• ¿Quién es el amargado que se inventó que las mujeres nos juzgamos por nuestra maternidad? Yo no lo siento así. A estas alturas (ha costado, eso es verdad), a las que no somos madres se nos respeta con naturalidad. A las que son madres se las admira con incredulidad (¿cómo logran hacerlo todo?). Siempre hay personas con anteojeras de caballo —por eso no hay que tener Twitter—, pero la gran mayoría vive y deja vivir, y celebra las decisiones de los demás.

  • Hay lugares de los que lo quieres todo (Astier de Villatte en París, Beams en Tokyo, Dover Street Market en Londres). No hace falta irse tan lejos. Yo lo quiero TODO de los chicos pulidísimos de Zearreta (Barrika, Bizkaia).

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  • Dejen en paz a la pobre palabra ‘creatividad’. Es sagrada, y cuanto más se la mercantiliza más nos arriesgamos a perder esa chispa divina. Creamos cuando no nos damos cuenta, cuando aportamos algo nuevo porque nos sale del corazón, cuando huimos de la filigrana y buscamos el bien común.
  • No hay nada más deprimente —y que coja más polvo— que las flores de plástico. Pero ver morir flores frescas también es triste. La tercera vía son estas flores de papel, tan ecológicas como poéticas. El feed de Instagram de Livia Cetti es maravilloso.


  • La gran enseñanza de la vida: ser feliz con poco, ser agradecido. Ese ‘poco’ es un mucho, en realidad. Es lo esencial. Casa, pan, compañía. Y queso, añadiría yo.
  • Empiezan a verse esos cielos azules de primavera, que son cielos de anunciación. Cielos cargados de promesas.
  • «Existe un horizonte ético de responsabilidad sin el cual la vida en común no tiene sentido» (Ramin Jahanbegloo, La solidaridad de las diferencias). Toda la colección Travesías de la Editorial Arcàdia es imprescindible para entender el presente y convertirse en ciudadanos atentos.
  • El mundo se divide entre los defensores acérrimos del olor a mandarina (YO) y los que huyen cuando abres una.
  • Amo los gatos warholianos, tan psicodélicos. Durante la década de los cincuenta el artista vivió en Nueva York con su madre y más de veinte felinos.


  • Cosas que alegran nuestra nevera: nata de pastelería, mostazas marcianas, pasta de curry, Perrier, trufas, fresas, mermelada de naranjas amargas, aceite de nueces (el de La Tourangelle es cosa fina), perdiz escabechada, marron glacé, café El Magnífico, conservas Güeyumar, mezcal Dos Hombres (y que sea lo que Dios quiera), chutney de mango, champagne, Moscovitas de Rialto, wasabi fresco…
  • A muerte con el colectivo Futuro Viñador (futurovinador.com), un grupo de productores que quiere proteger y «mejorar nuestra viticultura, nuestras prácticas culturales e inspirar a otras personas a seguir un camino de viticultura honesta, apegada a su paisaje y a sus personas.»