Es un tema delicado y bastante común en nuestra sociedad hoy en día. Se trata de lo que ocurre cuando has tomado la decisión de separarte de tu pareja (ya sea porque no estás bien, porque no eres feliz o porque ha ocurrido algo grave y necesitas tomar distancia de inmediato) pero por una cuestión económica, no puedes hacer frente a ese cambio.

Cuando tenemos que lidiar con una realidad de este tipo, no nos engañemos, es muy complicado tanto a nivel emocional, como psicológico, como físico.

Dificultades habituales con las que probablemente te encontrarás

Seguramente uno de los dos ha decidido que quiere separarse, pero el otro no quiere dar ese paso (los casos en los que se toma la decisión de mutuo acuerdo son los mínimos). Por ello, quien no quiere cortar la relación suele adoptar una de estas dos posturas (ambas muy duras de sobrellevar para quien ya no quiere seguir ahí):

  • Deambular por la casa como una víctima desvalida, desaliñado, llorando, descompuesto y demostrando claramente que esa decisión le ha destrozado la vida. A veces incluso, suplicando clemencia y tratando de convencer al otro de que todo se puede arreglar. Con ello, la otra parte se siente culpable y es muy complejo a nivel psicológico y emocional.
  • Al ver que quien quiere irse sigue en la casa, su cerebro lo interpreta y se autoconvence de que todo sigue igual y sigue haciendo como si nada hubiera cambiado. Haciendo planes de forma conjunta, queriendo dormir en la misma cama, preparándole el desayuno, etc. Es bastante angustiante para quien ha tratado de dejar claro que todo había acabado (a pesar de no poder materializarlo de momento) porque es como que no se ha entendido nada de lo que ha compartido.
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En ocasiones, quien ha dejado claro que quiere separarse, no se siente culpable y lo que hace es que empieza a salir, a quedar con otras personas (asegurándose de que su pareja, con la que aún convive, se entere de ello), tener otras citas, se empieza a cuidar más, hacer actividades nuevas, etc con lo que el dolor que sufre quien sigue a su lado, se multiplica por diez mil.

Cuando hay hijos, también para ellos va a ser una situación compleja. Depende de la edad que tengan, no lo entenderán. Los más pequeños siempre fantasean con la idea de que los padres se volverán a unir, por lo que es mejor comunicárselo cuando la separación se pueda hacer efectiva definitivamente. Cuanto menos muestras vean de desprecio, de frustración y de falta de amor, mucho mejor.

Puede que una de las dos partes, quiera saber qué haces, cuándo y con quién. Que se sienta en el derecho de que informes de tus entradas y salidas puesto que seguís viviendo juntos.

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¿Cuál es la mejor manera de lidiar con esta situación?

Lo primero que hay que tener claro es que cuando hay una ruptura, conseguir una separación física lo antes posible es una tarea de máxima importancia. Si no es posible de forma inmediata, debemos centrar todos nuestros esfuerzos y energías en encontrar la manera de lograrlo. Cuanto antes, mejor. Esto debe convertirse en nuestra máxima prioridad. Vamos a ver qué es lo que tenemos que hacer mientras esperamos que llegue ese día:

  • Tener una conversación muy clara y directa, sin tapujos sobre la decisión y lo que esta implica. Explicar que ha acabado esa etapa en común y establecer los límites que deben ser respetados por ambas partes mientras dure la convivencia.
  • Tratar por todos los medios de ser respetuosos con la otra parte por el bien de los hijos. A veces es muy duro y complicado en función de lo que haya provocado la ruptura, pero no hay que olvidar que esa situación es temporal.
  • Focalizarse en el futuro, empezar a dar voces, a hablar con amistades, conocidos, familiares, compañeros de trabajo para encontrar una fórmula viable (aunque sea temporal), que nos permita salir de la casa conjunta.
  • Tener muy claro que quien decide cortar, no es culpable de nada. Está siendo honesto y coherente con sus sentimientos. Sería mucho peor engañarse a sí mismo o mentirle a la otra parte y seguir allí sin desearlo. Si el otro lo pasa mal, es parte de su proceso de crecimiento y de aprendizaje. Cada uno es responsable de su dolor.
  • Y por último, quiero insistir de nuevo en la idea de que seguir juntos por un tema económico (no poder hacer frente a dos alquileres) debe ser siempre, siempre, siempre, la última de las opciones. Si podemos pedir ayuda a alguien de nuestro entorno, dejemos el orgullo o el miedo a molestarles a un lado y pidámosla. Cualquier opción va a ser siempre mejor que esta. Y si no nos queda otra, tratemos de que sea por el menor tiempo posible.

La jefa: Silvia Congost

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Elisabet Serra

Silvia Congost es psicóloga experta y un referente nacional en autoestima, dependencia emocional y relaciones tóxicas, conferenciante, autora de 9 libros, y una líder inspiracional en redes sociales y medios de comunicación. Tiene 20 años de experiencia profesional en el sector de la psicología y cuenta con centros en Barcelona, Girona y Madrid, además de realizar terapia online con pacientes de todo el mundo, donde junto a su equipo ha ayudado a miles de personas a reforzar su autoestima, liberarse de relaciones tóxicas y apostar por la vida que realmente sueñan gracias a su propio y exclusivo método.

Puedes encontrarla en Instagram (@silviacongost) y en su canal de YouTube.