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Panticosa o cómo enamorarse del Pirineo aragonés los 365 días del año

Lejos de conformarse con ser un pueblo de montaña más, Panticosa se ha convertido en un refugio para amantes del esquí y el senderismo en el incombustible Valle de Tena.

Por
Panticosa Valle de Tena
Tim Graham

Entre las crestas nevadas y la vegetación espesa del Pirineo Aragonés asoma tímidamente Panticosa, una localidad que no destaca por tener una gran población o excesivos monumentos y que sin embargo cuenta con una gran baza: es el perfecto campamento base para descubrir las infinitas posibilidades que encierra el Valle de Tena.

Ubicada donde los ríos Caldarés y Bolática confluyen, Panticosa mantiene su atractivo gracias a la inagotable fuente de entretenimiento con la que cuenta durante todo el año. Gracias a eso y a la belleza “casi sin querer” que desprenden sus casas. Fachada de piedra, robustas contraventanas de madera y tejado de pizarra para plantar cara al duro invierno pirenaico se repiten sin cesar.

Si deambulamos hasta el corazón de esta localidad digna de postal nos toparemos con una austera iglesia de origen románico aunque sus dos platos fuertes se encuentran algo más alejados. Hablamos de la estación de esquí que arranca a los pies del pueblo, elevándose hasta el Valle de Sabocos, y del histórico Balneario que nos invita a relajarnos en sus aguas termales a 1.630 metros de altitud. Sea verano o invierno, no te pierdas todo lo que este enclave puede ofrecer.

Deslízate por sus pistas

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Durante los meses de invierno –siempre que la nieve lo permita– los amantes del deporte blanco tienen a su disposición un conjunto de pistas perfectas para principiantes y experimentados en un entorno familiar que no escatima en vistas. El conjunto Panticosa-Formigal suma 180 kilómetros esquiables repartidos en 146 pistas, ofreciendo así una experiencia de altura que solo se compara a las fiestas de après-ski que se forman en Marchica (Formigal).

En verano también podremos disfrutar del Pirineo aragonés gracias a la telecabina de Panticosa, que permite ascender hasta el Valle de Petrosos para después explorar el Valle de Sabocos y sus ibones –lagos de origen glaciar– Sabocos y los Asnos. Imprescindible para los apasionados del senderismo.

Relájate en su balneario

A ocho kilómetros del pueblo encontramos un complejo de aguas mineromedicinales dispuesto a tomarle el relevo al histórico balneario de Panticosa. Nos referimos a las Termas de Tiberio, un edificio vanguardista que ofrece tratamientos de cabina, sauna, baño turco, hidromasaje, iglú… en su interior, y unas vistas imperdibles de las cimas nevadas desde su piscina exterior climatizada.

Pásate al esquí de fondo

Practicar esquí de fondo junto al lago es una propuesta ideal para los más románticos, al igual que la excursión hasta el Salto del Pino, un recorrido sencillo que nos permitirá ver cómo brotan las aguas del río Caldarés mientras obtenemos la mejor instantánea de los picos de la zona desde su mirador. Y, como propuesta final, relajarnos tomando algo en su Gran Hotel del siglo XIX, restaurado por el genio Rafael Moneo.

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Asómate al Pueyo de Jaca, la localidad vecina

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Tim Graham

Un paseo tan ligero y gratificante que no se nos ocurre mejor manera de estirar las piernas al llegar. Proponemos hacer el sendero circular que arranca en el Camino de las Palizas, cerca de la estación de telecabina, y discurre junto al cauce del Bolática entre espesa vegetación. Recomendamos regresar por el más accesible camino pavimentado y, entre medias, recorrer las callejuelas que conforman el Pueyo de Jaca para reponer fuerzas en alguna de las terrazas que visten su plaza.

No te quedes con hambre

Un día de esquí o de senderismo es capaz de hacer rugir cualquier estómago, por eso es importante tomar nota de los restaurantes en los que es prácticamente imposible fallar. En Panticosa, las carnes a la brasa y las patatas encebolladas de Mesón Sampietro son la tradición más sagrada, mientras que en Casa Morlans su hamburguesa de jabalí y venado se lleva todos los piropos. Si hacemos parada en Biescas, recomendamos probar las creaciones de Taberna Gouda o acercarnos a saborear las carnes y las recetas de toda la vida que sirven en El Molino de Escuer. Quien elige el restaurante Biarritz en Jaca, repite y aquel que prefiere darse un auténtico homenaje ‘gastro’ en Formigal, reserva en Vidocq. Lo dicho, imposible quedarse con hambre.

Sobrevuela el embalse de Búbal

Abstenerse personas con vértigo: en la Hoz de Jaca se encuentra la tirolina doble más larga de Europa. Aquella que nos permitirá sobrevolar el embalse de Búbal mientras nos deslizamos por los 950 metros de cable que separan las dos torres. Precisamente junto al inicio de esta atracción está el icónico mirador jaula de la Hoz de Jaca, para de nuevo sentir que flotamos –literalmente– sobre el fotogénico embalse. ¿Necesitas más adrenalina? No pierdas de vista el parque multiaventura de Biescas.

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Un festival flotante, ¿por qué no?

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Alvaro Jesus Calvo Lopez

A pesar de haber estado a punto de desaparecer –fue desalojada y abandonada durante años al construirse el embalse– la acogedora localidad de Lanuza resiste en la orilla, casi rozando sus tranquilas aguas. Sin embargo, durante dos semanas al año el festival Pirineos Sur llena el auditorio de Lanuza de incondicionales dispuestos a disfrutar de la gran variedad de artistas que pisan su escenario flotante. Música, naturaleza y unos atardeceres que difícilmente podemos explicar con palabras.

Las mejores rutas siempre son a pie

Sería prácticamente imposible elegir nuestra ruta favorita en el Valle de Tena. Cada cima, sendero de gran recorrido o excursión 'exprés' cuenta. Sin embargo, hay dos indispensables.

La primera es la ascensión al Ibón de Respomuso, ya sea como parte del GR 11 que recorre toda la frontera pirenaica o desde el embalse de la Sarra, donde dejaremos el coche para completar a pie las dos horas y media que nos separan del Refugio de Respomuso.

Igualmente atractiva es la excursión al Valle de la Ripera, accesible a pie desde un sendero que parte junto a la estación de esquí o sobre el tren de alta montaña El Sarrio (consultar disponibilidad) que sale de la Plaza de Panticosa. Una opción perfecta si viajamos con niños para luego explorar los distintos senderos señalizados que recorren este valle.

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Siente la adrenalina

Los deportes de aventura están presentes los 365 días del año en el Valle de Tena. Si en invierno priman las rutas en moto de nieve y las excursiones con raquetas o en trineo tirado por perros, en verano es el turno de las rutas en bicicleta de montaña, vuelos en parapente, hípica, escalada, 'paddle surf' en el embalse de Lanuza, barranquismo... Destaca el descenso del barranco de Gorgol con saltos, toboganes y una zona de rápel, que, aunque no lo parezca, es perfecto para amateurs.

Flora y fauna en estado puro

Quienes prefieran descubrir el lado más salvaje de los Pirineos de forma reposada encontrarán en el parque natural de Lacuniacha (Piedrafita de Jaca) todo lo que buscan. En total, 15 especies animales que habitan –o habitaron– en la zona pirenaica entre las que veremos sarrios, linces, bisontes, osos, corzos, cabras montesas y jabalíes viviendo en estado de semi libertad. Un recorrido de más de cuatro kilómetros nos permitirá observarles en su hábitat, sin artificios. Además, aquí nace el sendero al Ibón de Piedrafita, a los pies de la impresionante Peña Telera.

Arquitectura milenaria

Otra excusa para recorrer la zona es completar la Ruta de Iglesias de Serrablo, catorce edificios religiosos que datan de los Siglos X y XI y que son un gran exponente del arte y de la arquitectura mozárabe. Las encontrarás en la margen izquierda del río Gállego, comenzando por Iglesia de San Bartolomé de Gavín (Biescas) y finalizado con la Iglesia de San Martín de Ordovés (Sabiñánigo).

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