesorio/prenda, pese a no necesitar de un packaging concreto, venga en tote bags de algodón. ¿Qué podemos hacer al respecto?

“Es cierto que, en muchos casos, las marcas nos imponen estas tote bags en productos que no necesitan un packaging adicional al que ya tienen, de modo que lo hacen formar parte del producto final. Creo que los consumidores tenemos que poner de manifiesto a las marcas que no estamos dispuestos a pagar un precio adicional por el hecho de que el producto que compremos lleve incluida una tote bag, demandando la eliminación de dicha bolsa y, por tanto, el descuento en el precio de compra”, señala Juan Carlos Gázquez.

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El uso de ’tote bags’

“Si las marcas comienzan a darse cuenta de que el consumidor no acepta estas bolsas y que está demandando su no inclusion obligatoria, serán las primeras en retirarlas de ciertos productos que ya llevan uno o, incluso, dos envases para contener el producto. Y si no retirarlas, sí, al menos, ponerlas como una opción a elección del consumidor. Esto permitiría, además, que el consumidor tuviera claro cuál es el coste de la tote bag si es que decide adquirirla, y facilitaría su decisión. Esto ya ha sucedido en el sector de la alimentación, en el que han aparecido muchas tiendas independientes – e, incluso, muchas cadenas más organizadas – que han retirado los envases de ciertos productos y han comenzado a comercializarlos “ a granel”, de modo que es el consumidor el que lleva sus propios envases de casa y los rellena con la cantidad de producto que desee. Estas tiendas han sido una consecuencia de un consumidor que comenzó a cuestionar la necesidad de pagar por un determinado packaging que no le aportaba nada a su valor final”, dice el profesor colaborador de los Estudios de Economía y Empresa de la UOC.

"Las tote bags han convertido en verdaderos objetos de deseo"

Para finalizar, Laura Opazo explica que muchas firmas de culto y de lujo se han dado cuenta de que las tote bag son la nueva pieza aspiracional para poder entrar en el universo de la marca, tal y como pasa con el mundo del maquillaje o el perfume. “De hecho, en plataformas de reventa de segunda mano son piezas de lo más preciadas y se han convertido en verdaderos objetos de deseo. Hoy por hoy, acumulamos bolsas y bolsas de tela en casa. Lo importante es hacer un consumo similar al de las de plástico. Con esto me refiero a que si acumulas bolsas en demasía, quizá sea el momento de comenzar a rechazarlas cuando vas a una tienda o bien, tratar de darles el mayor uso posible para honrar los recursos invertidos en ella”, indica.

Kavita Parmar zanja el asunto de una forma contundente. “La mejor solución no es otra que dejar de comprarlas. Como dijo Mahatma Gandhi ¨En mi modesta opinión, la desobediencia al mal es un deber tanto como lo es la obediencia al bien”.